Muy raspados Ivonne y Larry
Hugo L. del Río
Monterrey.- Suceda lo que fuere en el futuro inmediato o mediato, una cosa es cierta: Ivonne y Larrazabal salieron muy raspados. En el caso del hermano de Jonás, el Primer Tribunal Colegiado en Materia Administrativa fue muy claro: le concedió a Fernando 24 horas ─que vencieron hace rato─ para que regrese a ocupar el puesto que le confió el voto de los regiomontanos.
El aspirante a legislador federal y su Cabildo de servilones y cómplices de galería dirán misa en latín, pero los juzgadores se refieren concreta e inequívocamente al ambicioso quisque, a quien se le hizo bolas el engrudo.
Sale sobrando que Larrazabal diga y vuelva a decir que la decisión de los jueces o magistrados no lo afecta, toda vez que, según él, está dirigida contra el Cabildo, corporación que, desde luego, tiene sus pecadillos.
El alcalde o ex alcalde miente, cual es su costumbre. La bronca es con él. Quizá, más adelante, se llame a rendir cuentas a síndicos y regidores.
En México violar las leyes es un deporte más popular que el futbol. Vamos, el presidente de la Suprema Corte de justicia de la Nación, Juan Silva Meza dijo ayer en Buenos Aires que “poderes constitucionales y fácticos ejercen constantemente presión sobre los tribunales”.
No dudo que el de Oaxaca rinda protesta y ocupe su asiento en el Congreso de la Unión. Tampoco me llamaré a sorpresa si dentro de unos meses tenemos que darle a Ivonne el título de senadora.
Pero al blanquiazul y la priísta les estallaron los torpedos debajo de la línea de flotación.
Gozarán del fuero ─algo realmente importante para Larrazabal─, cobrarán dietas que despiertan la envidia de los legisladores de las naciones más ricas del mundo; prometerán, para variar, lo que usted guste y mande: desde aprobar leyes que garantizarán chambas de sesenta mil pesos al mes a todos los mexicanos, hasta blindar a Pemex contra la codicia de los magnates extranjeros.
Perdón: este último es un chiste de mal gusto.
Los mexicanos nos consideramos pícaros y vivillos, pero en realidad somos bastante ingenuos: creemos en los políticos y en las mujeres que llevan a nueve fetos en el vientre.
Otros pueblos, a quienes el sufrimiento obligó a madurar, tienen bien sabido que al profesional de la política pocas veces le conviene decir la verdad.
Nosotros estamos apenas comenzando a aprender. Lo lograremos. Por lo pronto, aunque es un negocio de alto riesgo esto de querer adelantarse a los hechos, todo indica que el paso por la Legislatura federal ─si es que llegan─ será la última experiencia política de nuestros dos personajes.
Es tan extraña la vida que, a veces, se hace justicia. ¿Le gustaría que Larrazabal se quedara sin alcaldía ni diputación? Es un sueño guajiro, pero los sueños construyen a las naciones y despiertan a los pueblos.
Pie de página. Nuestras sinceras condolencias y un abrazo a nuestro amigo y colega Joel Sampayo, por el fallecimiento de su padre.
