El hombre es una cuerda tendida entre el animal y el superhombre; una cuerda sobre un abismo.
Un peligroso pasar al otro lado, un peligroso caminar, un peligroso mirar atrás, un peligroso estremecerse y pararse.
Friedrich Nietzsche, Así habló Zaratustra
Monterrey.- Teniendo en mente la tradición griega, los seres humanos somos descendientes de los dioses, una suerte de marionetas con voluntad, con facultades acotadas y con límite temporal. Sin embargo, la voluntad de poder, la ambición por enseñorearse de cuanto le rodea, es tambíen parte de su configuración en el sistema mundo. De acuerdo a Yuvel Noah Harari, el/la Homo sapiens viven determinados por dos planos: el objetivo, donde encontramos las condiciones medioambientales determinísticas de la vida; y el subjetivo, todas aquellas convenciones que la/el sapiens ha elaborado (desde las teorías matemáticas hasta las reglas del ajedrez) para hacer posible el proceso civilizatorio.
Algunas de esas construcciones son precisamente el Estado, el concepto de posmodernidad y la democracia; todas ellas sometidas a una dinámica de desgaste, incertidumbre que no otorga espacio para elegir las medidas correctas, encaminadoras del re-encarrilamiento de ese artilugio indómito de la política. Estos tiempos de crisis, vertiginosos, laberínticos, contradictorios –concepto que se acuñó para denotar el momento en que el futuro del paciente estaba en el aire-; se ponen en contexto a través del diálogo que entabla Bauman y Bordoni, en el cual se ponen al día los diferentes ingredientes de la compleja realidad planetaria.
Como elemento fundamental de la desconexión de la política con el poder es el debilitamiento de la soberanía estatal y el empoderamiento de los conglomerados privados. Esa decaída ha producido fenómenos como el incumplimiento de los programas electorales por parte de los gobiernos constituidos, “no por voluntad propia, sino por las presiones que ejercen los entes globalizados”, los cuales son capaces de valerse de las ventajas de la transterritorialidad “para frustrar toda decisión tomada por el gobierno de cualquier Estado territorial si las consideran contrarias a sus intereses”. El triunfo del mercado frente al Estado, crea un vacío en la representación política y legitima la influencia de agentes que persiguen sus propios intereses en detrimento de los de la mayoría.
Un elemento que abona a la fragmentación de lo político, a la disgregación de las sociedades políticas es algo que se encuentra en el imaginario histórico, acerca del momento en que vivimos. Caracterizado por Lyotard como posmodernidad, donde nuevos parámetros sociales emergían bajo la impronta de la primera crisis económica de la posguerra, los nuevos tiempos se anunciaban como más individualistas, reforzándose el esquema de alto consumo, la pérdida de solidaridad y la globalización, como el nuevo canto de la sirena. Sin embargo, para Bauman, la posmodernidad solo es la continuación del anterior periodo histórico, “una modificación interna de la modernidad misma, una variante de esta”, que el sociólogo polaco nombra como modernidad líquida.
Por consiguiente, después de la caída del socialismo realmente existente, la democracia se impuso como la más extendida forma de gobierno en el mundo, la expresión política del posmodernismo. Se vivió una edad de oro para la democracia, aunque no se aplicara de una forma completa en la mayoría de los países, la democracia se volvió una inspiración, con sus diferentes variantes, algunas en clara contradicción de sus bases formales, en clara reminiscencia con el significado griego de demokratia “dominio sobre el pueblo”, el cual fue utlizado por Dion Casio para caracterizar al dictador Sila, en la antigua Roma.
La revisión de las ideas atizadas por parte de Bauman y Bordoni, dejan muchos mensajes útiles para el momento tan comprometido que se vive en la actualidad, cuando muchas de las certezas de la modernidad tardía están cayendo por su propio peso y la necesidad de moverse hacia senderos más solidarios y fructíferos para la convivencia humana. No solo se trata de sobrevivir sin más, sino de garantizar calidad de vida para todos.
Bauman, Zygmunt y Bordoni, Carlo (2016), Estado de crisis, trad. Albino Santos Mosquera, México: Ediciones Culturales Paidós, 206 pp.