ANTOLOGÍA DE LA CRÓNICA EN NUEVO LEÓN
(Entrevista con Arnulfo Vigil)
Roberto Guillén
- Leer crónica es leer información y leer literatura
- La calidad de un periódico se nota por la sección cultural
- Los grandes periódicos responden a intereses mercantiles, o están controlados por el gobierno
El periodista, editor y poeta Arnulfo Vigil, nos brinda El Ojo de vidrio. Antología de la crónica en Nuevo León, editada por la UANL. La obra lo mismo comprende textos del maestro José Alvarado, como de Romualdo Gallegos, Diego Enrique Osorno, o Gerson Gómez.
¿Cuál es la importancia de la crónica en el ámbito periodístico?
La crónica es esencialmente información, pero es un género muy versátil, muy democrático, que incluye muchos elementos de literatura. La función en este caso de la crónica es también una especie de ensayo literario, pero sin olvidar los motivos de la información que es consignar el qué fue, de qué se trata, quiénes estuvieron, en qué momento. Por las crónicas conocemos los importantes momentos de la historia de México. Hay que recordar el libro de Salvador Novo que escribió sobre la peste amarilla. Lo hace en términos literarios, como lo era Salvador Novo. También escribió una crónica sobre la Cervecería Cuauhtémoc. Y por la crónica se registran los acontecimientos históricos, en una coyuntura determinada, en un momento dado. Y a partir de ahí se registra y se acude como fuente para sacar datos. Leer crónica es leer información y leer literatura.
¿En qué momento aparece El ojo de vidrio en Monterrey?, es decir, ¿qué otros esfuerzos se han hecho por la crónica a nivel estatal?
La crónica en Monterrey siempre ha sido sesgada. Se confunde con la nota informativa, se confunde con lo que llamamos en las redacciones de los periódicos la nota de color. Muchos de los escritores la confunden con el simple hecho de narrar alguna situación, pero sin consignar los datos concretos, específicos, que sirven de información. Le puse El ojo de vidrio a mi libro, por ser una especie de crónica radiofónica, que obviamente es un guión escrito por Rosendo Ocañas, originario de Montemorelos, Nuevo León. Fue trabajador de Fundidora y después se clavó en los medios de comunicación de aquel tiempo, sobre todo en radio. También fue poeta. Creó en El ojo de vidrio un personaje que todavía se escucha todas las mañanas en la XET y que logró tanta aceptación en la gente, que hay quien cree que el ojo de vidrio existe, cuando es un personaje de ficción.
Este desierto que se vive en los medios de comunicación, con respecto al quehacer de la crónica, ¿cómo lo observas?
Sí, generalmente los medios están cerrados para construir este tipo de crónica, porque se basan más en la nota informativa, en el reportaje, en el hacer cuestiones diarias. A los reporteros se les piden cinco, seis notas diarias y no se le da espacio, salvo algunas excepciones, y en algún momento determinado está bien. Cuando estuve en Más Noticias tuve la oportunidad de hacer crónica de muchos eventos y no solamente hacer la nota informativa. Y tuve apoyo de la redacción para experimentar esos géneros. Como un gran cronista de aquí, Mario Martínez Oceguera, que era reportero de la nota roja, pero él registraba no solamente lo que sucedió, ya sea el asesinato, la violación o el robo, sino que le añadía muchos elementos literarios, con muy buena mano de literatura. Y vemos pocas crónicas en nuestros medios locales; en otros periódicos sí las hay. El Unomasuno dio mucha oportunidad para eso. Algunas revistas, La Jornada y otros medios donde también se puede hacer, pero también depende mucho de la voluntad del propio periodista, de crear un estilo de decir la información, de una manera que agrade. Y no solamente el esquema rutinario de la nota informativa.
¿Desde dónde estamos rescatando a la crónica, de qué épocas hablamos en esta antología?
