GOMEZ12102020

HOMBRES QUE ESCRIBEN EN NL
Entrevista con Sergio Cordero
Eligio Coronado

1.- ¿Cómo te convertiste en escritor?
La pregunta es ambigua. Si te refieres a cuándo escribí mi primer texto propiamente literario, podría decir que fue más o menos a los catorce años. Si te refieres a cuándo publiqué mis primeros escritos, tendría que remitirme a mi paso por el taller de literatura de Elías Nandino (1979-1982). Pero si te refieres a cómo llegué a ese momento en el que tomé conciencia de que podía ser de veras un escritor, la historia sería demasiado larga para contarla aquí.

2.- ¿Qué sientes cuando escribes?
Esta pregunta me parece irrelevante. Cuando se escribe, lo importante no es lo que siente uno, sino lo que quieres hacer sentir y pensar a los demás.

3.- ¿Cómo te ves a ti mismo como autor?
Otra pregunta ambigua, que incluso podría tomarse a broma. Jesús de León y yo nos burlábamos de la idea que algunos escritores tienen de sí mismos y que no corresponde para nada con la imagen de ellos que ofrecen sus obras. Les pasa lo que a Narciso: enamorados de su imagen, terminan ahogándose en su reflejo. Yo procuro no pensar en eso, porque me quita concentración para escribir. Estoy de acuerdo con Gabriel Zaid en que el único rostro que un autor debe ofrecer al público es su obra. La totalidad de la obra, observa Borges, terminará dibujando su verdadera cara.

4.- ¿Cómo juzgas la obra escrita por hombres en la actualidad?
Esta pregunta y la siguiente ya me las habías formulado en una entrevista anterior y te remito a la respuesta que te di entonces: me parece ocioso dividir la literatura por sexos (ahora podrías ser acusado de eso que llaman “binarismo”). ¿Cómo juzgo una obra? La juzgo por su calidad y nada más.

5.- ¿Y la escrita por mujeres?
Insisto: esta división es innecesaria. La buena literatura puede ser escrita por mujeres o por hombres.

6.- ¿Qué problemas sociales o morales has enfrentado como escritor?
En términos generales, dedicarse a la literatura es un problema social porque el escritor, así sea indirectamente, termina abordando en sus obras otros problemas sociales (los morales, por ejemplo). A nivel personal, esos problemas los enfrenta uno con la familia, cuyos miembros, cuando se dan cuenta de que quieres dedicar tu vida a la literatura, opinan, con mucho sentido común, que mejor deberías dedicarte a cualquier otra actividad; de preferencia, una que te deje mucho dinero.

7.- ¿Te han censurado alguna vez?
Hasta ahora, que yo sepa, no.

8.- ¿Te han menospreciado como autor?
Otra pregunta que puede contestarse de varias maneras. ¿Te refieres a si mis obras han sido desdeñadas por la crítica? En general, y salvo uno que otro caso, no. ¿A que yo haya sido menospreciado como autor? ¿Por quién? Por los lectores, hasta donde sé, no. Por otros escritores, depende pero, al menos por esos autores que admiro y respeto, no. Ahora bien, una cosa es el aprecio (que tiene que ver con la persona) y otra la valoración (que tiene que ver con la obra). Hay que tener cuidado de no confundir una con la otra. Un gran poeta, en uno de sus libros, me puso esta salomónica dedicatoria: “A la sensibilidad poética de Sergio Cordero”.

9.- ¿Consideras que la crítica literaria es más benévola con los hombres que con las mujeres o es pareja?
Si, como opiné antes, dividir la literatura entre hombres y mujeres no tiene sentido, utilizarla como categoría de la crítica literaria lo tiene todavía menos. Además, la función de la crítica no consiste en ser benévola. Un crítico benévolo no es un crítico, es un maestro de ceremonias. La crítica puede ser constructiva, de acuerdo, pero no por eso dejará de señalar errores y deficiencias.

10.- ¿Qué autores, en general, te han impactado más?
Hay autores que me han impactado positiva y negativamente. Me abstengo de citar nombres y títulos. En el caso de los positivos, la lista sería ridículamente corta. En el caso de los negativos, abrumadoramente larga. Así que sólo diré que me impresionan positivamente esos escritores que son claros y directos y que le juegan limpio al lector. Los que me impresionan negativamente son aquellos que, a través del rebuscamiento o de algún desplante pretendidamente audaz y vanguardista, intentan disimular ante el lector sus deficiencias o ignorancias. Estos no juegan limpio ni con ellos mismos.

11.- ¿Y qué escritoras?
Lo que respondí en la pregunta anterior se aplica también a las escritoras.

