Terrenos accidentados
Fernando Arturo Galaviz
Monterrey.- El pasado lunes y martes asistí al taller de Oportunidades de Negocios en la Cultura, impartido por el Doctor Eduardo Cruz Vázquez en el Colegio Civil Centro Cultural Universitario.
Fue una experiencia muy enriquecedora, pero también perturbadora, porque es en este tipo de talleres dónde se puede constatar de primera mano las dificultades y los grandes retos de las disciplinas artísticas.
En la tercera y última sesión nos formó en grupos, de acuerdo al área de nuestros proyectos, así vimos agruparse a los de artes plásticas, artes escénicas, literatura, y sorpresivamente otras como gastronomía, centros culturales y nuevas tecnologías.
Cada grupo discutió la viabilidad de sus proyectos, y al final ellos nos plantearon sus conclusiones. Yo estaba incluido en el grupo de literatura y fuimos los últimos en opinar, los pronósticos para todos los grupos en general eran tristes, de caminos accidentados.
En Literatura los rebasamos, en propias palabras de mis compañeros: “la situación es sombría y lúgubre”. Sólo faltaron murciélagos rondando por el recinto.
Como muchos saben, acabo de contender para la vocalía de la disciplina de literatura, y no se dio obtenerla, fue de hecho para mí un proceso muy accidentado. Pensaba sólo iba a asistir a votar durante el lapso de tiempo definido y al día siguiente sabría los resultados por los medios. No fue así. Me llamaron por celular para preguntarme si no me iba a tardar en llegar porque ya me estaban esperando (¿?), si, lo adivinaron, esta era la primera vez que voto para elegir vocales. Me sentí extrañado porque todavía no concluía el tiempo estipulado para votar, pero bueno, ya me encontraba cerca del lugar.
Sorpresivamente, después de registrarme y entrar a la sala de ensayos del Teatro de la Ciudad cerraron el lugar, fue una votación a puertas cerradas. Y con la sorpresa: cada candidato iba a hablar sobre su propuesta ante los escritores empadronados ahí reunidos. No tenía preparado mi discurso y la verdad no soy muy bueno para improvisar. Ni siquiera estaba vestido apropiadamente. Uno de los candidatos es catedrático y era obvio, la suerte estaba echada. Cabe señalar lo muy cuidado y limpio del proceso de votación ahí realizado, con las cuantificaciones finales anotadas en una pizarra.
Al final, algunos de mis compañeros escritores me felicitaron porque mis propuestas eran excelentes, y hace mucho tiempo no se planteaban propuestas de esa manera. Lamentablemente faltó “el arte de retórica” para convencer, no fue suficiente haber diseñado propuestas precisas y sistemáticas, ni tener una trayectoria labrada con sacrificio y tesón. Admito mis errores, sé perder.
Me animaron a contender en la siguiente, dentro de tres años.
A los vocales elegidos, los estimo y admiro mucho, hemos compartido varias veces lecturas y eventos literarios en diferentes espacios culturales, es de resaltar esto: en campaña no hubo dimes y diretes como suele pasar en estos procesos, a lo mucho un un tímido rumor a manera de broma donde se afirmaba iba yo a poner a todos los escritores a escribir ciencia ficción, ja, claro, no es cierto.
No queda de otra: desde nuestras trincheras hay seguir luchando para mejorar nuestro entorno cultural y disciplinas artísticas, entre todos, construirles caminos menos accidentados.
Tengo esperanza en la buena actuación tanto de los nuevos vocales como de la nueva dirigencia en Conarte, y hago una mención especial a los promotores culturales, héroes, idealistas, algunos casi anónimos, porque con muchas privaciones pero con sus antorchas de insistencia hacen su lucha para espantar ese “macabro y tétrico” panorama de la cultura en nuestro estado.