LA QUINCENA 53

MARZO 2008

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Juan FarréUN DOCUMENTAL DE JUAN FARRÉ

Niño Fidencio:

De Roma a Espinazo

Juan Farré: Desde que llegamos a Monterrey nos dimos cuenta que el tema del fidencismo está metido en todos los niveles socioeconómicos de la cultura del noreste. Luego, en 1995 tuvimos que hacer un reportaje de Espinazo, no sabíamos qué era, nomás sabíamos que era algo que tenía que ver con una secta, y cuando llegamos fue muy impactante. Pudimos entrevistar todavía con vida a uno de los fundadores de la iglesia, a Heliodoro González, esposo de Fabiola, quien es una de sus principales representantes y conoció de niña a Fidencio. En 2005 el Museo de Mina lanzó una convocatoria para producir un documental. Fue así como volvimos a entrar en contacto con el tema, y nos reencontramos 10 años después con alguna gente. Siempre fueron muy abiertos y amables. La primera vez íbamos casi con la encomienda de hacer un documental en contra de esta secta y nos encontramos con tal apertura y tal confianza que fue imposible hacer una cosa así, y entonces hicimos un documental muy abierto, muy light en cierto sentido, para no traicionar esa confianza que habíamos tenido.

Curry Fernández: Los primeros días decías: “esto no puede ser real”; pero lo era, no estaban posando para una cámara, la gente vivía intensamente lo que está viendo ahí, y al final queda la impresión de que ellos han encontrado una respuesta a sus necesidades emocionales, espirituales y físicas, a su modo. Uno ve a la mamá, el papá, el tío, la abuelita, los primos, los hermanos, todos agarrados de la mano, mientras la “cajita” les está haciendo la curación. Al final de cuentas quitábamos toda la paja de lo que se te viene a la cabeza de lo que es la religión, la iglesia católica, de que si Cristo, que si Fidencio sigue los pasos de Jesús, que si es un imitador, etcétera, y te quedas con una sensación de que ahí hay amor y solidaridad.

JF: En este proyecto recopilamos lo que ya habíamos grabado en años anteriores, y aquí fue importante la llegada de un asesor nuestro, que es parte muy importante de la película, el doctor Philip Singer, un antropólogo especialista en medicina tradicional, chamanismo y también cineasta. Al principio la impresión que teníamos era muy impactante, porque es grotesco todo lo que ves desde afuera: el lodo, la gente vestida de mil maneras, ese fanatismo, esa fe tan fuerte, y de pronto como fuereños, como extraños, nunca sentimos un rechazo, diez años antes sí, pero ahora ya se volvió normal contar con cámaras. Yo le decía a Curry: es que ya se me antojó rodar como los demás, al charquito no me voy a meter, pero sí se me antojó rodar, llegar con mi grupo, que me acompañen y echarme la rodada, porque yo veía tanta energía que dije: “yo tengo que rodar”, y es como ir metiéndote en algo que al principio rechazas.

CF: Ha sido muy estudiada la forma como curaba, de dónde venía, la biografía, la influencia de Teodoro Bonvernich, de López de la Fuente, la situación geográfica del lugar, y entiendes cómo lo fueron santificando. Lo que viene después, lo vas entendiendo también porque ellos quisieron seguir las tradiciones de Fidencio, se va haciendo poco a poco una bola de nieve y va creciendo y creciendo y lo que ves ahorita es ya una combinación de tantas cosas que de repente no le agarras el hilo a la madeja; creo que la forma de ser del mexicano se identifica perfecto con lo que está pasando ahí.

