Monterrey.- El personaje principal de este cuento es el poder. Ese engañoso artificio humano que a todos envilece y enriquece a algunos. De manera específica, la frase “juegos baratos de poder” aplica a todos los contextos humanos: La madre manipuladora que abusa del amor que le profesan sus hijos. La beata que contamina a sus congéneres con el absolutismo de su fe. El mal maestro que humilla a los estudiantes más débiles e indefensos. El fanático o el culterano tipejo que debate sus puntos de vista desde una postura extrema desde la cual es difícil disentir.
El pastor pseudoreligioso que enajena a sus ovejas con el temor a Cristo Jesús. El hermano mayor que violenta a sus hermanos menores con la anuencia e indolencia de los padres. El director de un plantel educativo que conmina y amenaza a los profesores contestatarios. La vecina influyente que se adueña de la calle en detrimento del resto del vecindario. Los policías que vejan a los detenidos minando sus derechos humanos más elementales. Y hoy, más que nunca, Los políticos que se agencian votos corrompidos por la venalidad.