Monterrey.- El alcalde de San Pedro, Nuevo León, Miguel Treviño, ha decidido, por sus pistolas (es un decir), reactivar económicamente su municipio. Tiene razón en el fondo, pero no en la forma. De nada sirve salvar vidas, empobreciéndolas.
En Nuevo León fueron despedidos por culpa de esta pandemia, mas de 60 mil trabajadores. Por más despensas que les regale el gobierno, por más migajas que les aviente, no les alcanzará a esas 60 mil familias para llenarse la panza. O se reactiva la economía local (sin relajar obviamente las medidas de salud) o se morirá la gente, no ahora, pero sí en unos meses. Y no por culpa del virus, sino del hambre.
La solución, claro, no está en el gobierno. Ni en el de Miguel Treviño ni en el del Bronco, Ni tampoco en el de AMLO. Está en la generación de empleo. Y ahora, en esta crisis, en la simple preservación de los comercios, 30% de los cuales, ya cerraron en el último mes.
Pero el gobierno, lo mismo el de Miguel que el del Bronco, no gastan su dinero en prioridades; lo gasta en función del cálculo político.
¿Un ejemplo de mala aplicación del gasto público en este Estado?
En Nuevo León, el coronavirus ha provocado la muerte de 54 personas a lo largo de estos tres meses. Los 12 crematorios que existen en Nuevo León tienen capacidad para cremar al menos 20 cuerpos diarios, entre todos.
¿Cuantos nuevoleoneses tendrían que morir diariamente para colapsar los crematorios del Estado? 300 veces más, cuando menos.
Sin embargo, el Secretario de Salud en Nuevo León, Manuel de la O, dijo ayer que comprará urgentemente cajas de refrigeración de cadáveres para montarlos en medio de la Macroplaza, como lo hicieron en Nueva York.
Lo que deberíamos conseguir no son cámaras mortuorias ambulantes sino camas de hospital (solo hay 418 y se ocupan al menos el doble), además de ventiladores. No tenemos dinero para todo así que primero lo urgente, luego, lo que podría resultar necesario.