GOMEZ12102020

Los nuevos escritores
Eligio Coronado

Monterrey.- Los nuevos escritores siempre están buscando desesperadamente un tema para desarrollar el gran texto. La impaciencia es a veces su mayor problema. Publican en forma irreflexiva, sólo por acumular currículum. Eso propicia la circulación de muchos textos sin personalidad, sin vida. Torres de palabras sin sentido.

     La tarea de los nuevos autores es difícil: escribir mucho y publicar poco, para ir adquiriendo el oficio e ir armando una obra sólida en el proceso. ¿Pero quién entiende eso? Todos queremos andar en la punta del grito literario del momento y que comiencen, claro está, a considerarnos escritores.

     Los defectos propios de esa etapa son: ingenuidad, impetuosidad, propensión a lo obvio, falta de oficio, falta de compromiso con la palabra, falta de autocrítica, desinterés por aportar algo a la literatura, etc.

     Es bueno soltar la pluma, pero hay que vigilarla, para que no vaya por ahí levantando sólo polvo inútil.

     Mientras el oficio se gesta, los temas prevalecen sobre la forma, como es usual cuando el impulso creativo es ingobernable. Viven entonces una relación muy intensa y sin límites con la palabra, aunque la palabra no se les entrega del todo. Sin embargo, algo promisorio se vislumbra en sus textos: la convicción de seguir llenando páginas para afilar cada vez más su creatividad.

     Tal vez por eso se desbordan y quieren decirlo todo de prisa, de una vez, sin guardar nada, ni para sorprender al lector ni para despertar su curiosidad, ni siquiera para dosificar la información.

     En la etapa inicial de un autor, el sentimiento suele orientar las plumas hacia los dominios tradicionales del amor y sus predecibles consecuencias. La literatura sirve entonces como terapia, bitácora y taller literario provisional.

     Cuando alcance profundidad su pensamiento y maduren su oficio, sus textos serán más sólidos y nos sacudirán a todos.