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HEMEROTECA

La Quincena No. 48
Octubre de 2007
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Ilustraciones
:
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TECLA SUELTA

Fantasía de los muñecos

Asael Sepúlveda

 

La fantasía de los muñecos que cobran vida o de un mundo en donde los robots un día cobran conciencia de sí mismos, se organizan y se apoderan del mundo es una de las favoritas dentro del género de la llamada ciencia ficción. El tema ha dado para cuentos, novelas, películas y –sorpresa– hasta piezas de ballet.

Fue Isaac Asimov quien trató de ofrecernos una vacuna contra semejante fantasía. En la década de los cincuentas del siglo pasado, Asimov escribió Yo, robot , en donde postula las tres leyes de la robótica, la primera de las cuales ordenaba que ningún robot podría dañar, ni permitir que por su negligencia o su inacción resultara dañado un ser humano. La transgresión de esta ley significaba la autodestrucción del robot, incapaz de presenciar el mínimo daño a un humano.

Décadas después, Steven Spielberg nos traería, en La Guerra de las Galaxias , a un par de simpáticos robots sirvientes, R2D2 y C3PO, cuya fonética en inglés se tradujo al español como Arturito y Tripio. La serie traería tiempo después a ejércitos de robots que no tenían inconveniente en exterminar humanos de manera masiva.

La tercera ley de la dialéctica, la Ley del Tránsito de los Cambios Cuantitativos a Cualitativos, nos indica que una acumulación de cambios en cantidad, acaba traduciéndose en un cambio de calidad. Si llevamos esto a la Internet , que enlaza ya a millones de computadoras, con una variedad enorme de programas, una lectura silvestre de la tercera ley de la dialéctica nos indicaría que la enorme suma de procesos de análisis y síntesis que ejecuta la red podría generar algún chispazo, si no de conciencia, sí de voluntad y de intencionalidades propias.

Ya las redes de computadoras han jugado malas pasadas. Recuérdese la quiebra de Barings, hace ya más de diez años, mediante un encadenamiento de procesos computarizados. Más cerca de nosotros, una visita a la Cámara de Diputados mexicana nos indica que en la red interna, hay modernos émulos del santo oficio que se encargan de una censura torpe (¿hay de otro tipo?). Tratar de buscar referencias a la OPEP (Organización de Países Expendedores de Petróleo) tendrá como respuesta que el site está bloqueado porque se asocia a la palabra sex y la amenaza de que el webmaster será informado de los datos de la computadora desde la que se comete semejante osadía. Tratar de consultar un video en YouTube recibirá una respuesta parecida. Y ya entrados en gastos, resulta imposible consultar el site de lostubos.com, con los mismos argumentos. Y ahora ni modo de echarle la culpa a Gobernación. O a Norberto y sus amigos. Amén. Q

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