Guadalupe desvelada
Hugo L. del Río
Monterrey.- Los guadalupenses votaron por César Garza como alcalde, no por Ismael Flores, cacique de larga data de Ciudad Guadalupe, en asociación, presuntamente, con doña Cristina Díaz. CG prometió en su campaña que no autorizaría el desmadre que es la mal llamada feria o como se le diga a la exposición. La gente del vecino municipio le creyó, porque el abogado llegó precedido de muy buena reputación.
La Hermana Consuelo Morales, quien no se chupa el dedo, me habló bien de él, y en breve conversación que sostuve con dicho edil, me causó buena impresión.
Pensé que tendría los arrestos para doblegar al cetemista y a quien dice la leyenda urbana que es su socia, la senadora. Nos equivocamos: CG se dobló a las primeras de cambio. Ahora, miles de guadalupenses, gracias a la debilidad de carácter de su alcalde, no podrán dormir durante varios meses, tendrán que aguantar no sólo los millones de decibeles que incluso desvelarán a los australianos, sino además las insolencias, los desmanes, la grita, las miadas y vomitadas en la calle, los pleitos de los borrachos. Y encima de todo eso, la pestilencia propia de los animales.
Me refiero al ganado de cuatro patas. Dice el presidente municipal que convino con los organizadores en que las actividades de los briagos et al terminarán a la medianoche. Pero si ya incumplió una promesa pública, por qué creer que hará efectiva esta última.
Otrosí: indiscretos que nunca faltan juran sobre la Biblia, el Talmud y el Corán que no son pocos ni de escasa monta los negocios que manejan juntos CG e Ismael. Qué lástima. El méndigo de GB Shaw escribió que los políticos son como los pañales: hay que cambiarlos con frecuencia y por las mismas razones. Quise creer que don César era la excepción, pero nos equivocamos todos: los guadalupenses y este golpeador de teclas.
Pie de página
Qué hace el almirante, aparte del ridículo. Ah, se le ocurrió mandar filmar su infomercial para mayor gloria de la azulada municipal. Los hombres de mar tienen, 999 mil de un millón, coraje, sentido del honor y lealtad. Lo sé porque en mi familia hubo marinos. Los oficiales de la Armada están doblemente comprometidos a cumplir con esta tradición por su protesta de lealtad a México y el respeto a los cadetes caídos en Veracruz.
Almirante, váyase. Usted no sabe ni de policía ni de tránsito ni de vialidad ni de inspección de comercios. Entiendo que todavía pregunta cómo llegar al Palacio Municipal porque es fecha que ni siquiera conoce la ciudad. Lo suyo, don Augusto, es algo peor que un fracaso: es el muy triste espectáculo de un hombre que no está a la altura del uniforme que usa.