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| 633 27 septiembre 2010 |
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ANÁLISIS A FONDO ¿De verdad se defenderá a los migrantes centroamericanos?
Los indocumentados que entran por el sur son maltratados, vejados, encarcelados en cuchitriles inhumanos, esquilmados por traficantes de personas que actúan en la más supina impunidad al amparo de policías corruptos, que son tan facinerosos como los sicarios de las bandas del crimen organizado. Miles de inmigrantes indocumentados, en su mayoría centroamericanos, son detenidos cada año en México en su intento por llegar a Estados Unidos. En territorio mexicano permanecen en calidad de "retenidos", una condición polémica por no apegarse a derecho, en establecimientos que se presentan como "albergues" pero se parecen más a un centro de reclusión. El año pasado, el gobierno repatrió alrededor de 70 mil centroamericanos a sus países de origen. No tenemos política migratoria. Seguimos los patrones estadounidenses. Los migrantes son considerados un asunto de seguridad nacional. Sus derechos humanos son consuetudinariamente violentados. Es decir, México exige al gobierno de Estados Unidos en relación con sus migrantes lo que no hace con los centroamericanos. Generalmente, los centroamericanos que ingresan subrepticiamente por la frontera sur son tratados peor que los mexicanos que cruzan el río Bravo o el desierto de Arizona, o ingresan como Pedro a su casa por los pasillos de las aduanas con aire de seguridad, caminando como cualquier hijo de vecino. El Fondo de Población de la ONU es benévolo al calificar la antipolítica mexicana en la materia, aunque reconoce que persiste una “enorme exposición de los migrantes centroamericanos cuando pasan por territorio mexicano, a todo tipo de violencia. La ONU ha manifestado en innumerables ocasiones su "preocupación" por las agresiones de que son objeto los migrantes de las naciones centroamericanas a su paso por México en busca de cruzar la frontera con Estados Unidos. En este contexto, el estado de Chiapas, por cuya frontera con Guatemala ingresan de colados, sin documentación migratoria, los centroamericanos, acaba de instituir una Comisión para la Protección de los Derechos Humanos de los Migrantes que tendrá un ombudsman que reclame los abusos de que son víctimas, por corporaciones policiacas mexicanas alrededor de 350,000 centroamericanos que cada año se internan en México por esta frontera. El objetivo es que ninguna autoridad, salvo los agentes del Instituto Nacional de Migración (INM), puedan cuestionarlos sobre su nacionalidad. México se colocó en un polémico debate sobre el trato que brinda a los inmigrantes que cruzan su territorio para llegar a Estados Unidos con la masacre de 72 indocumentados hondureños, salvadoreños, ecuatorianos y brasileños, en el rancho de San Fernando, en el estado nororiental de Tamaulipas, presuntamente asesinados por “Zetas”, la banda de sicarios más sanguinaria de la delincuencia organizada. La Comisión Nacional de Derechos Humanos documentó el secuestro de 10,000 migrantes en un periodo de seis meses en 2008 y diversas organizaciones civiles reportaron robos, agresiones sexuales y trata de personas, situación que los chiapanecos intentan revertir. Con su peculiar sentido mediático, el gobernador de Chiapas, Juan Sabines Guerrero, ha presumido que en Chiapas "nadie es ilegal”, porque Chiapas tiene también migrantes, que merecen un tratamiento digno. Sabines fue quien envió al Congreso local chiapense la iniciativa de la creación de la mencionada comisión, que fue aprobada el pasado martes. Las enmiendas a la Constitución del Estado de Chiapas incluyen un agregado al artículo 4, lo que obliga a las autoridades estatales y municipales a garantizar el derecho de internación, seguridad pública, procuración de justicia, derechos laborales, salud e identidad para los niños y niñas nacidos en la entidad, de acuerdo con las Leyes, Tratados y Convenios Internacionales ratificados y vigentes en México. Lo que intentan las autoridades chiapanecas, los llamados poderes ejecutivo y legislativo es llamar la atención de los congresos locales, los ejecutivos estatales y el federal y a las autoridades de Estados Unidos y Canadá para homologar criterios de políticas migratorias con trato digno, como lo ha explicado el propio presidente de la mesa directiva del congreso local chiapense, José Ángel Córdova. La Comisión para la Protección de los Derechos Humanos de los Migrantes, especializado en la defensa de los inmigrantes, no se contrapone ni suplanta las funciones de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Conocerá únicamente de los abusos contra los indocumentados centroamericanos; tendrá un presupuesto propio, un consejo general consultivo integrado por el presidente de la Comisión y diversos consejeros propuestos por los rectores de las universidades públicas de Chiapas y organismos o entidades. Los cónsules acreditados en el estado serían miembros permanentes previa aprobación de los países que representen. Chiapas es el estado federado que instauró, en julio de 2008, la primera y hasta ahora única Fiscalía Especializada en Delitos Cometidos en Contra de Inmigrantes, que en el último año reportó 500 denuncias, inició 356 actas administrativas, 164 averiguaciones previas y la detención de 53 delincuentes. En honor a la verdad, la iniciativa chiapense podría obligar al gobierno federal a repensar la ausencia de una política migratoria. Pero mejor veremos y diremos, como acostumbra advertir el colega Roberto Coello Trejo en su columna Bitácora. Hasta no ver no creer, como dice Santo Tomás. http://analisisafondo.blogspot.com/
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En honor a la verdad, el gobierno de México exige al de Estados Unidos de Norteamérica que respete los derechos humanos de los migrantes mexicanos, que por millones se fugan del territorio nacional hacia “el otro lado”, en busca de condiciones de vida dignas, que no viven en sus lugares de origen en muchos estados de la Federación mexicana. Sin embargo, las autoridades mexicanas no han tenido, histórica y sistémicamente, una política migratoria en el sur, puerta de entrada de cientos de centroamericanos que van también en busca del sueño americano. 
