Tijuana.- Cuando de niños discutíamos y uno de los involucrados iba perdiendo la batalla verbal, tenía un argumento que terminaba con la discusión. Era una forma de salir de una manera airosa de una contienda desigual: “Pues yo tengo un tío bombero”; o de plano, el argumento devastador: “Pues mi papá es policía”. Así percibo a muchos que ante la falta de argumentos deciden que la deliberación es para otros, porque él o ella tienen la razón y lo demás no importa.
En el nado sincronizado de la última semana, en el que la comentocracia se unió para atacar al presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), denunciando un supuesto conflicto de interés de su hijo mayor, José Ramón López Beltrán, avecindado en la ciudad de Houston, Texas, Estados Unidos, lo anterior quedó en evidencia. A pesar de todas las aclaraciones por parte de José Ramón, de su esposa, Carolyn Adams, y del director de PEMEX, Octavio Romero Oropeza, la oposición continuó en su monólogo.
Antier, la ex diputada de Movimiento Ciudadano, Martha Tagle, hizo exactamente lo que la niña en desventaja argumentativa haría. Aparte de sacarle la lengua a AMLO, escribió en su cuenta de Twitter: “Además de todo, ¡qué mal escribe! Es de suponerse que andar de campaña en campaña, no les permitió tener una educación adecuada”. Y propuso el Hashtag: #HoustonTenemosUnProblema. Respondía así al comunicado del hijo de AMLO donde aclaraba de dónde obtiene sus ingresos.
Martha Tagle resume con claridad la tragedia política de la oposición mexicana. Sin propuestas, sin ideas, con una terrible ceguera y pereza mental, pero con todo el rencor de haber perdido privilegios y recursos económicos. Lo más patético es que ante la falta de ideas y banderas hacen suyas cualquier tipo de causas. La más reciente es la defensa de Carlos Loret de Mola ante los “ataques de López”. Como sabemos, Loret fue quien presentó ante la opinión pública un reportaje sobre la casa del hijo del presidente en Houston, supuestamente como un claro ejemplo de conflicto de interés. Una de las respuestas de AMLO fue exhibir los ingresos del periodista. Obvio, se hizo la víctima y la oposición lo arropó a través de Twitter. Crearon un espacio (Space) el sábado 12 de febrero para “defenderlo” y obvio, atacar al presidente y su familia.
La famosa reunión que llegó a tener a 60 mil participantes conectados, fue presentada como el anuncio del “despertar” de la sociedad civil. “Una nueva era de la democracia mexicana”. Lo curioso es que si alguien les pedía cordura o argumentación en el chat, inmediatamente era silenciado. La deliberación no es un activo de nuestra oposición. Los medios tradicionales de comunicación magnificaron la reunión virtual. Por ejemplo, El Universal publicó que “casi un millón” se habían conectado. Pero aceptando que fueron 60 mil, me parece que es un número muy pequeño como para hablar de que ha iniciado un “movimiento revolucionario, para derrocar al tirano López”. Ignoro si saben hacer cuentas, pero AMLO obtuvo 33 millones de votos; se requieren mucho más opositores para que el próximo presidente(a) no provenga de MORENA.
Toda democracia consolidada requiere una oposición propositiva, con ideas y un proyecto alternativo de Nación. En México los partidos de oposición son dirigidos por empresarios y organizaciones cuyo único afán es derrotar a AMLO a través de la opinión pública. Son simplemente reactivos y sin liderazgos legítimos. Ante ese vacío, su lugar lo ha ocupado la comentocracia visceral. Es una desgracia para nuestra democracia. La gran gesta revolucionaria de las huestes opositoras es haber reunido a 60 mil personas en defensa de un calumniador profesional que se ha enriquecido al amparo de un profundo odio a AMLO y vendiendo montajes. Por eso la señora Tagle lo único que le queda es sacarle la lengua al Presidente.
Investigador de El Colegio de la Frontera Norte. Correo electrónico: victorae@colef.mx. Twitter: @victorespinoza_ Página WEB; www.colef.mx/victoralejandroespinoza/