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978 24 Enero 2012

EL RINCÓN MARCIANO
La violencia, ego nuestro de cada día
Luis Valdez

M
onterrey.-
Ahora resulta que como los norteños no podemos presumir de dinero, casa en el otro lado, viajes a La Isla, carro de agencia, o vivir en una ciudad chingona, optamos por alardear de que nuestra urbe es más violenta que otras. ¿Eso es para presumir?

La competencia de egos no tiene fin. Un amigo de Torreón pone en su Facebook que hay balaceras en diversos bares y ejecuciones en fiestas. Luego sabe que en Monterrey pasan cosas como los colgados de los puentes y al día siguiente dice: Acá ya les copiamos la idea, hoy llevamos dos.

¿Acaso es competencia? ¿Qué nos impulsa a no presumir “Acá estamos más tranquilos, deberían venirse a vivir para acá? O acaso más que presumidera, la promoción del antiturismo… o para ahuyentar a foráneos que desean el éxodo. Ahora es justo la ocasión para que ciudades como Zacatecas o Mérida se hagan promoción de seguridad y entorno ideal para la familia mexicana.

Lamentablemente los mexicanos somos de raíces fuertes. No nos gusta dejar a nuestras familias. Si acaso nos vence el canto de sirenas del país del norte pero, ¿quién se va al sur del país para ver en qué jacal se va a meter? Casi nadie. El miedo a lo desconocido (porque en el sur no todo son jacales) inmoviliza al norteño con todo y su ego.

Carlos Velázquez es otro amigo escritor, también de Torreón, que reconoce en un reciente artículo periodístico sobre su seguro fin en la ciudad. La cuestión es que si comenzamos a reconocer que ahí moriremos, y casi seguramente será pronto, ¿cuánto tiempo nos queda? Es realmente obsesivo pensar en una o dos semanas. Ya pasamos de lado si será de manera violenta o en una bala perdida.

Las balaceras son cosas de cada día y al parecer los que sobran son balas. En municipios como García, ya se enseña a las madres de familia a disparar. Un servicio del honorable ayuntamiento. ¿También el ayuntamiento organizará un bazar de armas a precios económicos? Digo, para que cada ama de casa tenga su propia pistola. ¿También de eso presumiremos?

El sentimiento de vergüenza local debe rondar por ahí, en algún rincón de nuestro inconsciente.

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