El origen de esa mezcla se encuentra en el principal residente de Palacio Nacional, que defiende con todo a los suyos, aun cuando los agarren literalmente con las manos en la masa.
No hay evidencia que sirva para ir contra aquellos, de los suyos, que técnicamente rompen la narrativa oficial de no mentir, no robar, no traicionar.
Los casos son notorios: primero, los de casa, los López, pero, también, los del gabinete, los Bartlett, los ministros como Yudit Esquivel o los amigos, los que picaron piedra con él como El Químico Benítez, cuando el “proyecto” obradorista apenas despegaba y levantaba el vuelo con destino a 2018 y alcanzar la presidencia de la República.
Ahí está el Químico Benítez, quien fue desaforado del cargo de alcalde de Mazatlán, por presuntos delitos cometidos en contra de los ciudadanos del puerto.
Y cuando todo indicaba que se iniciaba su camino hacia un penal, bastó una llamada desde Palacio Nacional a Rubén Rocha Moya, el gobernador del estado, para que el político desaforado, no sólo no lo indiciaran, sino lo ubicaran como titular en la estratégica Secretaría de Turismo del gobierno del estado.
Ahí ya lleva cuatro meses y no se sabe qué haya ganado Mazatlán con esa habilitación, más allá de promover ferias de raspados y consumo de ostiones.
No se ve por ningún lado una fuerte campaña publicitaria para abatir la mala imagen que han dejado los acontecimientos trágicos del 5 de enero, y brindar algo de seguridad a los viajeros que transitan por las carreteras de Sinaloa.
Y dirán, algunos, que no se hace porque eso no es lo suyo, lo suyo son los reactivos químicos y, sobre todo, la fiesta, esa que la prensa registró en múltiples ocasiones y que duraría más de tres años con cargo a los contribuyentes.
Otros dirán con más perspicacia, que cómo va a hacer buenas cosas para los destinos turísticos sinaloenses si está en capilla, en el banquillo de los acusados, tambaleante, nervioso, inquieto sin dormir bien, no habiendo más tiempo que no sea estar anclado a lo que diga el Gobernador, el líder del Congreso del Estado, la fiscal general del Estado o la titular de la Auditoría Superior del Estado, que a diario meten calambres mediáticos buscando, no pocas veces, su renuncia.
Esta semana lo vimos llegar al Congreso del Estado disminuido físicamente para la glosa del primer informa del Gobernador y, llegó, con un cierto aire de humildad y reeditando su fe morenista, cuando habló de “rostro social del turismo” lo que sin duda, es un sin sentido, porque no se necesita tres dedos de inteligencia para saber que toda forma de turismo es necesariamente social ya que los únicos que no hacen turismo son los otros miembros del género animal.
Más allá de esa retórica turística, algo concreto, como es el destino del impuesto al hospedaje, no fue capaz de informar y se fue por el monte, ante los cuestionamientos de los diputados.
Y respecto a las carpetas de investigación que tiene abiertas en la fiscalía era obligado que los periodistas preguntaran cómo se sentía ante el riesgo inminente de que sea destituido del nuevo cargo, la respuesta no dejó duda sobre el uso de un libreto viejo: “Yo duermo tranquilo, me dedico a trabajar, a cumplir con la encomienda que me hizo el Gobernador -ya no dijo mi amigo- estamos buscando darle el rostro social que se merece el turismo para todos los sinaloenses”.
Y, abundó con una dosis de certeza: “No, la verdad estoy tranquilo, tengo mi conciencia tranquila, yo sé que jamás he agarrado un peso que no me corresponda, y en su momento, todo se va a aclarar”.
Nadie sabe si el exalcalde será capaz de aclarar los hoyos que dejó en sus casi cuatro años como alcalde del puerto.
Lo único claro es que su suerte depende lo que decida el gobernador en acuerdo con López Obrador y ya sabemos lo que una vez hizo, que fue traicionar a los mazatlecos, al salvar al Químico Benítez habilitándolo como secretario del Gabinete.
Y lo puede volver hacer si recibe de nuevo la orden de Palacio Nacional.
Sólo restaría decir, que los mazatlecos en los últimos treinta años han castigado electoralmente a quien los traiciona.
Como seguramente sucederá en Topolobampo, donde los miembros del movimiento ¡Aquí no! no se callaron frente al secretario de Gobernación y le gritaron al gobernador: ¡Usted nos traicionó!
Al tiempo.