Monterrey.- El lunes 13 de abril de 2015, víctima de cáncer de pulmón, falleció a la edad de 74 años el escritor uruguayo Eduardo Galeano, un comprometido con los derechos fundamentales de los hombres y de los pueblos, pertenecía al "Club de los insobornables e incorruptibles", que seguramente se cuentan con los dedos de una mano y sobran dedos. Entre sus obras tenemos que volver a leer:
1.- Las Venas abiertas de América Latina.- Se publicó en 1971 pero cobró fama especial cuando Hugo Chávez, en una cumbre mundial le regaló a Barack Obama un ejemplar de esta obra que denuncia cómo históricamente los países latinoamericanos han sido explotados, saqueados y abusados en todos los sentidos por las grandes potencias mundiales, especialmente por Estados Unidos.
2.- El fútbol a sol y sombra.- Es un libro de relatos que nos deja una gran cantidad de frases para subrayar; en él habla de la historia del futbol, el futbol como religión, la pelota, el estadio, el árbitro, el portero, el entrenador, y, por supuesto lo que él llama "el orgasmo del futbol": el gol.
3.- Mujeres.- Es una antología de relatos sobre personajes como Juana de Arco, Rosa Luxemburgo, Rigoberta Menchú, Marilyn Monroe, Teresa de Ávila, entre otras.
4.- Patas arriba. La escuela del mundo al revés. Es una crítica mordaz al sistema educativo en general. El libro está organizado en breves relatos, de entre los cuales cito el siguiente: "El maestro Wilches contó a los niños que una vez un automóvil lo había atropellado y lo había dejado tumbado en medio de la calle. Evocando aquel desastre que casi le costó la vida, Wilches frunció la cara. Pero los niños preguntaron:
-¿De qué marca era el auto? ¿Tenía aire acondicionado? ¿Y quemacocos eléctrico? ¿Tenía faros antiniebla? ¿De cuántos cilindros era el motor?
Galeano estuvo exiliado en Buenos Aires y Barcelona, decía que la vida era una utopía, y cuando alguien le preguntó ¿para qué sirve la utopía, si nunca la alcanzas? Galeano, contestó, tienes razón, tú avanzas un paso y la utopía se aleja diez, precisamente para eso sirve la utopía, ¡para avanzar!
La última entrevista que se le hizo, fue por el periódico argentino La Nación, en el Café Brasileiro donde Galeano “tomaba café con Dios”, y es que era atendido por una mesera de nombre Alba Mariana Dios (tal era su apellido).
Galeano no era creyente, sin embargo dijo en la entrevista: Fui muy creyente cuando era chico, muy místico. Y eso es como la borra en el fondo del vaso del vino, te queda para siempre. No es una cosa que se va, se transfigura, cambia de nombre. En el fondo, uno busca a Dios en los demás, o en la naturaleza, esa bella energía del mundo, a la vez terrible y hermosa. ¿Dónde está aquel Dios que tuve de chico? un día se me cayó por un agujerito del bolsillo y nunca más lo encontré. Después supe que lo estaba llamando por otros nombres.
Sobre el cáncer de pulmón que lo aquejaba, el periodista le dice que deje de fumar, que tanto cigarrillo lo va a matar. Galeano le contesta: mira, en realidad uno se muere muchas veces, y renace otras tantas. Eso es lo que tiene de bueno el arte de vivir.
Otra ocasión, Galeano fue abordado por una joven mexicana que de pronto lo abrazó y lo besó, él le dijo, yo conozco tu país: "Vos sabés que el primer retablo que vi en México estaba en una iglesita en ruinas. Me quedé deslumbrado; me explicaron que los retablos eran pagos de promesas. Me acerqué; era maravilloso, pero no me animé a robarlo, sería por mi infancia católica. Aunque el retablo no era muy santo que digamos, porque decía: “Gracias Virgen santísima porque cuando las tropas de Pancho Villa entraron a mi pueblo violaron a mi hermana y a mí no.”
Galeano se fue… nos dejó un mundo patas arriba y la obligación de volverlo a su posición original, pero sobre todo nos dejó pensando que “en realidad uno se muere muchas veces, y renace otras tantas”.