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1174 24 Octubre 2012

 

CRÓNICAS PERDIDAS
Zombie puruliento
Gerson Gómez

Monterrey.- Uno es uno en lo bebido. En la copa, en el vaso, la lata o desde la botella. Es bravía la sentencia. La cuenta interminable de los días.

Cosas serias. Nada de agua o de refrescos negros. De limonadas naturales o con agua mineral. Te oxidan y embotan la cabeza. Te hacen diabético, te descerebran. Para eso existe la televisión o el radio.

El alcohol jamás es exceso. Es bebida de moderación. Evolución a la hora de la cosecha. Para estar a modo con el lenguaje antropológico de los truhanes.

Hay quienes se ponen en régimen para bajar de peso. En mi caso, sólo varío de grados. Los lunes, con la inercia del fin de semana, de baterías bajas, nada mejor del brandi, digestivo sopetón y buen amigo.

Cuerpo serio, alineado a los planetas. Sentado en la oficina del ingeniero Eulalio. Viéndole las piernas a Nena Coco. Enviando mensajes sucios a su celular: abre más la blusa, muestra el sostén, gime como si estuvieras tosiendo.

El martes, agua de uso común, el ron. Con menta y agua mineral. En las rocas. Enroscándose en la lengua. En esta geografía, se entona suavecito y bullanguero. Cachondón. Fiesta fiesta, siga la fiesta. Visitación a la romie de mi chica, en su despacho. Apagón de ganas. Beso negro.

Los miércoles, en la casa parroquial, nuestro momento poético, con vodka. Leemos los evangelios prohibidos: el embrión de las influencias. La ciencia se va sensibilizando. Sin abandonar la razón o la lógica. Como la diosa, sin equivocación nunca.

He presentado el proyecto a mis socios, de establecer en el desvencijado rastro municipal, ahora lleno de agujeros y alimañas, darle manita de gato y convertir el cuarto frío, donde se conservaban colgados los cuerpos de los animales ejecutados, en bar delicatesen. Con renta de abrigos: venga usted a beber vodka como en Moscú. Con el set acústico del Dj Chihua y el Autonombrado Maestro, el hermano de mi chica.

El negocio va quedando en familia. Como en la política, las interrogantes y las voluntades se granjean.

Los jueves, el whisky y el bourbon en casa con mi chica. Jazz y monografías de los músicos. Cine de blanco y negro: pelicular de la época dorada. Adecentar el paladar. Clarear el gusto. El estertor de la piedra filosofal, la suma de las obsesiones. Comparativamente la embriaguez, oxígeno puro, para aguantar el porvenir.

El viernes comienza el fin de semana y termina el san lunes, reportandome indispuesto, evadiendo el sol. Las cortinas sin despejar del suelo. Estoy suspendido. Colgado.

Nada como la energética cerveza, mezclada con clamato, michelada, natural, efervecente, helada, en hielo de barra, ahogada. Oscura, clara, discursiva, generadora de after hours.

La noche acaba bien entrada la mañana. No hay cruda viviente, ni viniente, zombie purulento. No hay ambigüedad extendida.

Soy lo bebido. La cuba y el Tom Collins, el mojito y el whisky on the rocks. Sabía virtud de beber a tiempo. Sin detener el tiempo. Y no abstenerse. Hasta la pérdida de la conciencia. El control de los esfínteres. Los buenos modales y las lecciones de civismo.

En la tierra del tequila, sangre caliente, roja, de uso común, en las venas, la misión, filosofía y código de ética, relegar el tequila a los animales.

Encarno lo nuevo. Viva. La revolución hace justicia. Azotemos las cuerdas de lo antiguo. Nada de vampiros, caballitos o tehuinos con licor de caña. El nacionalismo comienza en la barra de la cantina. So pena de excomunión.

Como la mayoría, poniendo el nombre en el pizarrón, nos mareamos, enloquecimos. El éxito es barco descontrolado, sin timón, en plena ventisca. Lo obtenido, en los negocios radiofónicos se va acumulando.
Arriba del pequeño ladrillo. Convertido en el ídolo con los pies de barro. Nabuconodosor enloquecido. Bestia de campo. Uñas podridas. Aliento carcomido. Baleado. En vez de vestidos rezagados, el provincial taparrabos.

Soy lo bebido,
antes mantenido,
creativo,
bien mamado,
tomado,
fiado,
helado,
cachondeado,
cogido:
el maltrato
me lo paso
por el arco del triunfo.

Los desplantes
me vienen
quedando guangos.
Con el alcohol
soy imbatible
al lanzarme
desde el ropero,
en la lucha
por la intimidad.

Detengo el penal
de último minuto.
Escalo la montaña
escarpada
de la falda.
Bajo al desierto
de tu calzón.

Con el pomo en mano.

Soy
bien
chin-
gón.

 

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