Cuatro años de sospechosa complicidad
Hugo L. del Río
Monterrey.- En los cuatro años que lleva el gobierno de Javier Duarte, han sido asesinados quince periodistas veracruzanos. Todas las víctimas tenían una cosa en común: habían denunciado los vínculos de Duarte con el narco.
El último colega abatido fue Rubén Espinosa, victimado, junto con cuatro mujeres, en la ciudad de México. Rubén no pudo quedarse en Xalapa: ya había sido amenazado de muerte. Pensó que en el DF estaría a salvo. Pero Javier Duarte no olvida ni perdona. El jefe de gobierno de la capital de la República, Miguel Mancera, asegura que los asesinatos no quedarán impunes. Pero el MP que lleva el caso, Adolfo Ríos, habla de robo o feminicidio como causales. Difícil de creer. Los cinco cadáveres tenían señas de tortura y a cada uno le descerrajaron el tiro de gracia. Pero lo que dice Ríos es lo políticamente correcto. Los poderosos se protegen entre sí.
Duarte ya había amenazado a la Prensa veracruzana: “pórtense bien”. Lo dijo delante de medio mundo y con intención de que se publicaran sus palabras. La ONG Artículo 19, declaró: “la violencia que él (Rubén) había sufrido era conocida públicamente, por lo que el homicidio se produjo sin que las autoridades encargadas de proteger periodistas en este país movieran un solo dedo en su favor”.
En la orgía de corrupción y mentiras que lo caracteriza, el gobierno federal creó una agencia que, en teoría, está obligada a auxiliar a los profesionales de la información. Tontería mezclada con demagogia. Eso no funciona, no puede funcionar. ¿Qué, van a escoltar a cada hombre o mujer de los medios con un batallón de paracaidistas? O, lo que sería siniestro, ¿cada uno de nosotros tendrá uno o dos policías de guardaespaldas? Jesús me ampare. Prefiero quedarme solo. Inspiran más miedo los gendarmes que los sicarios de los capos.
Javier Duarte tiene competencia por parte del otro Duarte, César, su colega de Chihuahua. En lo que va de la narcoadministración de Javier, ya lo dijimos, han sido ejecutadas quince personas de Prensa. Antes de su “gestión”, los esbirros mataron a otros dos. César, el chihuahuense, contabiliza dieciséis periodistas que ya no podrán denunciar sus crímenes. Chihuahua y Veracruz son hermosos estados. Xalapa era una de las ciudades más bellas del mundo. Algún día esto también pasará pero, hoy por hoy, la que fue hermosa y pequeña urbe de flores y niebla es la mansión de la violencia. La dama de blanco despacha en el palacio de gobierno.
Rubén anticipaba su destino. Una vez dijo: “la muerte escogió a Veracruz; la muerte debió vivir ahí”. Sin duda, Mancera mandará arrestar a dos o tres miserables muertos de hambre y los acusará de todos los homicidios habidos y por haber. Sus “investigadores” los harán confesar que primero le quemaron los pies a Cuauhtémoc y después hundieron el Titanic.
Llevamos una macabra contabilidad: 104 colegas sacrificados en quince años. Rubén tenía 31. Amaba tanto a su perro, Cosmos, que pidió a unos amigos se lo llevaran al departamento de Narvarte, DF. Supongo que lo tendría encerrado en algún cuarto o en la azotea, porque el cocker spaniel sobrevivió. Conozco a los perros. Cosmos morirá de pena. Cosmos llora hoy y llorará todos los días que le queden de vida.
Y Xalapa ya no es una ciudad hermosa. Allá, como escribió don Edmundo Valadés, la muerte tiene permiso.
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Otra vez Reynosa. Las balaceras y los bloqueos comenzaron ayer a las dos de la tarde. Sin duda, las cámaras de vigilancia que instala el narco en el centro de la ciudad son de gran ayuda para detectar la presencia de policías o militares “indeseables” para los cárteles. Puerto fronterizo, con refinería de Pemex y todo. Y ni por esas puede el Estado mexicano garantizar la seguridad. ¿No puede o no le conviene?
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