GOMEZ12102020

No es lo mismo deporte, fama y salud
Luis Valdez

Monterrey.- Pueden criticar a quien renuncia a una competencia. Pueden argumentar cobardía, flojera o nulo patriotismo. Lo que nunca comprenderemos en cabeza ajena, es la salud personal.

     Porque los seres humanos somos egoístas por naturaleza. Porque si ayer pudimos comernos una manzana, aspiramos a comernos dos o tres. Y porque si tuve que trabajar con mis propias manos, veré la manera de que alguien más se las ensucie para que pueda comer yo, sin tener que ensuciarme las mías. Y lo peor es que a esa actitud gandalla, le llamamos éxito.

     Preferimos admirar al que come a costa de otros, y pasa el día dirigiendo a los demás, que al que trabaja en el sol obedeciendo sus órdenes. Además el menos maltratado es el que gana más dinero. Incluso tiene posibilidades de mandar a sus hijos a una universidad privada donde en sus presentaciones de oratoria dicen cosas como "el pobre es pobre porque quiere, y si no trabaja, es pobre por castigo."

     No vemos con admiración a una deportista olímpica que ya ha cumplido su objetivo personal de ganar las medallas que quiso para que los suyos se sintieran orgullosos. Para que la abrazaran y lloraran de emoción. Para eso es la vida, carajo: para emocionarse. Para disfrutar los buenos momentos.

     Si Simone Biles (deportista estadunidense de gimnasia) se retiró de la competencia olímpica en Tokyo por salud mental, es muy su salud mental. Entender este derecho es admirar su capacidad de saber que cada quien se cuida todo lo que quiere.

     "Tengo que concentrarme en mi salud mental. Simplemente creo que la salud mental es más importante en los deportes en este momento. Tenemos que proteger nuestras mentes y nuestros cuerpos, y no solo salir y hacer lo que el mundo quiere que hagamos".

     Con esta decisión Biles nos propina un bofetadón que nos hace recordar que los juegos olímpicos están plagados de gente que se ha sacrificado desde su infancia. Niños que incluso no ha tenido fiesta de cumpleaños por haber tenido que ir a entrenar, o que en Navidad en vez de juguetes recibieron un uniforme nuevo.

     Porque en el debate entre la promoción del deporte, el show de la fama y la necesidad de la salud. Nosotros debemos seguir siendo humanos. Y si en el engranaje olímpico somos humanos egoístas, pensar en qué no haría ser mejores personas.