Monterrey.- Como águilas con las alas cortadas soñando con ser libres. Como osos hibernando en la desesperación. Como hormigas sepultadas en su hormiguero destruido por un poderoso pie. Como leones enjaulados en sus propios e imaginarios barrotes carceleros. Como peces cautivos en la pecera de la angustia. Como hipopótamos engordando en su ociosa mansedumbre. Como sierpes inertes condenadas en sus jaulas de infranqueable cristal. Como jirafas atisbando en el granero de la duda. Como changos haciendo monerías ridículas para matar el tiempo. Como búhos vigilantes, fatigados e insomnes, esperando el milagro. Como halcones en fuga hacia el abismo suicidante. Como elefantes mórbidos presos en el ritual de la flojera. Como palomas muertas de fastidio insalvable. Como lemúridos diurnos con los ojos inyectados por la incertidumbre. Como pájaros cautivos en el insoportable silencio. Como perros de casa atados al miedo. Digan lo que digan estamos en cautiverio.