Monterrey.- Inadmisible que usted declare que todo estará bien, nadie lo sabe. Inaudito que afirme que una vacuna experimental acabará con la pandemia, ni los científicos se atreven. Increíble que ordene el cierre de los negocios, quebrantando la economía, mientras el virus se pasea rampante en los camiones urbanos; eso sí puede solucionarlo con sus flotillas de taxis que bien podrían ofrecer sus servicios gratuitamente. Injusto que haya jineteado el dinero de los profesores, solo usted sabe dónde quedó esa ganancia. Impropio que ande usted de vacaciones en la playa sin cubre bocas, a sabiendas que es una figura pública y debe seguir al pie de la letra el protocolo básico. Inmoral que use la epidemia, pruebas, análisis y medicamentos con fines políticos, aún con la ignorancia de la gente, las redes lo descubren todo, aunque usted no lo crea. Inicuo que afirme que los profesores ya vacunados regresarán a clases presenciales, ¿usted lo haría…? ¿Enviaría sus vástagos a la escuela…? Insidioso que utilice los medios de comunicación para azuzar el miedo, el peor virus en la historia de la humanidad, ¿acaso usted ya se vacunó y por eso no siente pavor…? Inaceptable que las cuotas sindicales y los regalos de los maestros hayan ido a parar quien sabe dónde, a las arcas personales de no sé quién, eso nadie lo duda. Ignominioso que, desde su cómoda y lujosa tribuna, desde su torre inexpugnable, pida comprensión por la economía rota por la crisis pandémica que usted debió afrontar desde el principio con todos los recursos posibles.