¿Y si es morena?
Irma Alma Ochoa
Monterrey.- Jesusita y Mariano, vecinos de Cadereyta, procrearon un niño albino. Ella era morena y él blanco de ojos verdes, los dos viviendo en la misma situación de pobreza. Las habladurías de la vecindad agravaron la violencia que de por sí padecía doña Jesusita. Ahora las intrigas corren por internet.
En una sociedad discriminadora, en donde se violan impunemente los derechos humanos, hace meses apareció en Facebook la foto de una niña de piel blanca, cabello rubio y ojos azules que, junto a su mamá y hermanito, pedía limosna y vendía chicles en un crucero de Guadalajara.
Sus rasgos diferentes de los mestizos, llamaron la atención de quien tomó la fotografía y la subió a las redes sociales. Por este medio se difunden decenas de fotos de niñas, niños, jóvenes, mujeres y hombres que han sido secuestrados o desaparecidos en diversos puntos de la geografía mexicana.
Esas fotos son publicadas por un familiar, alguna amistad de la víctima u organismos defensores de derechos humanos, con la esperanza de que alguien solidario, en algún lugar del mundo, reconozca a sus seres queridos, los entere de que se les busca, les ayude y muestre el camino de regreso a casa.
Es emblemático el caso de Valeria, de cuatro años, secuestrada en Texcoco y hallada sana y salva en El Salvador; porque da cuenta de que las redes sociales pueden coadyuvar en la localización de personas. Pero el caso de Liseth es otro.
Si bien me inclino a creer en la buena voluntad de quien esto hizo, e imagino que su intención fue proteger a la niña, temiendo que fuese víctima de tratantes; la sola suposición de que la madre, por su color de piel, fuera explotadora, comporta un dejo discriminatorio.
Meras conjeturas suscitaron una avalancha de opiniones. Palabras más o palabras menos, uno de ellos decía que era raro que una niña rubia y bonita estuviera pidiendo limosna. Como si el color de piel y ojos fuera referente de la pobreza.
Los comentarios racistas y clasistas se multiplicaron. Con base en el reporte se puso en tela de juicio que la señora Ornelas, pobre, vendedora de crucero y de tez morena, fuera la madre biológica de la güerita. Eso no era posible. No.
La discriminación en México no es novedad. En el 2010, la Encuesta Nacional de Discriminación (Enadis) reportó que el 40 por ciento opinó que a la gente se le trata de forma distinta según su tono de piel; el 54.8 por ciento afirmó que a la gente se le insulta por esta misma razón; y el 15 por ciento de la población ha sentido que sus derechos no han sido respetados debido a su color de piel.
Las opiniones vertidas llegaron a oídos de las autoridades. En consecuencia, el sistema DIF jalisciense solicitó a la Procuraduría de Justicia de esa entidad, asegurar la integridad de los menores de edad. Este organismo actuó de inmediato y mientras la situación se aclaraba, la niña y su hermanito fueron acogidos en el histórico y reconocido Hogar Cabañas.
Según se lee en las diversas fuentes noticiosas, la PJJ averiguaba lo conducente para acusar a la señora Ornelas de: corrupción de menores, inducción a la mendicidad, malos tratos o explotación infantil. Ser morena y procrear a una niña rubia llevó a esta madre a caminar en la cuerda floja de la justicia. Para su fortuna, contó con el apoyo de personas solidarias que la acompañaron en este espinoso camino.
La citada foto separó a Liseth Alondra y a Tony de su familia y por varios meses vivieron institucionalizados. Durante ese tiempo la señora Ornelas luchaba para acreditar su parentesco con los frutos de su vientre.
Defendida por el abogado Luis R. González, logró que las actas del registro civil y las pruebas de ADN echaran por tierra los ilícitos que le atribuían, y probó que ella es la mujer que hace seis años dio a luz a Liseth Alondra, y hace cuatro tuvo a Tony.
Contrario a lo que pudiera esperarse de cualquier persona que pasa el trago amargo de ser discriminada y separada de su familia, la señora Jiola Ornelas dice sentirse feliz, porque su situación mejoró, consiguió un buen trabajo y tiene un techo protector para su hija e hijo. En vez de vender chicles en un crucero, la niña y su hermano, irán a la escuela.
A raíz de la aguda pobreza que cunde en el país, las niñas, niños y adolescentes en situación de calle y en la calle pasan inadvertidas ante los ojos de la justicia y de la igualdad. El cabello rubio de Liseth cambió la vida de esta familia. ¿Qué hubiese sucedido si el cabello fuese castaño o negro?