12.- ¿Has publicado libros (y cuáles son)?
Mis obras son, en poesía: «Testimonios del día» (1983), «Vivir al margen» (1987 y 2012), «Oscura lucidez» (1996 y 2016), «Luz cercana» (1996), «Sonetos familiares» (2001), «Toda la lluvia. Antología personal» (2004), «22 poemas» (2008), «Enemigo interior» (2008) y «El púrpura ñu. Versiones de poesía 1985-2015» (2015); en ensayo: «Jorge Cuesta: viaje poético de la inteligencia» (1981), «Escrito en el noreste y otros textos sobre literatura regional» (2008), «Crítica en crisis» (2011), «De hallazgos e invenciones. Ensayos sobre historiografía y ficción» (2019), «¿Sabemos leer poesía?» (2020) y «El incrédulo asombro. Ensayos sobre poetas jaliscienses» (2021); en narrativa: la novela «Hermano Abel» (2000), el guion para cine «Del cuento al guion. El perro tendrá su día» (2000) y el volumen de relatos «Los ojos de Anya» (2002); en aforismo: «Insomnios» (1997) y «Cincuenta insomnios» (2014); en teatro: «Vender la tierra, comprar el viento» y «Casa con dos puertas» (1993), ambas piezas escritas en colaboración con Jesús de León.

13.- ¿Cuál consideras que es tu mejor libro o texto (poema, cuento, novela, etcétera)?
Eso debes preguntárselo a los lectores y a los críticos, que pueden ver la trama de los textos al derecho y no, como los autores, al revés. Como autor, uno sólo puede decir qué texto le costó más trabajo y en cuál se acercó más a lo que tuvo en mente. Puede ocurrir que al lector le guste un texto que al autor no le haya costado tanto trabajo, o que no lo haya dejado muy satisfecho, o viceversa. En lo que a mí respecta, todos los libros que he escrito me han costado un enorme trabajo. Todos, sin excepción. ¿Cuál es el mejor? Si eres tan amable, pregúntale al lector. Yo estoy muy cansado para ocuparme de eso.

14.- ¿Premios, becas o reconocimientos que hayas recibido?
Al principio de mi carrera, obtuve tres becas: la del INBA / Fonapas (1982-1983), para escribir mi primer libro de poemas; la del Centro de Escritores de Nuevo León (1987-1988), para escribir un libro de cuentos; y la de El Colegio de México (1990-1993), para estudiar el Doctorado en Literatura Hispánica, beca a la que renuncié en 1991. Jamás he ganado un certamen literario, pese a que concursé en el “Carlos Pellicer”, con «Vivir al margen»; en el Premio de Poesía Aguascalientes, con «Oscura lucidez»; y en el Premio de Narrativa Colima, con mi novela «Hermano Abel».

A principios de los noventa, un coterráneo mío me soltó el chisme de que algunos colegas, locos de ira porque logré publicar «Vivir al margen» en el Fondo de Cultura Económica, habían “negociado” con funcionarios culturales para que se me vetara de todo concurso literario: “Lo hicieron, según ellos, para disciplinarte” (¿?). Entonces no le creí, pero después de lo que me pasó, decidí ya no concursar en nada. Soy uno de los pocos escritores que, durante los regímenes neoliberales, no recibió beca del Conaculta ni una ni seis veces: nunca.
«Vivir al margen» desapareció hace años del catálogo del FCE. Una editorial de la Ciudad de México rechazó «Oscura lucidez», pese que ya había aceptado publicar el libro; y también «Enemigo interior», sin importar que existiera el compromiso de coeditarla con una institución académica. ¿Esto también fue parte del supuesto veto? No lo sé. Ya no me importa.

No he ganado el Premio Nuevo León, tampoco el Premio Jalisco. Los escritores tapatíos saben que vivo en Monterrey. Los escritores regiomontanos saben que nací en Guadalajara. He escrito libros sobre las literaturas de Jalisco y Nuevo León. ¿No basta? Por lo visto, no. Y basta.

15.- ¿Proyectos en puerta?
Tengo varias obras en proceso: una novela corta, un volumen de cuentos y quizás un nuevo poemario. La novela (una “precuela” de «Hermano Abel») está casi terminada. Los cuentos, publicados originalmente en periódicos y revistas, necesitan revisarse a fondo. Con los poemas dudo demasiado. Cada vez me convenzo más de que la poesía es asunto de jóvenes. A mi edad, la tensión lírica desgasta mucho. No sé cuál proyecto terminaré primero, o si viviré lo suficiente para ver alguno publicado.