San Agustín [..] reconoce en sus Confesiones una visión simplificadora de los
conflictos. Irene Vallejo (Milenio, 19 de noviembre 2021)
Monterrey.- El estudio realizado por Albert O. Hirchman (AOH) acerca del debate dirige su crítica, primordialmente, hacia los argumentos emitidos por el lado de los conservadores frente a las transformaciones surgidas históricamente desde la corriente liberal.
Ante cualquier cambio de orden progresista los conservadores, según AOH, fincan sus puntos de vista en torno a las tesis de perversidad, futilidad y riesgo, que a fin de cuentas resultan superficiales y difícil de sustentar.
La tesis más fácil de percibir es la de la perversidad, consistente en señalar que alguna medida cuyo propósito es favorable para alguna causa resulta, finalmente, todo lo contrario. Por ejemplo, la fijación de precios de garantía en agricultura, superiores los determinados por el mercado, donde los productores terminan vendiendo a un precio inferior al cual se llegaría bajo el libre juego de la oferta y la demanda. En este caso, lo más prudente sería debatir en torno a las medidas más eficaces para superar las imperfecciones del mercado.
Otra tesis, un tanto superficial, es la de la futilidad, la cual sale relucir cuando alguna medida tomada, para prevenir un mal, se hace una vez que éste ya está presente. Póngase el caso de subir la tasa interés para prevenir la inflación, la evidencia diría que se está tratando de evitar el surgimiento de un proceso en el futuro cuando éste se encuentra en marcha ; de hecho, según el análisis económico, el alza en la tasa de interés se da como un reflejo de la presión inflacionaria, o sea, una parte del interés, que los deudores pagan, cubre la pérdida del poder adquisitivo del dinero en el tiempo, es decir, el efecto de la inflación. Aquí, el debate adecuado consistiría en saber porqué, para una cantidad poco creciente de bienes, existente en la economía un volumen proporcionalmente cada vez mayor de dinero en circulación, llegándose al extremo de haber mucho dinero para gastar y poco qué comprar con él; por lo pronto el alza en la tasa de interés más bien es una consecuencia y no la causa, la monetización de una economía podría provenir de un gasto de gobierno sin contraparte de ingresos reales.
La tercera manera de argumentar en contra de algún cambio, “más de sentido común y moderada”, AOH la llama tesis de riesgo, porque en ella se contrastan los costos y beneficios del cambio en cuestión. Bajo dicha tesis, los conservadores cuestionan todo progreso apoyándose en la posibilidad de tratarse de una mera apariencia, alegan que existe el peligro de desmoronar lo ya construido. Es aquí donde, para el caso mexicano con el nuevo régimen surgido a partir de 2018, la corriente conservadora se ha visto imposibilitada para demostrar alguna amenaza hacia la institucionalización lograda en el país; al contrario, las medidas tomadas hasta ahora, por el gobierno de López Obrador, se destinan básicamente a reparar el daño que les causó la influencia del modelo neoliberal a lo largo de las últimas décadas.
Las tesis aquí enunciadas llevaron a su autor (AOH) a concluir que la reacción conservadora, ante los cambios asumidos como progresistas, conduce a la polarización social como limitación para la construcción de un debate. Así mismo, a insistir en su postura en torno a la solución de los problemas del desarrollo económico; por eso, un país como México, donde los avances tecnológicos y lo más adelantado de la civilización llegaron con rezago, tiene como ventaja la posibilidad de realizar los pasos necesarios de progreso de manera, si no simultánea, en un plazo relativamente corto.