CORONA240820201

LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO
Ramonet y su análisis de la pandemia
Edilberto Cervantes Galván

Monterrey.- Ignacio Ramonet publicó en Le Monde Diplomatique un análisis muy interesante sobre la pandemia que todos padecemos. A continuación presento una síntesis*. Las frases entrecomilladas fueron tomadas directamente del texto de Ramonet.

Estamos padeciendo el llamado “efecto mariposa”, alguien al otro lado del planeta se come un extraño animal y tres meses después media humanidad se encuentra en cuarentena.

Los ciudadanos vuelven sus ojos hacia la ciencia y los científicos en la esperanza de una vacuna que elimine la amenaza.

La gente y las empresas buscan el refugio y apoyo del Estado, el cual podría regresar después de la pandemia con mayor fuerza, en detrimento del mercado.
“En general, el miedo colectivo, cuanto más traumático, más aviva el deseo de Estado, de Autoridad, de Orientación”.

En cambio, las organizaciones internacionales y multilaterales de todo tipo (ONU, OMS, Banco Mundial, etc.) no han estado a la altura de la tragedia. “Desacreditada por su complicidad estructural con las multinacionales farmacéuticas, la propia Organización Mundial de la Salud ha carecido de suficiente autoridad moral para asumir, como le correspondía, la conducción de la lucha global contra la nueva plaga”.

Mientras tanto los gobiernos nacionales asisten impotentes a la diseminación por todos lados de esta nueva peste. Sin vacuna ni cura, el escenario es de catástrofe. Las devastadoras políticas neoliberales de privatización a ultranza de los sistemas de salud se revelan absurdas y hasta criminales.

“Se habla ahora abiertamente de nacionalizar, de relocalizar, de reindustrializar, de soberanía farmacéutica y sanitaria”.

“La economía mundial se encuentra paralizada por la primera cuarentena global de la historia”. Una tragedia económica peor que la gran recesión de 1929.

“La única lucecita de esperanza” es que el medio ambiente ha tenido un respiro. La contaminación que cada año mata a millones de personas ha retrocedido. La naturaleza vuelve a lucir.

“En la escena geopolítica, la espectacular irrupción de un actor desconocido- el nuevo coronavirus- ha desbaratado por completo el tablero de ajedrez del sistema-mundo”.

Los gobiernos han señalado que fueron tomados por sorpresa, que no era previsible la aparición de una amenaza como ésta. Sin embargo, numerosos estudios prospectivos ya habían señalado los riesgos de la inminencia de la aparición de un virus como el Covid. La CIA y el Pentágono ya habían anticipado los riesgos de una enfermedad respiratoria, que surgiría con probabilidad en ambientes en los que la relación entre animales y humanos no está bajo control, como en el sureste asiático.

     En 2017, el Pentágono había advertido al gobierno norteamericano: “todos los países industrializados, incluido Estados Unidos, carecerían de medicamentos, respiradores, camas hospitalarias, equipos de protección y mascarillas, para afrontar una posible pandemia”. Además, el SARS de 2002, la gripe aviar de 2005, la gripe porcina de 2009, y el MERS de 2012 ya habían alcanzado en su momento niveles de pandemia.

     Hubiese bastado que Trump y otros líderes mundiales hubieran escuchado los repetidos avisos de alerta de la propia OMS. “En particular el grito de alarma que esta organización lanzó en septiembre de 2019, o sea la víspera del primer ataque del nuevo coronavirus en Wuhan”.

     A fines de 2019 Trump desintegró el comité de científicos que tenían como responsabilidad la “Protección de la salud global y la biodefensa”.
La realidad es que se conocía desde hacía años lo inminente de la irrupción de un nuevo coronavirus que podía saltar de animales a humanos y provocar una terrorífica pandemia.

     No había “voluntad política” para tomar previsión contra el virus, como no la hay para combatir el cambio climático. “La diferencia entre esto y el cambio climático es que esto está matando más rápido”

     “Desde hace lustros, los militantes ecologistas vienen advirtiendo que la destrucción humana de la biodiversidad está creando las condiciones objetivas para que nuevos virus y nuevas enfermedades aparezcan”.

     Corea del Sur, Singapur y China, que son citados frecuentemente como países que han mantenido bajo control los contagios, han aplicado estrategias de macrodatos y vigilancia digital. Los críticos de occidente señalan que esa solución tecnológica “supone el sacrificio de una parte de la privacidad individual”. Cómo si salvar vidas no fuera en favor de los derechos humanos. En Singapur, en marzo pasado, se lanzó una app que puede identificar, retrospectivamente, a todos los contactos de cada persona, y avisarles si un amigo o un pariente contrajo el virus; el Acta de Enfermedades Contagiosas de Singapur hace obligatoria, por ley, la cooperación de los ciudadanos con la policía: el castigo por indisciplina puede ser una multa de hasta 7 mil dólares, cárcel hasta por seis meses o ambas. Esta solución de big data está siendo imitada en “democracias occidentales” como Alemania, Reino Unido, Francia, España, entre otras.

