LAQUINCENA 50

Diálogos que permiten un fluir de conciencias

Lídice Ramos Ruiz *

 

De inicio, doy un abrazo solidario a los colegas que hacen equipo en la revista La Quincena por llegar a la edición cincuenta. Me felicito por formar parte del grupo y compartir con las personas de acopio de materiales, edición, diseño y configuración de la revista, y por supuesto con la dirección de Luis Lauro Garza, esta aventura exitosa.

Cincuenta números se dice fácil, más cuando se piensa en las horas invertidas en fotografía, revisión, búsqueda de patrocinadores, empeño de los articulistas, entrevistas, formato y demás aspectos que se conjugan para obtener un número de la revista, se ve la montaña de logros, angustias, desvelos, enojos y resultados.

Estableciendo un símil, a principios del siglo XX, época de mis abuelas y abuelos, lograr llegar a los cincuenta años de edad era toda una hazaña, para muchas personas estaba por cerrarse el ciclo biológico de la vida. Para una publicación, obtener que pasara de los números iniciales, sólo se conseguía si eras parte de las iglesias o de las instituciones gubernamentales, mas no como un acierto independiente.

A medidos del siglo XX, en pleno auge del proceso de industrialización sustitutiva de importaciones, aumentó el promedio de vida de la población en general, llegando a los 68 años para los varones y 72 años para las mujeres. La seguridad laboral de grandes capas de la sociedad y la asistencia social para otros segmentos, permitieron niveles educativos mayores y cierto tiempo libre para dedicarlo a la lectura de revistas con temas políticos, sociales y culturales. Además, el debate político de cada sexenio daba pie a reflexiones, tanto de crítica aguda como de defensa de los gobiernos revolucionarios.

Tuvimos la suerte de pertenecer a sectores de clase media ilustrada, de convivir con una serie de intelectuales y artistas preocupados por la edición de revistas de crítica aguda y propositiva, de esos años donde los diálogos y el fluir de las conciencias, permitió nutrir la mía y fomentar el gusto por la lectura independiente y fresca de significados.

Ahora que vivimos en una época en donde el tiempo se diluye entre las manos, cuando la definición de las reglas del pensamiento corre al ritmo de las nuevas tecnologías, y se informa de la amplitud de creencias, principios e interpretaciones de lo cotidiano, la publicación por escrito de una revista crítica es un atisbo y un alto para pensar en el intrincado y complejo mundo actual. La Quincena compite en este alto contra otros medios que no ayudan a pensar.

Las propuestas críticas que contiene la revista, el debate que suscitan sus artículos, los matices que presenta, son de lo más pertinentes en una comunidad como la nuevoleonesa. Donde es necesaria la construcción de utopías, hoy llamados imaginarios, que reformulen los horizontes de llegada permitiendo confluir pasados con valores que no deben irse, y llegar con aspiraciones que cuenten con significados nuevos, con futuro que asiente prácticas y principios de equidad social.

Vivimos en Nuevo León, en una sociedad globalizada que tiende hacia la derecha, con interconexiones múltiples que, sin embargo, ordena el espacio de acuerdo a los intereses del capital financiero. Con una esfera pública gobernada por la violencia institucionalizada, que insiste, en esta era de la economía del conocimiento, en ver la exclusión social como una condición que se provocan los mismos sujetos, y no como un proceso que impide sistemáticamente a determinados grupos o individuos el acceso a posiciones para lograr una existencia autónoma dentro de las normas, instituciones y valores de este momento histórico.

En este contexto, visualizo a La Quincena y sus propuestas con una perspectiva que analiza los problemas de esta zona geográfica estratégica de México en términos de la defensa de la igualdad y justicia de los seres humanos. Utilizando la denuncia de la exclusión, el estudio de la marginación de las otras y los otros que no forman parte del círculo dominante. Con un estilo de concebir la crítica donde el uso de las ideas constituye un elemento emancipador, en tanto que permite recobrar la dignidad y la existencia de personas, acontecimientos, sucesos y acciones como parte de la “condición humana”.