El libro reúne crónicas literarias a partir de 1900. Es decir, del siglo antepasado, para no caer en las crónicas históricas de nuestros clásicos: Alonso de León, Gaspar Núñez de Castaño y todos los que son de allá del 1600. Para hacer la suma de esa idea de periodismo y literatura. Monterrey vivió momentos esplendorosos de periodismo en 1800. Hubo muchas revistas, muchos periódicos y esa síntesis que hoy es rara, entre escritores, poetas y periodistas. En mis tiempos, los 80s, era una especie de avis rara, y así me decían, porque me interesaba la literatura y el periodismo. Ahora ya hay nuevas generaciones, donde este trabajo ya lo elaboran con mayor facilidad. En La Rocka, un periódico independiente, encuentras crónicas de primer nivel, porque el periódico lo permite. Ya no es ver a escritores o periodistas convivir en esa simbiosis, en ese tercer monstruo que nace de la unión entre periodismo y literatura. Hay escritores muy buenos en este sentido. Diego Enrique Osorno, el mismo Gerardo Wario, y algo insólito es que la sección de deportes, como el periódico El Regio, es donde más se hace la crónica informativa, con atisbos de literatura.
De la crónica al periodismo cultural, pareciera que este último está en peligro de extinción; ¿cómo observas esta realidad?
La calidad de un periódico, lo he sostenido, se ve, se nota, por la sección cultural. Cuando un periódico realmente pretende servir a la comunidad y no ser exclusivamente un negocio. Cuando persigue lucro y no crear agentes ciudadanos, participantes, siempre suprimen la sección cultural. Lo vemos actualmente en la mayoría de nuestros periódicos que la sección cultural es lo de menos, en ese sentido. Y se remiten a escribir dos, tres eventos, generalmente oficiales, olvidando todo lo que es cultura, que no es solamente los eventos artísticos o las manifestaciones de las artes, sino el comportamiento de la gente, el lenguaje, la calle, los días cotidianos, la alimentación, las pláticas, etcétera, que es el centro de la cultura.
Ya que estamos en esto de la cultura, el estado acaba de reducir el presupuesto de hasta un 35% al Conarte. Y la funcionaria Carmen Junco declaró que la Iniciativa Privada podría inyectar dinero a la institución que preside; aunque por otro lado vemos a Femsa, no sé si mendigando o agandallando 500 millones de pesos para la vialidad que requiere su antojo de empotrar el estadio en el bosque de la Pastora; ¿qué opinión te merece este panorama?
Es triste, pero hay otro factor que es más triste. Toda esa cuestión de presupuesto destinado a la cultura tiene que verse y aprobarse por el Congreso del Estado, donde tenemos supuestos representantes del pueblo que deberían defender eso, y sucedió lo contrario. Ellos inmediatamente aprobaron el presupuesto en este caso particular a Conarte, que es la máxima entidad cultural del estado. Y quienes están ahí, es el diputado Alvarado, que es maestro y hay dos más de la misma extracción. Y es muy triste que los maestros, que supuestamente pugnan por la enseñanza y la educación de los ciudadanos mexicanos, alumnos, etcétera, den al traste con esto. Más que el maridaje entre empresarios y gobierno, que siempre ha existido para sus intereses bellacos, es triste que los representantes del pueblo se pongan del otro lado del pueblo. Y obviamente el caso Femsa es muy triste, ya que es un corporativo empresarial con mucha posibilidad económica. Una de sus primeras medidas fue suprimir el Museo de Monterrey, que representaba un escaparate del arte mundial, en donde los regiomontanos tuvieron acceso y se formaron, viendo las grandes exposiciones que se hacían ahí. Y lo recortaron. Ahora, obviamente pretenden hacer el estadio como una forma de negocio, que se da la coyuntura, que se vende la última empresa que quedaba, propia de Monterrey, la empresa señera, que es la Cervecería Cuauhtémoc. Con esto se da fin a la clase empresarial, tradicional de Monterrey y obviamente el estadio va a tener consecuencias. La primera es ecológica. Segundo, que se fortalece esa unión macabra, entre deporte, cerveza y vicio, que no tiene nada que ver. El futbol es muy bello, es un buen ejercicio, es un gran deporte, pero para que se practique.
