Monterrey.- Apareció este martes a las 7 de la mañana en el Zócalo. Solitario, con legajo en mano y cubrebocas, semejaba uno de los tantos que exigen le resuelvan equis problema, bajo el amago de plantón indefinido.
Era Silvano Aureoles Conejo, gobernador constitucional del estado libre y soberano de Michoacán de Ocampo. Pedía que lo recibiera el presidente, para entregarle de mano “evidencias de apoyo del crimen organizado a Morena en las elecciones de Michoacán”.
Contrastes: este lunes fueron recibidos por separado, los mandatarios de Chihuahua, Javier Orozco (También de salida), y Jalisco, Enrique Alfaro. Ambos calificaron de exitosas y amables sus respectivas reuniones.
De antemano, Aureoles sabía que no lo iban a recibir, pero aguantó tres horas antes de retirarse, arrastrando la cobija, y la investidura legal de su Estado.
Sobre la verdadera intención de su desplante, se pueden esbozar hipótesis, una, que es el vocero de una de las futuras consignas de Va por México: la amenaza del narco gobierno para 2024, con Morena. Otra puede ser que a título personal, se asuma como futura víctima de una persecución política, cuando pierda su fuero.
Si se obstina en llevar el legajo a organismos internacionales, que se vea en el espejo del futuro gobernador de Nuevo León, en su jira a la Unión Americana solicitó audiencia con la presidenta del Congreso, Nancy Pelosi; no lo peló; Samuelín Nalgasprontas pecosas, logró audiencia con un representante de US Chamber, un bato que es el gato del gato del gato, del Patrón.
Mejor que Silvano lleve el expediente de marras a la Fiscalía de la República, dado que habla de hechos criminales. Le conviene, para que aproveche y se informe de los beneficios que obtendrá si se declara culpable de antemano, y denuncia a la pandilla de gobernadores de la Alianza Federalista.
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