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5 de marzo de 2010
15diario.com  


 

ANÁLISIS A FONDO

¡En qué país vivimos!

Francisco Gómez Maza

 

  • Territorio de la deseconomía
  • Pareciera una nación irredenta

mazaimgEn la economía de los mexicanos, entendida la palabra como “el cuidado o la administración de la casa”, todo parece irreal, todo sombrío, todo pesadilla. Los políticos sólo hablan de proyectos, del deber ser, del mañana, de la esperanza desesperada, de reformas estructurales sin sentido social, de grandes proyectos de país, de aumentos inmisericordes de obligaciones y cargas fiscales, de incrementos abultados, cotidianos, de los precios de los productos y servicios de fundamental necesidad para los individuos expropiados; de que vamos ganando la guerra que ellos mismos saben que está perdida de antemano; de cientos de detenciones de capos y sicarios, de alianzas producto del miedo, de reformas políticas de algo que no tiene remedio como el Estado, un mito para manipular a los ciudadanos, como decíamos ayer.

 

Y mientras nuestra casa, el país, este lugar donde nos tocó nacer, vivir y morir, se nos está cayendo, sin necesidad de la acción de terremotos ni tsunamies, nosotros, los mexicanos, lo estamos destruyendo aún más, y a la velocidad de un maremoto. En lugar de cuidar la casa, la estamos descuidando. Nuestra Oikos sin Nomos. Nuestra casa sin ley, o con una ley que privilegia sólo a unos cuantos y que pesa toneladas sobre el lomo de los millones de desheredados. Corrupción e impunidad son los grandes “valores” que norman nuestro día a día y ya la Corte Suprema puede dictaminar, que aún no lo ha hecho, que el ex gobernador, Eduardo Bours Castello, y el ex director del Instituto Mexicano del Seguro Social, Juan Molinar Horcasitas, son los principales responsables de la muerte de los 49 bebés en el incendio de la guardería  ABC y que sólo el uno por ciento de las guarderías concesionadas cumple con los requisitos de seguridad, y no pasa nada, no hay ni juicios ni menos castigos. Y el tal Molinar declara que “no renunciará” porque el informe de la Corte es preliminar…

 

Ayer nos desayunamos con la noticia dada por doña Georgina Kessel en el sentido de que bajará el subsidio a luz, gas y gasolinas. Con cuánta impunidad y libre libertinaje, los políticos hacen y deshacen la vida de los ciudadanos y todavía aclaran que no afectarán a los más desprotegidos. Claro. No lo pueden hacer. Están ya afectados y de por vida. Que más les puede afectar, si tienen que robarse la luz del cable más próximo a su covacha, ideando una conexión a la que llaman “diablito”,  o cocinar en anafres de carbón y esperar horas a que en la esquina pase el destartalado microbús, porque la estación del metro o del metrobús  les queda muy lejana. Ah, qué doña Georgina. Si estudió economía, se quedó en aquello de que el mercado es gobernado por las fallidas, fracasadas, leyes de la oferta y la demanda. Y el valor de uso y el valor de cambio lo entendió como valor para usar del poder a su discreción y beneficio.

 

Mientras tanto, los dirigentes de esas fantasías llamadas partidos políticos sólo se preocupan por ganar elecciones como sea, sin importar los medios. Y el miedo hace que hagan alianzas sólo para impedir que el Partido Revolucionario Institucional (el PRI), vuelva al poder, se instale de nuevo en la casa presidencial de Los Pinos. Y los priístas se debaten en rabatingas innombrables como la confrontación entre la bancada priísta en el Senado de la República con la bancada priísta en la Cámara de Diputados, que no sólo no se ponen de acuerdo, sino que pelean y a muerte. Y celebran la senectud (81 años), precisamente ayer en Guadalajara, con la espada de Damócles pendiéndoles sobre la cabeza. El PAN, que no ha sabido servir al pueblo mexicano desde la Presidencia de la República, sino sólo a los intereses de la oligarquía, se hace pedacitos y muere de miedo, tanto que tiene que entrar en contubernio, en complicidad, con su eterno enemigo, por lo menos formalmente, el de la Revolución Democrática, que formalmente reconoce como espurio, ilegal e ilegítimo al presidente Felipe Calderón.

 

Y mientras el Presidente confiesa en público que su gobierno gasta millones y millones del erario de los mexicanos para “informar” de sus logros en los periódicos impresos y electrónicos, y se queja de que estos divulgan gratuitamente los mensajes de las bandas del narcotráfico, éstas se ceban con sevicia y, contra toda esperanza oficial, gubernamental, ganan terreno, ganan territorios, matan a miles, y se embolsan miles de millones de dólares al año, de los cuales se beneficia también el Banco de México, cuyas reservas internacionales ascendieron o rebasaron ya, sospechosamente, los cien mil millones de dólares, en momentos en que los flujos legales de divisas están parados, tanto los de las ventas petroleras en los mercados extranjeros, como los del turismo, los de las exportaciones y las otrora engordadoras remesas de dólares que enviaban los migrantes mexicanos que alquilan su fuerza de trabajo allende el río Bravo, en donde la irresponsabilidad de los economicistas hizo que estallara una crisis financiera, que fue como un maremoto global, que a los primeros que puso en calidad de damnificados fue a los mexicanos, a los habitantes del traspatio de los Estados Unidos de Norteamérica.

 

Así está la res pública en este país desgobernado, sin timonel, sin rumbo; más bien a la deriva con el riesgo de confrontarse, como aquel trágico Titanic, con un iceberg del tamaño del mundo y naufragar. Y pareciera que los gobernantes y los políticos, y los capitanes de las grandes corporaciones que controlan, que detentan, los grandes medios de producción no tuviesen remedio. Ponen oídos sordos a las advertencias. Cierran los ojos, como fariseos y saduceos, maestros de la ley, al pasar y ver cómo se desangra la mayoría de los mexicanos. Y lo peor de todo es que no se ve en el horizonte un buen samaritano, un hombre que tenga los tamaños suficientes para enderezar este desgarriate. Reconstruye mi iglesia, dicen que le dijo el crucificado a Francisco de Asís. Y éste, al fin, entendió que lo que había que rehacer era a la iglesia cristiana, no a la Porciúncula. Y esto exactamente ocurre con la economía de los mexicanos. Sólo un milagro puede salvarnos. Aunque el milagro, y vaya que es milagro, está en que los mexicanos sigan aguantando, soportando, tolerando, aunque la mayoría de ellos sobre viva con la tripas vacías.

 

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