     A escala global, Google y Apple decidieron asociarse para rastrear los contactos de los afectados por la pandemia. Están desarrollando una tecnología que, a través de conexiones Bluetooth, pueden alertar a una persona de que estuvo cercana a alguien contagiado por el virus.

     La Covid 19 se ha convertido en la primera enfermedad global que se combate digitalmente. No obstante, el rastreo de los teléfonos móviles, así sea para una buena causa, abre la puerta a la posibilidad de una masiva vigilancia global. Estos medios de vigilancia podrían permanecer vigentes una vez que la pandemia sea controlada.

     Los países asiáticos tenían la experiencia reciente de combatir otros virus. Sin necesidad de recursos digitales llegaron a la convicción de que si, por arte de magia, todos los habitantes se mantuvieran inmóviles donde están, por catorce días, la pandemia desaparecería. A partir de entonces, el uso de mascarillas se generalizó en toda Asia. Se hizo habitual la toma de temperatura a la gente al abordar un autobús, al entrar a un edificio. O bien lavarse frecuentemente las manos con agua y jabón. Vietnam fue el primer país en controlar el nuevo coronavirus, con sólo seis personas contagiadas, al aplicar de inmediato las medidas más drásticas de confinamiento y aislamiento; todos los pacientes se recuperaron, no murió una sola persona.

     Son tiempos de insolidaridad. Los gobiernos nacionales han actuado con egoísmo y brutal rapidez. La prensa dio cuenta de cómo en los aeropuertos se disputaron embarques o bien las ventas al mejor postor de materiales o equipos esenciales.

     Es cierto que las personas mayores constituyen el grupo con más alta mortalidad; ”Ignoramos porqué”. Un vice-gobernador en los Estados Unidos declaró que: “Los abuelos deberían sacrificarse y dejarse morir para salvar la economía”.

     La Covid 19 es mortal y no distingue edad, ni raza, ni sexo, ni talla, ni origen, ni clase social. La Covid 19 no distingue, pero las sociedades desigualitarias sí.

     “Porque cuando la salud es una mercancía, los grupos sociales pobres, marginalizados, explotados quedan muchos más expuestos a la infección”. “Al capitalismo salvaje le tiene sin cuidado el dolor de los pobres”.

     A pesar del azote de la Covid 19 algunos empresarios han estado exigiendo que los trabajadores regresen a sus puestos para salvar la economía.
El personal sanitario, médicos, enfermeras, laboratoristas, están arriesgando su vida, a veces sin las protecciones debidas.

     El mundo está descubriendo lo que los medios no divulgan; que Cuba es una superpotencia médica, con más de 30 mil médicos y enfermeros desplegados en 66 naciones. Cuba proporciona también un medicamento –el Interferon Alfa 2 B recombinante- que ayuda a prevenir el agravamiento de los infectados.

     El capitalismo va mal. Se cierne la perspectiva de un desastre sin parangón. El costo será inimaginable, con el agravante que el Estado tendrá menos ingresos fiscales. “El comercio internacional se ha reducido al nivel de hace un siglo”. En lugar de unificar a los pueblos la globalización ha propiciado los egoísmos, las fracturas y el ultranacionalismo. El mundo se encamina a un nuevo orden económico.

     Las grandes potencias se han mostrado incapaces de coordinarse a nivel global, para crear un frente común planetario. Qué desastre el Consejo de Seguridad de la ONU.

     Muchos expertos consideran que Islandia y Nueva Zelanda, junto con Corea del Sur, son los países que mejor han enfrentado la pandemia, pero habría que agregar a Venezuela. Venezuela ha evitado los errores cometidos en Italia, España, Estados Unidos; la OMS ha reconocido la eficacia del “Método Venezuela”.
¿Cómo será el planeta cuando termine la pandemia? Estados Unidos y Europa no han sabido reaccionar y mostrar solidaridad con el resto del Mundo. Rusia y China, sobre todo esta última, han dado muestras de acción solidaria. “Han ayudado incluso a los Estados Unidos”

     “Las cosas no podrán continuar como estaban”. Una gran parte de la humanidad no puede seguir viviendo en un mundo tan injusto, tan desigual y tan ecocida.

     Como dice uno de los memes que más han circulado durante la cuarentena: “No queremos regresar a la normalidad, porque la normalidad es el problema”. La normalidad nos trajo la pandemia.

*Ignacio Ramonet, “Ante lo desconocido. La pandemia y el sistema-mundo”.