JF: Lo que normalmente hace el reportero o el documentalista, y nosotros mismos en ocasiones anteriores, es irse a esa superficie, que es lo que te impacta: el charquito, la gente rodando en lodo, la penitencia, etcétera. Pero a nosotros, a base de lectura e investigación, se nos antojó ahondar más sobre la figura de Fidencio como persona, como una gente de carne y hueso, y gran parte de ese apoyo del antropólogo fue que estuvo en una etapa en que no había fiestas, se estuvo una semana antes y nos localizó a varias personas que habían convivido con Fidencio, que no eran los de la iglesia, sino personajes que lo conocieron en vida y que nos lo describe;, entonces empezamos a formar el retrato de una gente de carne y hueso, no el santo, o el venerado, el charlatán, el impostor, sino Fidencio como persona, y nos encantó su personaje. Así, dejamos a un lado la narración, para dejar que la gente hable, y a través de esas entrevistas tratar de que todo mundo pueda decir su verdad, fueron 130 horas o más de materiales… Espinazo está partido a la mitad, la casa de Fidencio pertenece a Mina, Nuevo León, y una cuadra después es Castaños, Coahuila, y éste sí está pavimentado, alumbrado, y de repente el asfalto se corta y empieza un terregal, y no siguieron porque ahí ya es Nuevo León, no se pusieron de acuerdo los alcaldes. Esa es una realidad del pueblo: la envidia, el celo, la falta de comunicación y al mismo tiempo es un centro, un imán que atrae a miles de gentes y que no puede ser ese imán tan grande capaz de crear ahí un polo de desarrollo, todo es como de campamento de refugiados, como de unos días y después desaparece y se queda el montón de basura nomás… Le decimos a Fabiola: “¿por qué no pintan la casa de Fidencio?, que llega tanta gente y se está cayendo…” Ella dice que porque no tiene dinero, porque van a pensar que estamos lucrando”… Una de las experiencias más importantes es dormir en la casa de Fidencio, en su cama; no soñé con él, pero quería soñarlo, que se me apareciera, que me dijera algo o que me tocara, así como a Felipe Montes, quien por cierto es el autor de la frase: “De Roma a Espinazo”, o lo que es lo mismo, “que los ricos vayan a Roma, todos los demás vamos a Espinazo.

CF: La estructura de la película empieza narrando cómo era Fidencio, se va abordando la imagen de él a través de todos estos comentarios de la gente, se va haciendo como si fuera un mosaico fuera de foco y poco a poco lo vas armando y le vas viendo más foco; terminamos de entender más lo que fue la figura del niño Fidencio hasta su muerte; luego viene la explicación del inicio del fidencismo, se va armando y luego viene la parte en esta época y, al final, conclusiones, porque hay muchas preguntas después de ver todo esto. Hacemos un mosaico de voces para cerrar, y al final de cuentas dices bueno, es que ninguno tiene la verdad, hasta cierto punto es una sensación abrumadora, porque nadie te dice las cosas son así, o esto está bien o está mal. Al final como que encuentras tu espiritualidad y religiosidad a tu modo, un modo de lo más extravagante y fuera de normas, pero por otro lado muy mexicano, porque es con herbolaria, con magia, superstición, con una necesidad de encontrar a un dios táctil, de una manera tan terrenal, a base de lastimarte el cuerpo, de encontrarlo con la penitencia y todas esas cosas que a lo mejor son muy primitivas pero también muy mexicanas.

JF: Fidencio fue católico y seguidor de Cristo. Cuando muere, los seguidores no dejan que se caiga. Enrique López de la Fuente es el primero que se opone a que hubiera un entierro normal, porque dice la leyenda que Fidencio predijo su muerte, que días antes empezó a repartir moños negros en las casas y a los tres días se muere, y antes de morir dice: “no me entierren porque a los tres días voy a resucitar”, al modo de Jesús, y nunca antes llegó tanta gente a Espinazo, pues querían ser testigos del milagro del siglo que iba a ser la resucitación de Fidencio. Y éste obviamente no resucita; cuando llegan las autoridades de Salubridad y unos embalsamadores, ya está en putrefacción cadavérica, y había que enterrarlo. La leyenda dice que llegan estos embalsamadores y le van a hacer el trabajo, le cortan el cuello y brinca sangre, entonces dice un entrevistado: “es que estaba vivo y lo mandaron degollar, los médicos le tenían envidia y lo degollaron”. En el mismo lugar donde murió ahí rompen el piso y lo entierran, y ahí está su tumba, su casa no es un templo, es la casa de Fidencio que se convierte en la tumba y el lugar de culto. Ahí es donde surgen los “cajitas”. Hay una versión que dice que para el entierro salen unas gentes allegadas a él a buscar donativos con unas cajitas o cajones, y que de ahí viene el nombre “cajitas”; o que también es un término del espiritismo, porque se dicen “cajita”, o “materia”, o “cajón”, o “médium”, que son los que a partir de ese momento deciden que Fidencio está vivo y que puede regresar a hablar, a consultar y curar a la gente a través de los cuerpos de estas personas. Ahí es donde la iglesia católica ya se rompe porque no acepta el espiritismo, es una aberración, una herejía, pero hasta ahí Fidencio podía haber sido considerado un siervo o un instrumento de dios… A partir de esa rama espiritista surge una iglesia registrada ya en los noventas; una de sus seguidoras es Cipriana, doña Pana, que espera que algún día la iglesia católica los reconozca. Los grupos católicos, apostólicos y romanos que cumplen con su culto y además son devotos de Fidencio, van y le piden, como mucha gente de la sociedad de todos los niveles de Monterrey; también la rama americana, que es la que está creciendo enormemente, porque han encontrado en esa visita a Espinazo una raíz de su patria… A Fidencio le encantaba que lo retrataran, tiene varias etapas: de joven se vestía muy elegante, de corbata, con trajes de montar, con sacos, sombreros de todos tipos, luego viene una etapa como de médico, rodeado de enfermeras, con gorros y batas, curando gente, y luego la etapa final donde está hinchado, y vestido con túnicas como Jesús, con una imagen bíblica de un pastor. Alguien le regaló esa imagen como personificando los símbolos más sagrados del pueblo mexicano católico, que son la virgen de Guadalupe y el sagrado corazón, asemejando al niño guadalupano; a él le agradó tanto que lo adoptó, y nosotros también lo valoramos, a tal grado que esa imagen la convertimos en el ícono de la película.

