Monterrey.- En las grandes ciudades europeas, todas las mañanas, un equipo de servicios públicos, lava la cara de las urbes.
Pasa con las mangueras a presión por los andadores. Mueve las toneladas de excrementos de las mascotas. Los residentes poco hacen por levantar la porquería. Conocen el privilegio de sus impuestos. Dejan la labor a los más humildes.
Parques, andadores y apartamentos huelen a podredumbre. Las parejas discuten, al concluir sus relaciones amorosas, en quienes tendrán la custodia de los animales.
Así los perros y gatos, domésticos por selección natural, ocupan el lugar de los hijos ausentes. La paternidad casi exclusiva para las familias de inmigrantes. El estado apoya el incremento de pobladores. Reclasificar la movilidad social y el sostenimiento del sistema de pensiones a futuro.
En los partidos políticos existen personajes como ciudades. Metáforas de grandes catedrales. Construcciones arcaicas de barrios góticos. Jardines coloniales en barrios de alta alcurnia.
Buscan entre sus incondicionales sus mascotas. Hay algunos tan fieros como perros de pelea. Conocen a cabalidad las leyes y las lagunas legales para impugnar las elecciones.
Otros, cual gatos de angora, se dejan placear y acariciar en cada una de sus participaciones. Demuestran el músculo de sus seguidores.
Perros y gatos de nuestros políticos, también orinan y defecan. Incluso algunos lobos se hacen pasar por perros domésticos. Se juntan con otros lobos para hacer jauría.
Eso hace la familia Garza Flores en la candidatura de Clara Luz por la gubernatura de Nuevo León en la coalición de MORENA, PT, PANAL y PES.
Otro lobo de Cemex, de los desarrolladores, Waldo Fernández, demuestra el mejor informe de su inteligencia. Su capacidad panegírica y saltimbanqui.
Ensuciando las calles y avenidas, cafés y plataformas, con el excremento de sus ideales.