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TRANSICIONES
¡QUÉ DIFERENCIA!
Víctor Alejandro Espinoza
En las democracias consolidadas lo único que no parece previsible son los resultados electorales. Pero en general los actores sociales, políticos y económicos se mueven en un marco de certidumbre. Claro, con ciertos márgenes de flexibilidad, pero los ciudadanos saben cómo votan los diputados de los diferentes partidos en el Congreso, o cómo actúan los gobernantes de derecha o de izquierda y lo que piensan sobre los diferentes asuntos públicos. Más aún, cuáles son sus proyectos en caso de obtener un nuevo cargo. Pero en México todo es incertidumbre.
En nuestro país, un representante de izquierda se puede comportar como de derecha o el de derecha hacerlo como de izquierda; el de centro aparecer como un radical de cualquier signo. Nada parece previsible. Lo mismo sucede en otros ámbitos, por ejemplo, en el periodismo. Liberales de ayer hoy son feroces conservadores. Pero lo contrario también sucede; conservadores de ayer hoy son los periodistas más decididos del pensamiento liberal. Claro, todo mundo tiene derecho a cambiar; pero hay de casos a casos.
La discusión sobre el paquete fiscal que el presidente de la República envió al Congreso es un buen ejemplo de lo anterior. Quienes ayer se decían paladines de la justicia y defensores de los pobres, hoy dicen seguir defendiéndolos a costa de gravarles más impuestos y recortar el gasto público. Otros critican y se oponen radicalmente a la propuesta de aumento al 2% al consumo pero dicen estar a favor del incremento al IVA. Analistas conservadores como Sergio Sarmiento afirman públicamente que la propuesta alterna de Andrés Manuel López Obrador es más consistente que la de Felipe Calderón y dice estar a favor de recortar los gastos suntuosos de la alta burocracia antes que incrementar los impuestos.
La sociedad mexicana parece acostumbrarse a la ambigüedad. Lo absurdo siempre asoma a la esquina. El caso “Juanito” es una perla, es propio del galimatías nacional. Los medios electrónicos ensalzan al personaje y él cree que eso de gobernar es una vacilada. Claro, si tiene a su alrededor tantos ejemplos de gente mediocre gobernando en todos los órdenes de gobierno. No se requiere experiencia, ni conocimientos; sólo voluntad que “ya dios proveerá”. Así “funciona” la administración pública: sólo se requiere ser cuate de quien se sacó la lotería. Para qué servicio profesional de carrera, lo que importa es el padrino.
Pero también hay excepciones que nos enorgullecen y que nos proporcionan un asidero optimista. Cuando la mayoría de las autoridades académicas de este país bajan la cabeza y aceptan recortes en el gasto gubernamental dedicado a la educación; o peor aún son obligados a justificar las recetas económicas, el rector de la UNAM, José Narro Robles, alza la voz con firmeza: la creación de un impuesto del 2% al consumo es un “planteamiento inviable que se concreta a tapar un hoyo financiero, sin perspectiva de mediano y largo plazo”. Y enfoca al asunto de fondo: “el modelo de desarrollo seguido en nuestro país no ha resultado pertinente, ni en su aspecto económico, en lo académico y mucho menos en lo social. Ni crecemos lo que se requiere, ni la gente de México vive mejor. Es indispensable abrir un debate sobre las prioridades nacionales y sobre las mejores vías y estrategias para atenderlas” (El Universal, 25/09/2009). Más claro ni el agua. Cuántos rectores de ese calibre y dignidad necesita este país.
Requerimos debatir la pertinencia de continuar con un modelo de desarrollo como el actual o pensar en las alternativas que se nos presentan. Discutir únicamente en torno a las bondades o retrocesos de un paquete fiscal o lo que dice o no el funcionario en turno es bajar mucho la mira. Este país y los mexicanos requerimos cambios de fondo y no aspirinas para la profunda crisis que padecemos. El gobierno actual tiene que escuchar a los economistas serios; a los premio nobel que ya opinaron que el camino no es la ortodoxia, ni las recetas deben ser las mismas de siempre. Hacer caso de las necedades de los “juanitos” que declaran muy seriamente que la hora actual es la “que usted diga señor Presidente” puede conducir a un callejón sin salida, ese sí, muy previsible.
Invitación
Hoy a las 19 horas en El Cubo del CECUT presentamos el libro: “El ático”. Participan Marco Antonio Cortés –rector de la UdG-, Oscar Genel González –periodista-, Leobardo Sarabia –ensayista y promotor cultural- y el autor del libro y de esta columna.
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