CF: Una de las cosas que aprendimos de este fenómeno, es el sentido de la compasión, el ver a la gente con esa fe, la inocencia de la gente de creer que de esa manera se van a alivianar sus broncas; auque sí se alivianan mucho en el sentido emocional, porque tienen mucha fuerza de grupo, ahí todos son aceptados, es un movimiento incluyente, todos los marginados sexuales, sociales, físicos, de lo que sea, son aceptados con amor y eso sí te mueve mucho, te hace más solidario y comprensivo de alguna manera… El estar horas y horas viendo cómo miles y miles de gente van entrando llorando, hincados, arrastrados, genera una variedad de sensaciones, pero estás días viendo lo mismo y es un proceso que no es a la primera que lo captas, por lo menos nosotros no, porque vienes de una cultura religiosa y social muy estructurada, entonces no es tan fácil entender todas esas sensaciones; creo que es el tiempo el que te va dando esa especie de hermandad, nunca llegas a tener completa empatía ni completo vínculo con ellos, es muy difícil porque sí es otro mundo, pero lo que sí aprendes es que rompes esquemas y vas aceptando más y los vas entendiendo más. A mí a veces me daba envidia, me gustaría tener esa fe y que toda la gente que yo quiero estuviera agarrado de la mano dándome fuerza para algún problema que yo tuviera; ¿por qué nosotros no tenemos eso?

JF: Un tema que nos quedaron las ganas de explorar más fue el de la envidia; y ello es reflejo de lo que ocurre en todo el país: cómo un municipio no progresa por los celos con el vecino, cómo tres familias que se han adueñado de la casa de Fidencio no avanzan porque tienen envidia uno del otro; es un fenómeno que rebasa todo ese amor que se profesan…

Esperamos que nuestra película deje una lección, porque es un documento que lo hemos visto muchas veces y siempre aprendemos, y que tiene muchas lecturas, tiene la historia de México, la geografía, la religión, la salud, la vida en el desierto, la compasión, muchas cosas. Te enriquece verlo y la idea es que la gente salga contenta, y con la sensación de que aprendió algo, o de que no desperdició su tiempo al verlo.

Esta película nos integró a todos como familia, nos integró a nosotros dos y a nuestros tres hijos, y nos da mucho gusto, pues si esto tiene éxito, puede ser un escalón para que los hijos puedan seguir este camino, que ya se sabe que es difícil superar las adversidades en la producción y en la distribución. Esperamos que les guste.

Niño Fidencio:

De Roma a Espinazo

Dirección: Juan Farré / Producción y montaje: Curry Fernández / Edición: Martín Bautista / Investigación antropológica: Philip Singer / Fotografía: Humberto García y Mar Farré / Música: Philip Glass

Una producción de PROMOCINE, CONARTE, IMCINE, FOPROCINE, con el apoyo de Dominio Televisión Digital.

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