LAQUINCENA 50

LA BENDITA PALABRA

Escuchar las palabras

 

Ismael Vidales Delgado*

Está usted leyendo el número 50 de La Quincena , un aniversario digno, sobrio, emblemático y esperado. En éste y otros números de La Quincena , he venido recomendando escuchar las palabras, acariciar las imágenes, saborear la tinta, degustar las ideas, beber en la fuente de lo dicho ayer y vaciar en los odres del futuro la fuerza de las nuevas palabras, la voz de todos. La voz y no el silencio. Las palabras que, a fuerza de lanzarlas al voleo, prevalecerán.

El lector busca en La Quincena su propia palabra, el lenguaje apropiado para profundizar en interrogantes múltiples y difíciles. Esto hace que el autor de las palabras vea a través de las páginas de La Quincena lo que hay más allá de ellas, y las trasciende, las transforma, las ilumina, escucha el mundo y traduce su lenguaje.

En La Quincena encontraremos siempre una cuidada selección de los pensamientos y reflexiones de autores diversos. Desde su nacimiento hasta hoy, podemos contemplar, a través de distintas plumas y fuentes, el auténtico universo que origina el pensamiento y la acción de uno de los editores más brillantes de nuestra ciudad y de estos tiempos: Luis Lauro Garza.

El lector encuentra en La Quincena (en los números anteriores y los que están por llegar) una obra imprescindible, necesaria, que nos impulsará –como autores– a crear la verdadera cultura democrática sustentada en la paz y el respeto de los derechos humanos, orientando nuestras colaboraciones en contra de la miseria, con lenguaje lejano a la ofensa. La Quincena no impone condiciones a sus autores, pero creo que de algún modo hemos construido un código de ética y honor, que respeta la dignidad de los otros, de los que tienen palabra y de los que esperan la palabra en cada Quincena.

De alguna forma, todos los que aquí colaboramos, hemos firmado con el honor propio de la gente bien nacida, nos empeñamos en el sustantivo y el verbo, el adjetivo no es nuestro lenguaje. Pugnamos por valores altos, derechos inalienables, constructos positivos, crítica objetiva y edificante, propuestas viables, solidaridad humana, todo esto nos ayuda a pensar con firmeza que otro mundo es posible.

Escribió el célebre reportero Ryszard Kapuscinski (1934-2007, autor de una veintena de libros, nombrado en 1999 como “el mejor reportero del siglo XX”, constante candidato al Nobel de Literatura y colaborador habitual del diario polaco la Gazeta Wyborcza ): “ ¿L a escritura puede hacer que algo cambie? Sí, lo creo profundamente. Sin esa fe no podría escribir. Desde luego, soy consciente de todas las restricciones que nos ponen las circunstancias, las situaciones, la historia y el tiempo. Por ello mi fe, aunque profunda, no es absoluta, no es ciega”.

¿En qué consiste la principal restricción para los autores? Supongo que la principal restricción es la conciencia de saber que la escritura sólo raras veces, en casos excepcionales, influye en la gente. La reacción a la palabra escrita es más bien mediata, necesita tiempo para llegar a la conciencia del receptor, necesita tiempo para empezar a formar o cambiar la conciencia. Sólo después de un largo tiempo podrá influir en las decisiones, actitudes y acciones. Esto lo sabemos en La Quincena , pero tozudez en ristre aquí vamos, desafiando el viento, la lengua viperina, el desaire y la inquina.

El que la escritura produzca cambios no es decisión del autor, sino de los lectores. Es también importante el contexto, el ambiente, el estado de una cultura imperante en que esa palabra cae y es recibida. Con frecuencia éstas son las circunstancias que pueden debilitar e incluso aniquilar el valor y la fuerza de la palabra escrita, y sobre la cual, el autor de un texto no tiene mayor influencia.

Sin embargo, a pesar de ese impedimento, estoy seguro que escribir puede provocar cambios. Lo digo con base en la experiencia propia, antes me arredraba ante un ladrido cualquiera, hoy las calaveras me pelan los dientes. La historia registra numerosos hechos de escritores que han puesto en peligro su vida y que, incluso, la han entregado. La entregaron para que su labor no sólo informara sobre lo que ocurre en el mundo, sino para desenmascarar el mal, sanar una situación o hacer al mundo más humano.

La escritura tiene la fuerza suficiente para desenmascarar y acusar, ilustrar e informar, deleitar, la escritura nos lleva a la reflexión y nos sacude, hace cambiar muchas cosas. Ella ha provocado durante siglos gran temor en quienes detentan el poder, pongamos los casos de los índices eclesiásticos, la quema de libros ( Fahrenheit 451 ), el exilio de escritores, los asesinatos de periodistas. Por eso, la gente de bien no podemos imaginarnos un texto de historia universal que carezca de un capítulo dedicado a la fuerza de la palabra escrita.

Cuando pregunté: ¿puede la escritura hacer cambiar algo?, tal vez alguien pensó que me refería solamente a construir un mundo mejor. Así fue, pero no olvidemos que existen los que escriben para destruir esa idea y esas acciones, existen también los que desean que el mundo sea peor, los que no cargan su pluma con tinta, sino con odio y cobardía, tal función la cumplen los desquiciados, los que se creen dioses, los impulsores del fanatismo y del fundamentalismo y toda suerte de exclusiones y descalificaciones.

La mente de un hombre es constantemente regada con un diluvio de palabras, eso lo sabemos en La Quincena , y sin embargo, no nos desanimamos. Por el contrario, los tiempos difíciles son los que afirman nuestra convicción para que digamos: “Sí, la escritura puede cambiar algo para que el mundo sea mejor, aunque sea poco, pero puede”.Q

ividales@att.net.mx

 

 

INDICE

HEMEROTECA

 

La Quincena No. 50
Diciembre de 2007
laquincena@gmail.com


Director:
Luis Lauro Garza

Subdirector:
Mario Valencia

Mesa de Redacción:
Tania Acedo, Luis Valdez

Asesor de la Dirección:
Gilberto Trejo

Relaciones Institucionales:
Abraham Nuncio

Coordinador de Cultura:
Adolfo Torres

Comunicación e Imagen:
Irgla Guzmán

Asesor Legal:
Luis Frías Teneyuque

Diseño:
Rogelio Ojeda

Fotografía:
Erick Estrada y Rogelio Ojeda

Ilustraciones
:
Chava

Distribución:
Carlos Ramírez

Internet: