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HEMEROTECA

La Quincena No. 48
Octubre de 2007
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LA BENDITA PALABRA

La música en la escuela

 

Ismael Vidales Delgado*

La mejor obra que conozco sobre la historia de la educación mexicana, recoge los eventos más significativos del tema desde 1821 hasta nuestros días y su autor es el doctor Ernesto Meneses. En los tomos que componen esta obra, observamos que desde siempre existieron en las escuelas primarias y posteriormente en las secundarias, clases de música y orfeones.

Considerando la importancia de esta disciplina artística en el desarrollo integral del ser humano, resulta incomprensible que se haya diluido en un espacio denominado Educación Artística, que abarca mucho y enseña poco, digamos, nada.

. La maestra de piano en los antiguos jardines de niños y el de violín en las secundarias, son anécdotas para la historia. Recuerdo que en las fiestas de fin de cursos y asambleas cívicas era obligado un número en el programa donde participaban ejecutantes de piano y violín, además la escuela en pleno entonaba canciones bien entonadas, producto del trabajo de los maestros y maestras de música. ¡Qué tiempos aquéllos!

No tengo la menor duda que la educación estética y la artística se plantean desde una perspectiva más amplia que la ecuación musical, solo que aquélla era real, las otras son meras esperanzas planteadas en el discurso de la programación oficial. Si volviera la música a la escuela no sólo cumpliría sus objetivos inmediatos, sino que fomentaría valores estéticos, éticos y culturales, entre otros, la creatividad, la solidaridad y la trascendencia. La educación musical permitiría crear, escuchar, ejecutar y disfrutar la vida en su totalidad. La música es mucho más que ejecutar algún instrumento, es una disciplina totalmente formativa, democrática, es decir, incluyente, plural, solidaria, respetuosa, universal.

Hacia 1970, en la escuela normal “Miguel F. Martínez” la maestra María del Socorro González hizo que más de mil alumnos tuvieran acceso a instrumentos tan simples como el triángulo, la armónica y la flauta dulce, y logró crear no solamente un grupo enorme de ejecutantes que conmemoraban los primeros cien años de su institución, sino un ambiente de hermandad, alegría y solidaridad. La pregunta es la misma ¿Cuándo se fue la música, y con ella la alegría de nuestras escuelas públicas? Si alguien sabe la respuesta, la verdad no tiene importancia, es más importante saber ¿Cuándo volverá a los salones de clase el maestro del violín y cuándo se instalará nuevamente la maestra de piano en el salón de música? Estoy plenamente convencido de que el currículo entero se vería beneficiado con la presencia de la música en la escuela como factor socializador, fuente de conocimiento y elemento recreación del espíritu.

Nadie desconoce que los niños y niñas con capacidades especiales encuentran en la música uno de los elemento más valiosos de su conexión humana, expresión emocional y alegría de vivir. Todos sabemos que la educación musical genera en la niñez confianza, aceptación, sensibilización, reflexión crítica, valoración del trabajo grupal, creación, desarrollo de destrezas, capacidades y aptitudes para ejecutar, escuchar y disfrutar. La música en la escuela va encaminada a que los niños aprendan a: utilizar la voz como instrumento, cantar siguiendo adecuadamente el ritmo y la entonación, utilizar los recursos sonoros y musicales del propio cuerpo, conocer las posibilidades expresivas del cuerpo mediante el recurso de la danza, el mimo, el gesto, la dramatización, acercarse a su cultura, transmitiéndole tradiciones, contenidos y formas de expresión propias de su entorno más cercano. Está comprobado que los niños que aprenden a escuchar música y canciones, que las entonan o las cantan, utilizan con mayor soltura sus propias palabras, de hecho es una de las técnicas más utilizadas por los logopedas para ayudar a los niños con problemas de lenguaje.

Si el lector o lectora tiene un niño pequeño, observe el efecto que le ocasiona alguna canción que usted le cante al tiempo que le pide que le acompañe con algunas de las acciones que propicia la canción, por ejemplo, si en una canción sale la acción de dormir, juntar las manitas e inclinarlas apoyando la cabeza sobre ellas, cerrar los ojitos y simular dormir. La cosa se pone mejor si usted le inventa la letra de una canción donde él o ella participan, la tonada puede ser de cualquier canción que usted conozca. Y todo mejora cuando empieza el pequeño a crear sus propios instrumentos musicales, rudimentarios, simples: cajas vacías, tambores, objetos de cristal o de metal, cualquier cosa puede convertirse en una orquesta mejor que la de Glen Miller, usted se deleitará con sus pequeños que espontáneamente empiezan a mover el cuerpo suavemente hasta alcanzar niveles frenéticos. Entonces, la música ha prendido y su pequeño habrá integrado un elemento valiosísimo para su desarrollo integral.

¿Qué se puede lograr mediante una canción? En el á rea cognitiva: el desarrollo de la memoria, atención, discernimiento, análisis, creatividad, capacidades auditivas y analíticas, organización y estimulación de la actividad mental. En el á rea afectiva: socialización, ayuda a reconocerse a sí mismo, a fortalecer su autoestima, compresión a los demás, seguridad, fomenta el sentido estético. En el área motriz: armoniza el movimiento, da ritmo y orden, favorece motricidades finas y gruesas, propicia la relación ojo-mano, etcétera.

Yo dejaría el tema planteando la pregunta: ¿Se podrá encontrar acaso algún aspecto del proceso educativo que no se favorezca mediante una canción? Q

*Director académico del CECyTENL

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