PEREZ17102022

Julio versus Anabel
Ernesto Hernández Norzagaray

Mazatlán.- Pruebas, pruebas, exigía Julio Hernández, Astillero, en una entrevista a la periodista Anabel Hernández, sobre los 2 millones de dólares del Cártel de Sinaloa que se habrían filtrado a la primera campaña presidencial de López Obrador, a cambio de que en caso de que se ganara la elección obtener protección y hasta, palomeo, en la integración de la entonces Procuraduría General de la República.

El resultado electoral, como sabemos, resultó adverso para el candidato presidencial de la entonces coalición electoral “Por el bien de todos, primero los pobres”, lo que habría enfurecido al narcotraficante Édgar Valdez Villarreal, mejor conocido como 'La Barbie', quien presuntamente fue el intermediario con los políticos y, hasta se dice, que quería ir asesinar al presidente del Tribunal Electoral Federal, porque él y el resto de los magistrados dieron como válidos y legítimos los resultados electorales.

Evidentemente, la autora del exitoso libro “Los Señores del Narco”, no tiene las pruebas que quisiera ver el autor de la columna Astillero-La Jornada que suponemos serían buenas fotografías de AMLO con el Mayo Zambada o el Chapo Guzmán, audios de aquel con los intermediarios políticos o mafiosos, cheques a nombre de Nicolás Monilledo, entregas de dinero en bolsas negras a los intermediarios políticos y todo, lo que pueda ser una prueba irrefutable de que el Cártel de Sinaloa financió la campaña presidencial del político tabasqueño.

Y si no hay esto, para Julio Hernández los dichos no son válidos… ¡Nunca hubo un centavo del Cártel de Sinaloa en esa campaña, hasta que se demuestre lo contrario!, dirá con cierto enfado y satisfacción. Ergo, la periodista miente, no hace investigación, sino propaganda en contra del presidente López Obrador.

Sin embargo, el relato realizado por Anabel Hernández coincide en lo esencial con los artículos de los periodistas estadounidenses Tim Golden y Steven Dudley, y si nos fijamos cómo se fue armando la trama desde que un narco es detenido en McAllen, Texas, hasta los testimonios recogidos sobre las presuntas reuniones que se celebraron entre políticos y narcotraficantes tanto en Nueva Vallarta, como en el barrio Polanco en la Ciudad de México, donde se habría entregado los dos millones de dólares.

Anabel argumenta didácticamente sobre cómo funciona el sistema judicial norteamericano cuando hay de por medio testigos protegidos que, por supuesto, siempre quieren librar sus largas condenas ofreciendo información sensible, pero, no basta soltarse diciendo mentiras para que la contraparte caiga rendida y les rebaje las penas o los libere de inmediato, y es que dice Anabel estos pasan por una serie de filtros para saber si el testigo está diciendo la verdad o quiere verles la cara de imbéciles.

Pero, Julio, con una sonrisa perdonavidas rechaza el argumento “ingenuo” ¿acaso no sabe Anabel que allá también hay corrupción y no importan los filtros judiciales?, dirá para sus adentros.

Los argumentos de Anabel explican la diferencia entre quienes están hoy en las calles estadounidenses (Jesús y Vicente Zambada, Damaso López, el “Minilic”, Lucero Sánchez, Sergio Villareal “el Grande”, Emma Coronel etc.) y, quienes, siguen purgando condenas en las prisiones de ese país, para no aparecer como un chivato, un traidor a su Cártel o lo que fue la federación (ahí están presos Osiel Cárdenas, Jorge Costilla Sánchez, 'El Coss', etc.).

El problema de periodistas como Julio Hernández es que lamentablemente siguen la tonada que les indican desde Palacio Nacional y sí, su residente, pidió ese mismo tipo de pruebas a Tim Golden, estos van a exigirla con más fuerza, buscando exhibir a su interlocutor como calumniador, difamador, conservador, vendido, sicario mediático.

Se dirá, claro, el periodismo de investigación se sustenta en hechos no en suposiciones, preferencias o animadversiones como una forma de descalificar al contrario y hacer un guiño al efectivo de Palacio Nacional, o a quienes tienen la tarea de supervisar el trabajo de los que están detrás del micrófono o una columna periodística amiga.

Dicho de paso, ni uno ni otro, son los más indicados para evaluar este periodismo que se hace en la calle con todos sus riesgos. Anabel, es público, que por amenazas para ella y su familia decidió desde hace unos años vivir en Italia donde sigue haciendo el mismo periodismo molesto para las sucesivas élites del poder.

En definitiva, me quedo con Anabel, que es capaz de aportar nueva información, aun aquellas que no son redondas, impecables, como las que exige Julio a Anabel para poder reclamarle la falta de veracidad de sus hallazgos desde la comodidad de su espacio de producción.