Ciudad de México.- Les platicaba que esta es la hora de la vida o de la muerte del PRI como partido político, verdaderamente revolucionario, calidad que perdió después de que “el último presidente de la Revolución” le celebró su funeral, con la llegada a la Casa Presidencial de Los Pinos de Miguel de La Madrid, el precursor del populismo financiero y del neoliberalismo económico.
José López Portillo le abrió las puertas del poder político a los neoliberales que le cambiaron al PRI la etiqueta de nacionalista revolucionario por la de “centro derecha”, una marca que en la práctica era “de derecha panista”, obedeciendo los dictados de la revolución silenciosa de Michel Camdessus y los mandamientos del catecismo del Fondo Monetario Internacional, en favor de las clases dominantes del mundo.
Los priistas olvidaron a sus padres fundadores, particularmente el general Lázaro Cárdenas del Río y Don Adolfo López Mateos, éste último con espíritu de profeta, pues una vez nacionalizada la industria eléctrica, les advirtió a sus correligionarios tricolores, destacando en su discurso de celebración de la expropiación:
“Ni un paso atrás, fue la consigna de Don Lázaro Cárdenas del Río, al nacionalizar nuestro petróleo. Hoy le tocó por fortuna a la energía eléctrica. Pueblo de México, los dispenso de toda obediencia a sus futuros gobernantes que pretendan entregar nuestros recursos energéticos a intereses ajenos a la Nación que conformamos”.
En 1974, el presidente Luis Echeverría intentó extinguir la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, S.A. para realizar una posible fusión con la Comisión Federal de Electricidad. Sin embargo, los trabajadores del Sindicato Mexicano de Electricistas no lo permitieron. Entonces, “Luz y Fuerza” fue delimitada a ciertas regiones del país, lo que ocasionó su declive. Finalmente, en 2011, el presidente Felipe Calderón decretó la extinción y liquidación de “Luz y Fuerza del Centro”, dejando, además, en el desempleo a 44,300 trabajadores.
En esta hora de la historia, el presidente Andrés Manuel López Obrador intenta reivindicar a López Mateos, uno de los exponentes priistas más honrados de la época moderna de México, enviando una iniciativa de reforma a la ley eléctrica para regresar la generación, distribución, comercialización de la energía a manos del Estado y por tanto de los mexicanos.
Los agentes políticos progresistas, incluso al interior del PRI, esperan que su partido se reivindique con su propia historia fundacional y con la historia de México, aunque entre ellos hay ultraconservadores, reaccionarios, viles corruptos, que auguran una gran tragedia para la militancia. Lo menos podría ser sería una profunda y fatal división y un desmoronamiento definitivo del partido, no obstante que hasta ahora haya sido como el Ave Fénix que revive de sus propias cenizas.
Su resurrección podría estar en retomar el camino nacionalista de sus fundadores y particularmente de personajes de su historia y de la historia de México, como Cárdenas del Río y López Mateos. Muchos se preguntan: si Luis Donaldo Colosio, de vocación nacionalista pese al ultra neoliberalismo de Carlos Salinas de Gortari, viviera qué haría en esta hora en que se juega la esencia de la industria eléctrica y la sobrevivencia otrora glorioso PRI.