PEREZ17102022

La lección peruana
Javier López Mejía

Monterrey.- En un texto reciente me centré en escribir la experiencia de estar en Cuzco, Perú. Retraté la idea que surgió en mi infancia a razón de escuchar una radionovela con el punto clave de Machu Pichu que visité en 2022. No era la primera vez que visitaba dicho país, pues en octubre de 2010 fui invitado por la Organización de Estados Americanos (OEA) como miembro de una Misión Internacional de Observación Electoral, aunque en esa ocasión mi destino fue el noreste de Perú, concretamente en Iquitos, una población pequeña en medio de la selva justo en el enclave fluvial donde se unen afluentes que originan el Amazonas. Iquitos atrajo y hospedó a personajes tales como Ernesto Guevara (El Che) que pasó por ahí en su recorrido antes de internarse en el Amazonas y el tremendo Brian Sweeney Fitzgerald (la película “Fitzcarraldo” plasma esta historia), obsesionado de la ópera, que desea construir un teatro en la selva, hizo cruzar su navío el Amazonas y por una montaña para llegar a dicho lugar, la huella del ingeniero Eiffel en Iquitos con la Casa de Fierro, la cual formó parte de la Exposición Universal de París de 1889.

El objetivo en Iquitos era observar una elección provincial y municipal a la vez que un referéndum; un intenso contraste entre Cuzco e Iquitos: el primero, la majestuosa montaña; en el segundo, la selva, el calor; en el primero, comunicación principal por vía fluvial; en el segundo, las veredas y los caminos terraplenados o medianamente pavimentados. El trato fue en general con los citadinos o ladinos, diría un originario del sureste mexicano en el primero; en el segundo, los ladinos ofrecían los servicios turísticos con mucho personal de ascendencia quechua, aimara y estos sí hablando con orgullo su lengua y platicando de la misma manera de sus orígenes, aun los que negociaban, entre ellos muchas mujeres que solo hablaban lo indispensable en español para hacer las transacciones.

Volviendo a los componentes del sistema educativo, en particular una esfera de las tres de todo sistema educativo que delinea el maestro Xavier Melgarejo en su libro “Gracias Finlandia”, de acuerdo a su propuesta, mis observaciones se inscriben en lo que denomina el subsistema educativo sociocultural.

En la elección de Iquitos y, en general en Perú se lazan “movimientos”, “frentes” o “alianzas” coyunturales momentáneas para enfrentar una elección; no hay instituciones partidistas fuertes y de presencia nacional, excepción del aprismo y algunos otros que no se vieron representados en Iquitos, provincia de Maynas, departamento de Loreto en la elección que comento. El ciudadano se enfrenta a grandes dificultades para cumplir con su obligación el día de la elección; cabe mencionar que hay sanción económica para quienes no voten o no cumplan como funcionarios de casilla. Los centros de votación concentraban muchas secciones electorales; me comentaban que algunos viajan hasta dos días por vía fluvial para ir a votar; otros se sorprendían de verse como funcionarios oficiales sin haber sido notificados; en un lugar con alto nivel de analfabetismo, las casillas se identificaban con seis dígitos y los centros de votación custodiados y vigilados por militares.

En una lección pedagógica que dista de ser edificante para estimular la participación ciudadana, los ciudadanos tenían dificultad para identificar su número de casilla electoral ante tantos números, desesperados y preocupados por la sanción los vi llorar de miedo e impotencia porque además de no llegar a tiempo, ni siquiera sabían que tenían asignación de ser funcionaros electorales; eso significaba ser multado o ser obstaculizados en trámites burocráticos del estado. Considero que lo que pude construir educativamente el subsistema educativo familiar y escolar, el subsistema educativo de la realidad sociocultural, yo diría socio-político-cultural, lo trastoca al no lograr satisfacción de participar, y esto lo lleva al desaliento, y a la frustración.

En Cuzco me enseñaron una de sus reglas morales ancestrales: “Ama Quella, Ama Llulla, Ama Sua”; es decir, no seas ocioso, no seas mentiroso y no seas ladrón, eje central desde sus antepasados para poder vivir en sociedad. Esta enseñanza la ponen como un reto difícil de alcanzar y más aún para los representantes de la autoridad, los servidores públicos. Se observa una gran resistencia a la aculturación, y aquí encuentro un contraste con México, donde en la segunda generación de personas que se trasladan a las ciudades dejan de usar su lengua original, incluso se apenan de usarla, no la trasmiten a sus hijos, con muy honrosas excepciones. En Perú, al menos en la zona de Cuzco, las poblaciones del Valle Sagrado Machu Pichu incluido, Puno, islas del lago Titicaca que recorrí, se escucha por doquier su propia lengua; incluso los mestizos la hablan también.

Hoy Perú, con su gran convulsión política, donde diferentes grupos de poder fáctico no permitieron la gobernanza en el mandato de Pedro Castillo electo democráticamente, después de cambiar la integración de su gabinete en cuatro ocasiones, no satisfice a los grupos de poder, e intentó la disolución del congreso, lo acusaron de auto golpe de estado, hoy está encarcelado. Nombran nueva presidenta, pero este pueblo y su ancestral cansancio de las autoridades, en un evidente apoyo a su presidente depuesto, han salido a las calles. Esto también es producto de la fatiga que produce esa enseñanza del mal ejercicio del poder y la tropelía de no respetar la soberanía popular; orgullosos de sus antepasados, de su lengua, de sus valores y de que alguien emanado de ellos no le permitan el ejercicio del poder.

Estamos ante muy malas lecciones educativas del subsistema sociocultural, pero también ante la reacción positiva del pueblo, que están dejando una lección educativa al poder que, en parte, un poco ha echado atrás y se ha dividido ante la tragedia que significa que la lucha política se transforme en una lucha fratricida; ¿algún día entenderemos la lección en Latinoamérica?