LAQUINCENA 50

¿Dónde quedó el excedente?

Comentarios al libro de TELLO MACÍAS, Carlos. Estado y desarrollo económico: México 1920-2006 ,

UNAM, Facultad de Economía, México, 2007, 776 P.

 

Edilberto Cervantes G.

En una reseña de esta obra de C. Tello, el profesor Federico Novelo (UAM-Xochimilco) afirma que no se trata de un mero recuento de la historia del acontecer económico nacional en el siglo XX; tampoco es una historia del Estado mexicano. Este libro, dice Novelo, “…da cuenta de la interacción virtuosa (y a veces no tanto) de economía y política, de poder y prosperidad, en el caso específico del México post revolucionario hasta el presente, bajo la lógica que convierte a la economía en rama de la acción del Estado, en Economía Política”.

En el largo lapso que va desde el año 1920 al 2006 el autor analiza las diferentes expresiones del Estado en relación con el desarrollo económico y las transformaciones que ha experimentado el país en los ámbitos político y social. A partir de ese enfoque construye una interesante periodización:

1920-1934 La formación del estado nacional.

1934-1940 Estado nacionalista.

1940-1954 Estado promotor.

1954-1970 Desarrollo estabilizador.

1970-1982 Nuevo rumbo; Estado y crecimiento.

1982-2000 Cambio de rumbo.

2000-2006 Los años recientes.

 

Con esta periodización se supera el uso convencional o frecuente de presentar la historia de México a partir de los periodos presidenciales. Los periodos se definen por el perfil de las políticas que se instrumentan y el papel del Estado frente al desarrollo económico.

En cada periodo se describen y analizan los aspectos que distinguen la acción del Estado, los instrumentos y medidas, los principales actores políticos y los resultados que se logran en términos de desarrollo económico y social.

Es manifiesto a todo lo largo del siglo XX un rezago social permanente; con algunos años en los que mejora (ligeramente) la distribución de la riqueza, pero para volver a concentrarse en lo inmediato. Con leves vaivenes, el 10 por ciento de la población, los más ricos, se apropia de alrededor del 50 por ciento de la riqueza que genera la Nación. No en balde México ha sido señalado como un país ejemplar en el Mundo por su extrema desigualdad social.

Con la información sobre las condiciones sociales prevalecientes en los últimos veinticinco años, la mitad de los mexicanos viviendo en la pobreza y millones migrando hacia los Estados Unidos, la pregunta pertinente es ¿en dónde ha quedado el esfuerzo de generaciones de mexicanos, o los beneficios de la explotación de nuestros recursos naturales, los sacrificios de “amarrarse el cinturón” y contener los salarios porque “primero hay que crear la riqueza”? ¿A dónde se ha ido la riqueza generada en casi 100 años?

Desde la conformación de la arquitectura institucional (1920-1934), la cimentación del sistema político (1934-1940), la construcción de la infraestructura para el desarrollo agrícola e industrial (1940-1954), hasta la época del milagro económico mexicano (1954-1970), la sucesión de eventos y políticas parece articularse en función de un objetivo nacional común o coincidente. En torno al PRI, a los “gobiernos de la Revolución”, y al Presidente de la República, se imponen rumbos y se tejen alianzas eficaces.

Es a partir de los años setenta que el sector empresarial, habiendo sido beneficiario por décadas de estímulos, subsidios y protección del gobierno, empieza a mostrarse como una fuerza disidente de las políticas de gobierno. En esta época, el contexto internacional se modifica y el “modelo de crecimiento” basado en la sustitución de importaciones ya no es viable. Sobreviene la inestabilidad económica y política: el petróleo y su exportación adquieren un peso estratégico en los ingresos públicos y se mantiene incólume el régimen fiscal: el endeudamiento externo es utilizado como palanca para evitar el colapso de la falta de recursos que sobreviene por mantener el mismo esquema fiscal y el mismo modelo proteccionista.

El sistema político empieza a perder legitimidad. Al tiempo que se abre la participación electoral a la izquierda, los empresarios exigen participar en la elaboración de la política económica. Se impone un cambio de rumbo y el país se encamina hacia el modelo neo-liberal: se privatiza el amplio y poderoso sector de las empresas y organismos públicos; se reforma el sistema financiero para al final quedar en manos extranjeras y se abren las puertas al capital foráneo. En el 2000 el PRI le entrega la Presidencia a un “gobierno de empresarios para empresarios”.

Encontrar la lógica de esta evolución reclama la lectura cuidadosa de la obra que comentamos. No parece suficiente el entendimiento de la política económica interna. El autor advierte como en ciertos periodos la influencia de los factores externos o del entorno internacional es muy relevante. Así, resulta evidente el impacto en México de la Gran depresión en 1929; la coyuntura favorable de la Segunda Guerra Mundial; el contexto de la Guerra Fría que impulsa el anticomunismo en toda la América Latina; la crisis del petróleo en los años setenta y el ingreso de México al club de los países exportadores.

Pero no es menos importante la pérdida de control político del PRI y sus gobiernos: al final de los periodos de Echeverría, López Portillo y Miguel de la Madrid se registran acciones claras de desestabilización. Frente a esta situación son notables los esfuerzos que se hacen por darle legitimidad a los organismos y procesos electorales; los cuales se vuelven episodios peligrosos (lo que no sucedía desde la década de los cuarenta). El periodo de Salinas de Gortari concluye en medio de una crisis política y Zedillo inicia con una profunda crisis económica, cuyos efectos sociales y económicos aún se mantienen presentes. Se fomenta una imagen de pérdida de control del aparato del estado, de un manejo deficiente de la política económica y a la corrupción pública como fenómeno creciente.

El hecho es que desde el fin del gobierno de Echeverría, cada seis años se produce una fuga masiva de dólares y capitales. El “saqueo” que denunció López Portillo se ha vuelto recurrente. La adopción del Consenso de Washington como guía de la estrategia económica y la presencia creciente del FMI son una señal de cómo se diseña la política económica en la actualidad.

El autor considera que aún en la Era de la globalización son vigentes los estados nacionales: “sólo un Estado fuerte puede aprovechar el margen de maniobra que existe en el mundo globalizado”. No estamos en el ocaso de los estados nacionales y menos aún en el final de los gobiernos: en un ambiente de riesgo e incertidumbre los gobiernos deben mediar frente a las transnacionales y proteger a los ciudadanos de la anarquía del capitalismo global. No se presenta una disyuntiva real entre Estado y mercado.

La equidad, dice Tello, debe ser el objetivo central de las políticas de desarrollo. Con un adecuado equilibrio entre Estado y mercado.

Carlos Tello dedica este libro a sus nietas. En una conferencia en Monterrey, explicó que quiso plantear su visión y su versión del proceso económico-político y social para que la conozcan sus nietas, porque “se está tejiendo una leyenda negra sobre los gobiernos del PRI” en la que se dice que todo fue corrupción e ineficiencia. Tello señala que eso no es cierto: ni todos fueron corruptos ni todos fueron ineficaces.Q

 

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La Quincena No. 50
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