¿Cómo observas el esfuerzo de la UANL por editar a los escritores de la localidad?
Yo creo que es uno de los momentos más brillantes de la UANL actualmente, en el sector editorial. Esa esencia de la universidad, publicar libros, trabajos de ciencia, historia, no se diga ya los libros de texto para su misma educación. Es uno de los momentos más gloriosos de la UANL, que sí se ha empeñado de estar editando dentro de sus varias colecciones, libros importantes. Esperamos que esto no sea como una mascarada para que no se discuta el hecho, acentuado en la rectoría pasada de que se prefieren construir edificios a elevar la calidad educativa en todas las facultades. Hacen falta más cosas, que vayan emparejadas con la vocación editorial, que demuestren, como, por ejemplo, tener un centro de investigaciones estéticas, que no existe en la universidad, o un centro de especialización académica, en cada una de las facultades. Porque se trata solamente de, a la mejor, llenar una cláusula, pero no que realmente se apoye en investigación. Esto también debe de estar vinculado con la ciudadanía. Es decir, que la UANL dirija a sus profesionistas a atender a la comunidad; que no logren una profesión solamente por el afán de lucro; o que se rompa ese cliché de que se tienen que formar profesionistas con calidad empresarial.
Benjamín Palacios, en uno de sus artículos escritos para 15diario hablaba de la irregular preparación de los estudiantes que alcanzan el grado de doctorado…
Sí, es triste esa situación. Conocemos maestros de la universidad que nos dicen, cuando los alumnos hacen la tesis, por ejemplo, en la Facultad de Derecho, un alumno presentó como tesis una breve explicación y copió todo el reglamento de tránsito. De esos hay muchos, son profesionistas patito que, en un momento determinado, las facultades lo permiten, lo cual hay que combatir, porque salen profesionistas mediocres, y sin ningún sentido de solidaridad social.
La universidad en estos momentos, como lo demuestra con la edición de libros, la publicación de su revista, de su periódico interno, que tiene buena calidad, debe orientar todo el programa educativo hacia las humanidades. Hacia el humanismo, es decir, que un ingeniero civil construye un puente para que realmente se puedan unir dos pueblos, y no solamente para ganar dinero.
Por último, ¿cómo abonar para que construyamos un periodismo crítico, un periodismo que transforme? ¿Y cómo abonar para evitar a los advenedizos que se han convertido en la plaga de los medios de comunicación?
Esa es nuestra tarea, y es la lucha que tenemos que dar. Además de escribir bien. Pero a la vez, que estamos infestados de eso, hay esfuerzos que se hacen por tratar de romper ese cerco, desde la independencia y la autogestión. Por ejemplo, la revista Reto, dirigida por el maestro Daniel Dimas, saca asuntos que no sacan otros periódicos, dentro de su universo propio. Y existen otras revistas, como La Quincena, La Rocka, a veces hay hojas volantes, dípticos, revistitas que pugnan por hacer las cosas de otra manera.
Yo creo que los ciudadanos, a la vez que están leyendo, están tomando consciencia de la situación. Los grandes periódicos responden a intereses mercantiles o están controlados por el gobierno. Y por lo tanto su información no va a ser tan fidedigna. Hay periódicos que sólo se venden por los avisos de ocasión o por la sección deportiva, pero no ofrecen una información veraz, mucho menos cultura. Los periódicos actualmente no contribuyen a elevar el grado de cultura de los ciudadanos. Y es lamentable, porque se ha demostrado, en términos sociológicos y prácticos, que la cultura es la única forma de resolver la violencia en cualquier ciudad y los problemas relacionados con narcotráfico, robos, delitos y todo eso.
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