Las descripciones de los artículos, fotografías y demás mensajes gráficos van más allá de los conceptos teóricos, indican rasgos básicos de la existencia actual como individuos sociales, como comunidad donde se puede reconocer que nuestra existencia se enfrenta a males que no son necesarios. La ética de las personas que colaboramos en la revista empieza, por tanto, con las preguntas sobre la validez de las reglas y comportamientos de los actores sociales, de las instituciones y de los principios sociales que no cumplen las virtudes que proclaman.

Nuestra modesta colaboración se ha centrado en el espíritu descrito, con toda la honestidad, tolerancia y respeto posibles, defendiendo a lo largo del tiempo un saber que avanza, cuyos diálogos permiten crear conciencia. He asumido la perspectiva de género cuyo giro conceptual introduce la equidad entre mujeres y hombres como condición para actuar mejor ante los retos que vivimos, y que exige crear mecanismos temporales que abatan las desigualdades con acciones afirmativas.

El feminismo en todas sus expresiones, unas más radicales que otras, nos ha llevado a la perspectiva de género, donde se lucha porque la diferencia sexual no se traduzca en desigualdad social. Anhela un reparto equitativo de oportunidades y posiciones de poder para avanzar en igualdad social, sin exclusiones y sin privilegios no ganados con el esfuerzo personal y la creatividad individual.

El vocablo equidad se ha incorporado al lenguaje de la democracia mexicana en épocas recientes. Años atrás, se daba por hecho en los alegatos sobre la justicia social que hablar de justicia era estar tratando las reglas o leyes que deben cumplirse. Ahora ello resulta insuficiente, aunque necesario desde la perspectiva de género, se destacan las acciones que deben cumplirse para acatar las normas o leyes, se pretende priorizar soluciones y avances culturales a partir de la comprensión, asimilación y apropiación de las leyes o normas.

Así, una política de equidad de género intenta restituirles a las mujeres y a los hombres su derecho a la igualdad de trato y oportunidades, cuyo margen les permita espacios de toma de decisiones donde el sentido normativo y simbólico sea distinto al patriarcal.

Dialogar sobre los logros del encuentro de Pekín, la libertad femenina, las dificultades en la educación superior para construir la equidad de género, o bien, sobre teoría económica y feminismo, sexualidad masculina, a favor de los logros de la sociedad civil organizada en la política, del camino a la sustentabilidad y las mujeres, o bien, de las ecofeministas, o si no, de la estructura laboral en clave femenina, en fin, en cada una de las colaboraciones se ha logrado ver al género como una especie de “filtro” cultural con el que interpretamos el mundo. Sin embargo, sabemos también que es un “chaleco de fuerza” que constriñe o favorece las decisiones de las personas según sea cuerpo de mujer o de hombre.

Deseamos muchos números más para La Quincena , se precisa potenciar su interés por construir una voluntad colectiva, capaz de expresar por escrito la indignación y el apoyo al ejercicio igualitario de las libertades. Aspiramos que cada número por venir favorezca la profunda renovación de un nuevo pacto social, democrático, con visión de género, que le urge a nuestro país.Q

* lidiceramos@hotmail.com

 

INDICE

HEMEROTECA

 

La Quincena No. 50
Diciembre de 2007
laquincena@gmail.com


Director:
Luis Lauro Garza

Subdirector:
Mario Valencia

Mesa de Redacción:
Tania Acedo, Luis Valdez

Asesor de la Dirección:
Gilberto Trejo

Relaciones Institucionales:
Abraham Nuncio

Coordinador de Cultura:
Adolfo Torres

Comunicación e Imagen:
Irgla Guzmán

Asesor Legal:
Luis Frías Teneyuque

Diseño:
Rogelio Ojeda

Fotografía:
Erick Estrada y Rogelio Ojeda

Ilustraciones
:
Chava

Distribución:
Carlos Ramírez

Internet: