Puebla.- Parafraseando a un clásico, podemos decir que es “increíble, y casi surrealista”, que en nuestro país se esté solicitando la revocación de mandato desde el poder. “Increíble, y casi surrealista”, es también que un partido político que ha renunciado a la deliberación interna para elegir a sus candidatos, y optó por seleccionarlos mediante encuestas, quiera realizar un plebiscito para mostrar que su líder tiene aceptación, cuando todas las encuestas son claras al respecto.
Se pone al plebiscito como el mecanismo democrático por excelencia. En la realidad democrática, y en la mayoría de las teorías sobre la democracia, es un mecanismo marginal. Hay otras formas de participación democrática. Mencionemos dos, acotadas pero importantes: la democracia deliberativa y la participación en políticas públicas.
La primera solo puede darse en grupos relativamente pequeños. Está implícita en la idea de “parlamento”: viene de hablar. Es la instancia en la que los representantes de una nación, o de un conjunto de naciones, dialogan y deliberan sobre los asuntos públicos. No siempre sucede: es frecuente, sobre todo en parlamentos de baja calidad, que la deliberación sea sustituida por los gritos y los insultos.
Otro espacio de deliberación en las democracias son los partidos políticos. Sus comités, consejos, asambleas y convenciones se suponen espacios de democracia deliberativa. No siempre sucede, ciertamente, pero su presencia y su calidad habla de la calidad de la organización partidaria.
El partido en el poder en México renunció a la deliberación en un aspecto concreto: la selección de sus candidatos. Dejó esa decisión a las encuestas, que, como todos sabemos, admiten varias interpretaciones.
La participación en políticas públicas es otro signo de la salud de una democracia (y de la eficiencia de sus gobiernos). Tiene que ver con la “ciudadanía especializada”: no es posible que todos participemos en todo, pero en problemas específicos es necesaria la participación de los ciudadanos que saben sobre el tema, sea porque están afectados por el problema y por tanto lo conocen, sea porque tienen conocimientos teóricos y de buenas prácticas al respecto.
Hay gente que sabe mucho sobre aeropuertos, sea porque está en eso todos los días (operadores, aviadores, compañías aeronáuticas, usuarios), sea porque ha estudiado el tema. Construir un aeropuerto sin invitarlos a participar, puede dar lugar a elefantes blancos. Lo mismo puede decirse de ferrocarriles, refinerías, reforestaciones y casi toda acción pública.