MICROCUENTOS PARA PENSAR
Pausa activa
Tomás Corona

Monterrey.- El viejo maestro se quedó reflexionando… Pausa activa, pausa activa, pausa activa… ¿Qué no es una idea contradictoria…? El ingenio mexicano es muy fregón y esa ideíta me suena a “descansar haciendo adobes” o arreglar los desperfectos de casa en vacaciones, pero pausa activa como que no cabe en un cerebro bien organizado. O estás en pausa o estás activo y según las exigencias de la lingüística, es una clara contradicción en el decir y el hacer, sobre todo cuando lo aplicas al contexto escolar.

     En el marco de la Nueva Escuela Mexicana, una pausa activa se define como “un momento de activación que permite un cambio en la dinámica laboral, en donde se puede combinar una serie de movimientos que activan los sistemas: músculo-esqueléticos; cardiovascular; respiratorio y cognitivo. En el trabajo es recomendable realizarlas cada 2 o 3 horas, mientras que en la escuela es recomendable cada 50 minutos en intervalos de 3 a 5 minutos”. Luego señalan que disminuyen y previenen desórdenes en el desempeño laboral y ensalzan un montón de beneficios más, como la disminución del estrés, por ejemplo.

     Entonces se están refiriendo a un simple cambio de actividad, porqué no denominarlo así, “cambio de actividad” o bien “actividad en pausa” o “pausar la actividad”, o simplemente “actividad física” como atinadamente la nombra la Organización Mundial de la Salud, pero no pausas activas porque esas no existen. Ahora bien, ¿aplica solo a los profesores…? Porque es un asunto vinculado directamente al desempeño laboral, ¿o también aplica a los alumnos y al resto del colectivo escolar…? Llama la atención la regla “es recomendable cada 50 minutos en intervalos de 3 a 5 minutos” que aplica a la escuela.

     En ese sentido, imagino a los 1200 alumnos, 70 docentes, 5 directivos de una escuela secundaria (las hay),“pausando activamente” sus sistemas orgánicos cada término de una clase, sin embargo, es una franca utopía, el ethos escolar con sus repliegues, vaivenes, adversidades y su incesante devenir cotidiano, imposibilitan esta mejora física de quienes laboramos en un contexto tan adverso e injusto como lo es el educativo, donde cada día la realidad real se desborda, se repliega y nos da un estimulante abrazo o una atronante bofetada. Aún con sus innumerables vicios y rituales, la novela escolar es totalmente inescrutable. Aseveró el viejo maestro…