PEREZ17102022

Timadores
Tomás Corona

Monterrey.- Llegó hasta el grupo congregado afuera de la iglesia con actitud suplicante, arguyendo que tenía un hijo hospitalizado, con cáncer, y su esposa se encontraba dentro del templo pidiéndolo a Dios para que lo sanara.

Muchas de las personas, sobre todo las señoras que lo conocían, le negaron tajantemente la limosna económica, que casi con lágrimas en los ojos solicitaba. Algunos le regalaron monedas y uno que otro billete.

Una viejita aclaró que, efectivamente, contaba siempre el mismo cuento del hijo enfermo; e incluso el cura de la parroquia lo había corrido varias veces. Y sí, lo seguí con la mirada, hasta que se encontró con su mujer. Morbosamente contaron el dinero entre risitas cínicas y se fueron abrazados pensando en lo que harían el día de hoy con la fructífera ganancia económica de su fraudulento proceder.

Pobre Dios cuando lo usan para esos fines perversos…