ANÁLISIS A FONDO
CARENCIA DE SENTIDO COMÚN
Francisco Gómez Maza
- El más común de los sentidos
- Estamos lejos del sentido común
De lo que adolecemos, entre otras adolescencias, los mexicanos es de sentido común. Éste nunca se equivoca y lo hacemos a un lado por pretender convencer a los demás de que nosotros tenemos la verdad absoluta, cuando cada uno tiene su verdad y tiene que haber respeto mutuo de la verdad del otro. El más “sin sentido común” es que la clase política pretenda vender que el país necesita de la democracia representativa, de las elecciones con urnas embarazadas, de los acarreos, de la corrupción de los votantes, del presidencialismo, de la reelección de diputados y presidentes municipales, de la guerra contra el narcotráfico en vez de la adopción de una política preventiva y realmente educativa; de que hace falta un tranvía en el Centro Histórico, de que… bueno, de todo, como las seudo religiones, que a toda costa pretenden convencer a los demás de que su dios es el único y verdadero y que su libro sagrado es el único que contiene la verdad revelada por la divinidad.
En esas estamos, cuando el gobierno trata de imponer a los ciudadanos, con cinismo, con perversidad, empleando todos los medios posibles, gastando millones de pesos del erario, que enriquecemos los contribuyentes, de que está haciendo todo por acabar con la pobreza, por acabar y destruir a las bandas del crimen organizado, por acabar con el sida, por convencer de que estamos saliendo de la crisis y de la recesión, cuando es sabido que la recesión y la crisis son características sistémicas de nuestra economía, porque por lo menos más del 50 por ciento de la población vive en extrema pobreza y sólo el 10 por ciento de la riqueza nacional está distribuida entre el 90 por ciento de la población y el otro 90 por ciento está concentrado en el 10 por ciento integrado por los poderosos. Un gobierno así, para empezar, es un mal menor, pero está llegando a convertirse en un mal intolerable, como bien lo dijo hace ya casi 300 años Thomas Paine, el más insigne promotor del liberalismo y la democracia.
Paine (Thetford, 29 de enero de 1737 - Nueva York, 8 de julio de 1809, en Wikipedia) fue un político y publicista estadounidense de origen inglés, cuya doctrina del "Common Sense" (sentido común) marca un hito en la historia universal, al enseñar que las decisiones políticas no deben fundamentarse en doctrinas basadas en la historia, la religión, la nación, el honor o en nociones apriorísticas, sino en criterios avalados por la experiencia de los seres humanos y en la razón. Y nosotros hacemos todo lo contrario. Nos rasgamos las vestiduras porque la Asamblea Legislativa del Distrito Federal despenaliza el aborto; nos escandalizamos porque se legaliza el matrimonio entre personas del mismo sexo y se les da el derecho de adoptar hijos. Nos escandalizamos porque alguien sugiere parar la llamada guerra contra el narcotráfico, porque es una guerra, de antemano, fallida, y porque proponemos la legalización del consumo de drogas y atacar a las bandas por donde más les duele: sus estados financieros, sus cuentas bancarias, sus finanzas. Cómo. Qué estupidez. No atacar con armas al crimen organizado es condenar a nuestros hijos a la tentación de las adicciones. Pamplinas. El sentido común dice que sólo con prevención, con educación, con leyes no expropiatorias de los “súbditos” es como vamos a salir adelante. El “boom” de la producción, cosecha, beneficio, trasiego, comercialización de cualquier tipo de droga, natural o sintética, se acabaría si le abatimos los precios de consumo y les alzamos desmesuradamente los precios productor. Y lo mismo puede decirse de todas las decisiones de interés público. La política, otro ejemplo. Si empleáramos el sentido común, tendríamos gobiernos de periodos cortos, verdaderos representantes de la sociedad, auténticos empleados de las comunidades, igualito que el modelo zapatista que se practica en las Juntas de Buen Gobierno. Verdaderos, auténticos, representantes de la comunidad.
El Common Sense, de Paine, allanó el camino a la Declaración de Independencia Estadounidense, ratificada el 4 de julio del mismo año. El Sentido Común fue un ensayo escrito por Thomas Paine, que se publicó por primera vez el 10 de enero de 1776, durante la Revolución estadounidense. El ensayo ejerció una gran influencia sobre la opinión pública durante la guerra de Independencia, presentando a los colonos un argumento a favor de la independencia frente al dominio británico, en un momento en que la cuestión de la independencia provocaba todavía suspicacias y gran parte de los colonos se sentían indecisos ante dicha cuestión. Paine redactó el panfleto en un estilo corriente para que la gente pudiera entenderlo sin dificultad, renunciando así a la Filosofía y al Latín, referencias utilizadas por los escritores de la era de la Ilustración. Paine estructuró la obra como si se tratara de un sermón, incluyendo bastantes referencias a la Biblia como si fueran formulas y para influir de esa manera en el modo de actuar de la gente. El historiador Gordon S. Wood describió a El Sentido Común como "el panfleto más incendiario y popular que se publicó durante la etapa revolucionaria."
El ensayo de Paine afirmaba que las colonias estadounidenses no obtenían ninguna compensación de su metrópolis, cuyo único propósito era explotar sus riquezas, y que cualquier análisis sensato concluiría con la necesidad de obtener la independencia del dominio británico y establecer un gobierno republicano propio. Esta obra, publicada anónimamente, constituyó un éxito editorial sin precedentes en América, logrando vender más de 120,000 ejemplares en los tres meses siguientes a su aparición, cuando los mayores tirajes de la época eran de 100 o 200 ejemplares. Pero el Paine del 1700 es tan actual en las condiciones en que vivimos los ciudadanos del mundo. Expropiados, excluidos, tratados como súbditos por nuestros gobiernos y expoliados por las leyes, que dictan los representantes de los poderes institucionales y fácticos, en beneficio de los poderosos, y para aplicarse únicamente sobre los juicios y actitudes de las mayorías desposeídas. Una justicia a modo. Cuánta falta de sentido común. Que si decidiéramos en base al sentido común, otro gallo nos cantaría.
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