517 15 de abril de 2010 |
Lo que nos falta por ver Nora Carolina Rodríguez
Ni Casandra, Nostradamus o la señora Rosa (la vidente que reparte folletos publicitarios en los cruceros de nuestra ciudad), hubieran podido anticipar en qué se convertiría nuestra vida cotidiana. Y aunque ellos no lo vieron en sus predicciones, la historia ya está escrita. Las acciones de la delincuencia y la respuesta de las autoridades, los aparatos represivos del estado, la armada y el ejército, las diferentes corporaciones policíacas, que reciben el nombre que les asigne la autoridad que esté en turno, ya están documentadas.
Países que aseguran que han combatido al narcotráfico y a la delincuencia organizada han integrado expedientes, han escrito amplios informes y en el caso Colombia, asesorado y apoyado por Estados Unidos en “su” lucha contra el narco, han producido literatura, guiones para televisión en la modalidad de telenovela o series que hasta HBO ha comprado.
Los guiones cinematográficos, como La virgen de los sicarios, basada en la novela del mismo nombre, magistralmente escrita por Fernando Vallejo, mexicano por nacionalización, pero de origen colombiano, da cuenta de los horrores de la guerra en las calles por luchas intestinas de los cárteles.
Lo que nos preguntamos hoy día es, si la historia ya está escrita, ¿para qué volver a vivirla? Si se conocen las reacciones de la delincuencia ante la represión, la presencia del ejército, la marina y demás fuerzas del desorden público, ¿por qué llevar al pueblo a vivir los horrores de una guerra? Porque en las guerras que organiza brillantemente nuestro vecino, hay pingües ganancias para el Estado, para los fabricantes de todo lo relacionado con la guerra, desde los uniformes militares, naves, vehículos y armamento. La reconstrucción de las ciudades, la atención a la población en las posguerras también es fuente de ingresos donde los capitalistas más avezados invierten su lana. ¡Vaya que la guerra es buen negocio!
En esta insolente guerra que emprendió el espurio, no se puede decir que no salga ganando alguien, porque la delincuencia organizada no es la única que está ganando, aquí también hay quienes se enriquecen con la venta de armamento, y demás ornamentos de esta maldita guerra. El plan Mérida, a noviembre de 2009, había otorgado 214 millones de dólares de los 1,600 millones aprobados. El dinero cae a cuentagotas, como habrá de pagarse: a cuentagotas pero con la sangre del pueblo, a costa de muertes inútiles y empobrecimiento brutal.
Los mejores para predecir el futuro, hoy, son los gringos. Les avala el secretario de defensa: la guerra va a durar 10 años. ¿Ya tienes tu búnker?
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