RODRIGUEZ29112024

MICROCUENTOS PARA PENSAR
Gastos superfluos
Tomás Corona

Monterrey.- Hay muchos ejemplos de gastos superfluos que se ejercen, sobre todo a nivel gubernamental, en esta bendita y ahora desaliñada ciudad de las montañas. La hemos convertido, por indolentes, en un sitio cada vez más inhóspito, contaminado y corrompido, en el cual la vida cotidiana se va tornando cada día más difícil.

Argumentaré lo que afirmo con varios ejemplos que he observado por allí, como la restauración de obras, es decir, la renovación de construcciones, añejas que son reconstruidas con un diseño “innovador”, sin embargo, lo que hacen es derruirlas por completo y poner en su lugar, una tienda de conveniencia, pasándose por el arco del triunfo la historia y belleza arquitectónica de tal o cual edificio antiguo o solariega casa que se extingue para siempre.

Plazas completas que lucían decorosamente han sido borradas por un inexplicable afán transformativo (¿será por la lana que hay detrás?) que las convierte en pedazos de concreto después de que sus árboles y plantas son talados de manera inmisericorde. Un claro ejemplo de esto es el hábitat que destruyeron para construir un estadio.

O bien, retapizan con material de menor calidad, paredes que no lo requerían (como se aprecia en las fotos de esta micro historia). Hágame usted el “refabrón cabor”, como decía aquel sujeto que ha tiempo cayó de mi gracia.

Otro ejemplo que sin saber por qué me hizo encabronar, refiere a lo siguiente. La calle Federico Gómez, que antes era de cómodos ocho carriles, hoy ha quedado reducida por el capricho de un político empeñado en embellecerla ciudad para que los extranjeros que vienen al mundial la vean bonita. Los habitantes regios no importamos, pero eso no era el punto.

La banqueta de una empresa cementera, situada en esa calle precisamente, que tenía 50 centímetros de altura y estaba reforzada con varilla. El colmo del absurdo fue que los empleados de “colosito” la destruyeron con sus “bulldozer” y la sustituyeron por una banqueta chafa y gris, y no sólo eso, colocaron estacionamientos para bicicleta, por decirlo así, que nadie usa, y pusieron bancas metálicas en las que nadie se sienta.

Otro claro ejemplo son o fueron las onerosas mantas que se utilizaron en la campaña política de la fallida alcaldesa para publicitar su indeseada imagen. ¿Dónde están? ¿Qué hicieron con ellas? De perdido se las hubieran regalado a gente necesitada para que cubrieran con ellas los agujerados techos de sus casas. Está demás decir todo lo que se gasta, inútilmente, en las chucherías y amenidades que regalan los políticos en campaña y van a parar siempre a la basura.

El puente verde es otro caso, sé de buena fuente que costó muchísimo dinero (de nuestros impuestos, infortunadamente), bueno, eso dicen. Y es apenas una larga banqueta con jardineras al centro y a los lados con plantitas en vía de extinción, es decir, lucen secas y olvidadas y la estructura del puente está, por todas partes, corroída por el óxido.

Y así habrá más absurdas arbitrariedades y pésimas inversiones socio-urbanísticas como estas que solo favorecen a empresarios y políticos corruptos y seguro usted conoce algunas más, o le ha tocado verlas por allí en nuestra cada vez más devastada ciudad, otrora orgullo del norte del país.


P.D. Por cierto, ¿qué estará pasando con el inconcluso “arco de la mona” que tan mal aspecto da en las condiciones en que se encuentra? ¿Cuánto estará costando su manutención y reparación?