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mty1Una mesa de discusión con Ximena Peredo,
Jorge del Bosque y Alfonso Teja.

Moderador: Luis Lauro Garza.

- (LLG) Inicia la discusión en torno a Monterrey. La mesa se llama: Monterrey ¿quién te quiere, quién te odia? Y aquí tenemos una buena cantidad de…
-  De amor y odio
- (LLG) ...de voces. De voces que nos pueden dar cuenta de ello. A ver, Ximena, para iniciar la plática, ¿por qué escogiste MTY para vivir? ¿Qué fue lo que jaló tu presencia aquí en la ciudad?
- (XP) Bueno mis padres fueron los que inmigraron en el 91 por cuestiones educativas, porque vivíamos en una isla en Campeche, y mi hermana ya acababa la secundaria y había que buscar una ciudad con una buena prepa y se decidió Monterrey. A mí me ha correspondido no salir de aquí, ya independiente de mis padres. Y no he salido de aquí porque, es extraño, tengo una relación de odio amor con la ciudad. Me fascinan ciertos gestos de la ciudad
- (LLG) ¿Cómo cuáles?
- (XP) Como los outsiders. Yo creo que lo mejor de esta ciudad son los rebeldes, que podemos ser todos, todos tenemos gestos marginales. Hay una fascinación en torno a la multitud también; de ver qué va a pasar y si vamos a ser testigos del fin el mundo (ríe), si nos va a tocar verlo. Pero hay de pronto, en las grandes ciudades como ésta, esquinas o rincones donde suceden milagros o maravillas. Por ejemplo a mi me encantan las señoras que siguen sacando su mecedora para recoger el día en la tarde, y esto es de los barrios de aquí del centro.
-  (AT) ¿Cómo dijiste?
- (XP) A recoger el día. Así dicen: recojamos el día y así lo platican. Yo viví mucho tiempo en el poniente, en Cumbres, con mis papás. Era una chica de suburbios, pero de un tiempo para acá me vine a vivir al centro en el barrio de la Luz y ahí tuve mi segundo aire con Monterrey. Yo era de las que odiaba Monterrey, y a su gente y todo me parecía patético. Pero desde que me vine al barrio de la Luz le he encontrado un nuevo amor a la ciudad, porque la camino, porque la conozco, porque me sé sus calles, porque descubro sus cambios de pintura o de infraestructura, y eso me hace sentir como que es un ser que conozco. Y al fin la quiero, ¿no?
Es muy difícil explicar el amor porque cuando tú amas a alguien conoces sus imperfecciones, pero ya valió. Ya valió porque ya lo quieres, el amor es incondicional. Eso me pasa con Monterrey y por eso estoy aquí.
- (LLG) Parecería que uno llega y por fatalidad ahí se queda, sobre todo si lo comparamos con el DF o Guadalajara. ¿Qué tiene Monterrey, de lo que hemos dicho, que no tienen Guadalajara o el DF, Jorge?
- (JDB) Ximena está centrando muy bien la conversación en torno a la pregunta inicial. Yo que viví en el centro toda mi vida, hasta que me casé hace veinte años, y que he visto en el centro una transformación fabulosa, ¿no?, descubro también ese mismo sentimiento, porque mi mamá era de las que se sentaban en la banqueta con su mecedora, ¿no? Incluso las mamás de mis amigos que aún viven, nos ven ahora de otra manera; ya no somos los güercos jodones de aquellos años, si no que nos ven bajo otra óptica. Entonces en el centro de Monterrey, hace veinte años, éramos 120 mil los habitantes, en números gruesos. Ahorita no pasan de diecisiete o dieciocho mil, y la gran mayoría son de fuera. El concepto de descentrificación de las grandes ciudades, sobre todo latinoamericanas, se da palpablemente en Monterrey.
A mí el Barrio Antiguo, me provoca una dualidad de sentimientos, porque por un lado ves muy bonito el ambiente bohemio, pero por otro lado dices qué hicieron de mi barrio, las calles que yo recorría con los ojos cerrados desde niño, donde yo me formé, donde yo vivía, esos dobles mundos de esta ciudad que son patentes prácticamente en todos los estratos sociales y habitacionales de la ciudad.
Mira, por ejemplo, en mi barrio estuvieron las oficinas del club Monterrey durante muchos años, recordarán, en las calles de Abasolo y Diego. Y había mucha gente deportista, muy hecha al deporte, pero a cinco casas del barrio vivían “La Cuca” y “La Yuca”,  que eran de la raza de los mariguanos, y “El Popeye” y “El Vampiro”, ¿verdad? que a veces te hacían la vida imposible.

Aparte, yo era de la Acción Católica de aquí de la Catedral, entonces éramos los niños buenos, los niños deportistas, y los malandros. Y entonces como niño bueno y deportista te tenías que tundir a golpes con estos continua

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