PEREZ17102022

Industria editorial mexicana en riesgo, 4
David Ricardo

Los riesgos de convertir al libro en un producto informático
y a las bibliotecas en centros de cómputo


Monterrey.- Un paradigma novedoso de la informatización que convierta a las bibliotecas en centros de cómputo y al libro en archivo para leer en algún artilugio tecnológico se vuelve inaccesible para una mayoría significativa por cuestiones económicas, y porque la mayoría de estos artilugios están diseñados para distraer la atención y capturar información personal; en el caso de los sistemas de suscripción a la base de libros para el lector Kindle hay que pagar un cargo extra y mensual para evitar la publicidad invasiva que puede rondar los 20 euros para el mercado europeo, oportunidad de negocio que ha ayudado a colocar a Amazon en Estados Unidos y en México en las primeras posiciones en la venta de publicidad digital.

Con una biblioteca informatizada el patrimonio cultural sufre un riesgo inminente y real de desaparecer: se obliga a eliminar obras en papel infinitamente más duraderas que los medios de almacenamiento digitales, y cuyo costo ya se había amortizado; un cambio de modelo de almacenamiento, consulta y conservación de la información implica para las bibliotecas y los usuarios la dependencia y adquisición continua de artefactos para la lectura costosos y dañinos para la salud visual, de obsolescencia programada, energívoros por su permanente consumo de electricidad y por la fecha de caducidad prefijada del hardware y del software que no mejoran las prestaciones de lectura, certificación y confiabilidad de la información que ofrece el libro en papel porque los libros digitalizados ya se pueden falsificar con tecnologías de generación de ultrafalsos (deepkakes). El costo de digitalizar un solo libro para una biblioteca puede ser diez o más veces mayor que una versión recientemente impresa en papel, además del gasto futuro que implica la continua necesidad de actualizar, trasladar a nuevos formatos tecnológicos cada vez que aparezcan o cuando caduquen los actuales, y pagar permanentemente cuotas de acceso a bases de datos y renovación de equipamiento y servicios informáticos, además del eterno consumo de energía. Las bibliotecas nacionales no tienen compromisos más allá de sus fronteras.

Como si se tratara de un artículo de fe, existe la creencia relativa a que una nueva tecnología solamente por ser nueva debe obligadamente sustituir a otra anterior, como si se tratara de implantar un nuevo dios de silicio propiedad registrada de algún conquistador cibernético para suplantar al antiguo de los vencidos. Está demostrado que las telepantallas no mejoran las prestaciones para la lectura y el aprendizaje que ofrece el formato en papel, y periódicamente aparecen reportes y estudios actualizados sobre las afectaciones cognitivas y a la salud visual. Como nuevos artilugios de la informatización, las telepantallas no solamente despliegan información, también se informan acerca de las actividades del usuario mediante micrófonos y cámaras de video miniaturizados para transmitirlas a una central remota de almacenamiento digital (nube). Para promover la informatización y la mercadotecnia de tecnologías novedosas se ha repetido ad nauseam que las innovaciones tecnológicas, una vez alcanzadas, no se pueden rehusar ni dar marcha atrás, pero a pesar de esto casi nadie ha reparado que el orden de la tipografía para la lectura en los nuevos artilugios electrónicos se adapta no a las propiedades del ojo humano, sino a las limitaciones de la telepantalla, lo que supone tirar a la basura el desarrollo tipográfico de la imprenta de Gutenberg y sufrir un retroceso de más de 500 años, lo que demuestra que es posible rechazar los avances de la tecnología, aunque en este caso no en beneficio de los lectores.


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