CUENTO

El cantar de las ranas

 

Mario Valencia

Fragmento de una carta de amor encontrada en un ejemplar de la revista La Quincena , editada en Monterrey, ciudad del norte de México, en el año 2050.

 

“... y las ranas ya no volvieron. Durante años atisbé en el cielo zopilotes, en ocasiones aves migratorias rumbo al sur. Sabes que nací con el siglo. En mi pueblo hay poca gente, las máquinas, las ruinas de elevados edificios y los túneles de lujo, son ahora testigos mudos de una ciudad en extinción. Los que vivimos bajo la sombra del cerro de La Silla nos dedicamos a buscar insectos y escarbar en la tierra para comer raíces. La última vez que apareciste en el monitor de mi pantalla estabas en el sur del país, aún te veías alegre, contenta. Los vestigios de la guerra nuclear pronto serán recuerdos almacenados en los chips que algunos nuevos seres habrán de encontrar, así como los hombres del siglo XX encontraron mensajes cifrados en las catacumbas egipcias. Desde ese enfrentamiento mundial que ya aparecía en el horizonte y que llenaron los noticiosos electrónicos e impresos, como esta revista regiomontana… (en esta parte la escritura es ilegible)… Tú no volviste a ver los monos araña, las mariposas, los escarabajos, los lagartos. La sequedad te llegó después, a mí, muy pronto la nostalgia. Nosotros nos quedamos desde principios de siglo sin el agua de los ríos, de los lagos. Los peces murieron atascados en el fango de las presas, después nos abandonaron para siempre las aves, los venados, más tarde desaparecieron las ardillas, tejones, lagartijas. Hoy busco en el cielo alguna nube que me aliente, y el recuerdo de tu sonrisa, tus labios, me reconforta de la eterna aridez. Esta carta quizá nunca la leas, pero la escribo a la manera antigua, en una hoja de papel. Tal vez, repetir que te amo, como mis abuelos lo hicieron, produzca el milagro de volver a creer en el futuro, esta carta es un grito para llamarte. Sabes que el amor y el agua son inseparables, por eso el cantar de las ranas...” Q