PEREZ17102022

¡Queremos respirar aire limpio!
Lupita Rodríguez Martínez

Monterrey.- Pareciera que en las dos últimas semanas los índices de contaminación atmosférica disminuyeron tras la marcha-mitin para exigir aire limpio, realizada el 26 de marzo por miles de familias alrededor de la Gran Plaza de Monterrey, la cual estuvo encabezada por niñas, niños y adolescentes.

Sin embargo, nuestra contaminante realidad dista mucho de haber cambiado radicalmente. A pesar del respiro de aire menos contaminado durante las semanas pasadas, la zona conurbada de Monterrey sigue catalogada como la ciudad con más alta polución en América Latina.

Los habitantes de la metrópoli continuamos respirando mala calidad del aire diariamente desde hace más de dos décadas, cuyos efectos provocan asmas, alergias o gripas, enfermedades que resultan incurables y desencadenan muertes prematuras ante la indolencia oficial y la apatía ciudadana.

Con la marcha-mitin del domingo 26 de marzo, convocada por el Comité Ecológico Integral (CEI), con el respaldo de asociaciones civiles, grupos ambientalistas, colectivos independientes, instituciones educativas y ciudadanía en general, la población nuevoleonesa dijo por enésima vez ¡Ya Basta!

A la demanda de queremos aire limpio por la salud de la niñez de Nuevo León, se alzó la voz para reclamar que la contaminación deje de ser la condena que hemos pretendido ignorar o que asumimos en silencio cómplice para tratar de vivir en la normalidad de nuestras vidas.

El tema de la contaminación lleva mucho tiempo sobre la mesa del debate público y con la promulgación de nuevas leyes y sus correspondientes políticas públicas, planes de gobierno y programas de acción poco hemos avanzado. Los resultados negativos los padecemos todas y todos.

Tan sólo en el año 2022, sufrimos 243 días de mala calidad del aire en Monterrey. Es decir, que en dos de cada tres días la recomendación sería ¡no respirar! Esta situación nos obliga a reconocer que al aire que respiramos es cada vez más tóxico y perjudicial para la salud pública.

Y así lo confirma el siguiente dato: La mala calidad del aire es la responsable de más muertes que las que el Covid-19 provocó en dos años.

Frente a tal dimensión de la crisis climática ante la crisis sanitaria, de poco sirve reconocer que la mayoría de los contaminantes que entran a nuestro sistema respiratorio son producto de la actividad industrial y de la quema de combustibles fósiles, como petróleo, carbón y gas natural.

Tenemos que exigir cambios en todos lados, empezando por nuestra casa, automóvil, escuela y colonia. Empero, tomar acciones individuales ya no es suficiente. Para respirar necesitamos cambios integrales, sistémicos y radicales.

Junto con la escasez del agua, la contaminación atmosférica es el mayor desafío ambiental para las y los nuevoleoneses. Llegó la hora de ocuparnos en resolverlos verdaderamente, para evitar estragos más graves en la calidad de vida de las grandes mayorías del pueblo, sino en la propia naturaleza.

Aparte de programas para desacelerar el desproporcionado crecimiento demográfico y económico en el área metropolitana, así como de proyectos de movilidad efectivos que privilegien el transporte público, reduzcan la circulación de miles de vehículos (por ejemplo el Hoy No Circula o los autos eléctricos), liberen la saturación de vialidades y los tiempos de recorrido, además de introducir tecnologías limpias y aplicar sanciones ejemplares en la industria y el comercio, nuestra insistencia es consolidar el programa de reforestación por resultar la acción colectiva más integral y posible.

El programa para plantar 200 mil árboles por año en los municipios metropolitanos, con el fin de llegar a un millón durante el actual sexenio, es posible siempre y cuando las autoridades federales, estatales y municipales sumen a la ciudadanía en la tarea de reforestar y de cuidar que cada árbol plantado se desarrolle en buenas condiciones por su cuidado permanente.

Hacer frente común por el derecho a respirar aire limpio, nos exige impulsar este objetivo como un objetivo de orden superior y llevar a cabo acciones sostenibles, viables y efectivas en forma coordinada y solidaria entre sociedad y gobierno y, sobre todo, crear la Agencia Estatal de la Calidad del Aire como un organismo público descentralizado, tal y como lo dispone el último párrafo del Artículo 44 de la nueva Constitución de Nuevo León.