CORONA22062020

El “bienestarismo” como política de la 4T
José Luis Berlanga

Monterrey.- Berlanga´s News (sección “debate de altura”) lanza la pregunta: ¿hay una lógica detrás del Gobierno de la 4T? En su artículo del lunes pasado en Reforma, Jesús Silva-Herzog Márquez responde que no: lo que existe es el lopezobradorismo, una “emoción antioligárquica”.

     Me permito diferir del agudo intelectual liberal. Mi hipótesis es que sí hay una lógica en el Gobierno actual: lo que llamaré “la lógica del bienestarismo”.

1) Se parte de la premisa de que existe una dimensión central en la sociedad: la socioeconómica. Y esta dimensión socioeconómica se desdobla, a su vez, en 2 aspectos principales: combate a la pobreza y desigualdad social (“primero los pobres”) y soberanía energética (el interés nacional sustentado en petróleo y electricidad).

2) Bienestarismo, no Bienestar. Por el sufijo “ismo” entiendo una expansión intensiva. Así por ejemplo, "capitalismo" es la expansión intensiva del capital. “Comunismo” es la expansión intensiva de lo común. En este caso, “Bienestarismo” significa la expansión del bienestar de forma intensa y continuada y en un espacio de tiempo inferior al normal, para aumentar su impacto.

3) La analogía que nos puede servir para entender cómo funciona la lógica del bienestarismo es la de un sistema solar. En efecto, un sistema solar es un sistema de planetas y otros objetos astronómicos (satélites, cometas, meteoros) que giran en órbita alrededor de una única estrella, el Sol. En el Gobierno de la 4T, el Sol es "el Bienestar". Todo lo demás (política, derecho, cultura, ciencia, arte) son planetas que deben girar en torno a "el Sol del Bienestar".

4) Algunas evidencias (mínimas) de la existencia del bienestarismo. a) En los informes de gobierno del Presidente, la mayor parte de los discursos (y por mucho) se ha destinado a aspectos socioeconómicos. b) En el Presupuesto de Egresos (tanto 2019 como 2020), los programas sociales y el sector energético resaltan como las prioridades gubernamentales. c) Incluso en lo simbólico, nombres de instituciones y programas, hay pistas: Secretaría del Bienestar, Banco del Bienestar, Tandas del Bienestar... Recientemente, Ricardo Monreal, Coordinador de Morena en el Senado, propuso crear el Instituto Nacional de Mercados y Competencia para el Bienestar (y fusionar 3 organismos: IFT, COFECE y CRE).

5) Obviamente, el bienestarismo no opera en el vacío sino en un contexto social e institucional. Esto genera tensiones. Un primer foco de tensión reside en que la sociedad muestra múltiples dimensiones, no solo la socioeconómica. De tal suerte que dimensiones de otra índole (política, cultural, ecológica) se resisten a ser dependientes de la dimensión económica (modelo del bienestar). Así por ejemplo, quienes luchan contra el cambio climático o contra la violencia hacia las mujeres tienen agenda propia y no solo derivativa o resultante del bienestarismo.

6) Un segundo foco de tensión radica en que los diversos sectores de actividad de la sociedad tienen sus propias normas, operan bajo su propia lógica. Plantear un hilo conductor fuerte (en este caso el bienestarismo) se suele considerar como una falta de respeto a los espacios propios. Así por ejemplo, la ciencia se rige por el rigor teórico y metodológico (si apoyas o no al proyecto del bienestar carece de pertinencia científica). O los medios de comunicación. Como su nombre lo indica: “news” (novedad, nuevo, inusual), los medios comunican información novedosa, verídica y atractiva para la audiencia (asumir un “periodismo del bienestar” carece de sentido).

7) Un tercer foco de tensión, entre el Gobierno de la 4T y los organismos “autónomos” del Estado, pudiera tener que ver con esto: el bienestarismo empuja a estos organismos para que operen bajo una sola lógica y con un solo tema; pero hay resistencia. Muchas de estas instituciones del Estado tienen ya identidad propia. Un ejemplo serían los organismos vinculados a la defensa de derechos humanos (CONAPRED, CEAV, CNDH). Su razón de ser incluye la cuestión socioeconómica mas la trasciende para situarse en un plano postmaterialista: en la interacción humana, en el trato, en la dignidad, en el reconocimiento de grupos en situación de vulnerabilidad (niñas, niños, adultos mayores, indígenas, afrodescendientes, personas con discapacidad, madres de desaparecidos, etc.).

     En suma, el Gobierno de la 4T funciona bajo su propia lógica: la lógica del bienestarismo, que le otorga centralidad a lo económico: combate a la pobreza y soberanía energética. En un contexto social e institucional complejo, y con múltiples dimensiones, el bienestarismo tiende a invadir espacios propios (extralimitación). De ahí, en parte, la alta conflictividad que se presenta en la esfera pública mexicana.