Monterrey.- Primero piratearon las obras digitalizadas de los músicos y de las casas disqueras, pero como yo no era músico y trabajaba en la radio y en la televisión, no me importó.
Después se apropiaron de la publicidad de los medios audiovisuales y muchos quebraron, pero como yo ahora trabajaba para la prensa, tampoco me preocupé.
Luego hicieron lo mismo con la prensa y los periodistas se quedaron sin trabajo, pero como me subí al tren de las nuevas tecnologías y usaba gratuitamente inteligencias artificiales para generar mis libros y blogs, tampoco me mortifiqué tanto.
Después empezaron a cobrar por el servicio y solamente las grandes casas editoriales podían pagarlo para los autores de su establo.
Pero como ya había acumulado cientos de libros que anunciaba en mi videoblog, no me afectó.
Posteriormente quebraron las editoriales porque sus libros se descargaban gratuitamente y se usaban para alimentar inteligencias artificiales, pero como trabajaba en una librería y ya era videobloguero, a mí no me perjudicó.
Al poco tiempo cerraron las librerías por falta de editoriales y porque la venta de libros dejó de ser negocio, pero como yo seguía como videobloguero, me convertí en influencer.
No mucho después nos sustituyeron por personalidades generadas por inteligencia artificial, pero como yo me adapté y ahora usaba programas para copiar y rediseñar ilustraciones sin saber dibujar y las vendía como si fueran propias, me alegré por las nuevas oportunidades para todos.
Más tarde vetaron el acceso a estos programas, pero como yo ahora trabajaba en una biblioteca, tampoco me mortifiqué.
Después informatizaron con mi ayuda las bibliotecas y las cerraron, pero como yo no leía y ahora daba clases, tampoco me quitó el sueño.
A continuación, informatizaron las clases con maestros virtuales, pero como yo ahora preparaba comida en un puesto ambulante y usaba aplicaciones digitales para vender, tampoco me perturbó.
Después llegaron las cadenas de restaurantes robotizados que usaron nuestra información comercial, pero como yo me convertí en chofer de un taxi de plataforma, tampoco me afectó demasiado.
Después privatizaron las calles para uso exclusivo de los taxis y repartidores autónomos, gracias a la información del trazado urbano que ayudamos a recopilar, pero como ahora me dedicaba el teletrabajo, no afectó tanto mi economía.
Poco después también se informatizó el teletrabajo con inteligencias artificiales, pero como llevaba bastante tiempo en la fila para solicitar un cargo público, no me inquietó.
Ahora ya es demasiado tarde porque todos quieren trabajar en lo mismo, se devaluaron los empleos y solo quedan como sustento las tarjetas de racionamiento, mal llamadas pensión universal...
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