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14 Diciembre 2010
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La manipulación de PISA 2009
Héctor Franco Sáenz

“No todo lo que parece es”, nos decía el sabio filósofo de la facultad, pero además de muchas cosas que “vemos” o escuchamos, no nos damos cuenta de lo que está detrás ni del propósito por el que se difunden, algo en cierta forma común en el ejercicio de los medios de comunicación, como las noticias inventadas que hicieron célebre a Randolph Hearst, la transmisión de encuentros deportivos que no se llevaron a cabo, o las fotos “fotochopeadas”, como se dice ahora, que usan los políticos o los artistas para engañar a la población, porque lo que reflejan y venden no es, no coinciden con la realidad.

Algo de esto se dejó sentir (detectado intuitivamente y luego se pudo inferir de los hechos) al respecto, por la manera en que se manejó en días pasados lo relacionado con los resultados de PISA 2009, donde ahora el “rasgamiento de las vestiduras” a que se nos tenía acostumbrados cuando se dan a conocer los resultados de las evaluaciones al sistema educativo no se presentó, dado la difusión se hizo con una visión optimista por parte de la SEP cuando los resultados se dieron a conocer este 7 de diciembre.

Por la manera en que se difunden los datos y los mecanismos en que se hace, la información empieza a circular, por las mismas instancias de la SEP, con una interpretación de los mismos, lo cual en sí no está mal, pero refleja la intención de la que viene acompañada la información, independientemente de su veracidad de la misma, rasgo la mayoría de las veces no identificable.

Varias son las razones por las que se deduce que los resultados, al fin cifras, se manipularon y se alcanzaron a “maquillar” para su manejo informativo, una de ellas, que desde horas antes de que se publicaran los resultados por el organismo responsable, la OCDE, el Subsecretario de Educación Básica expresó respecto a los datos, que no se  “atrevería a decir que son malos”.

Otra de esas cosas que generan suspicacias (¿qué más no harían?), es que los resultados no fueron dados a conocer por la OCDE ni en sus oficinas ni por su representante en México como regularmente se hacía, sino que los mismos se presentaron por primera vez, según consignó la prensa, en la sede de la SEP y por parte de Margarita Zorrilla, Directora del INEE (Instituto Nacional de Evaluación Educativa).

La intención surtió su efecto, los resultados alcanzaron a “digerirse” así como la forma de su manejo, unos medios y columnistas, se dejaron llevar por esa idea optimista de ver el “vaso medio lleno”, sin ninguna profundidad crítica, otros en cambio lo vieron “medio vacío”, y pasaron la información por el tamiz del análisis crítico, mientras otras instancias vieron “el vaso desbordado” y lo tomaron con exagerado entusiasmo, como, cual debe, fue el caso de Felipe Calderón.

Nuestra visión de los resultados y del manejo informativo de PISA 2009, coincidió con la manera en que Sergio Sarmiento lo advirtió, cuando nos dice en su columna “Jaque Mate” de Radio Red, que “la SEP ha tratado de mostrar un lado positivo a los resultados de las pruebas PISA de 2009 que se dieron a conocer este 7 de diciembre. En lectura, señaló la SEP en un resumen ejecutivo para explicar los datos, México está al mismo nivel de Uruguay; en matemáticas nos encontramos a la par que Chile; y en ciencias, como en el resto de las disciplinas, superamos el promedio latinoamericano”.

Agrega que “el problema es que México no compite sólo con Latinoamérica. Mientras nosotros tratamos de presentar buena cara ante nuestros mediocres resultados, la ciudad china de Shanghai no tiene por qué ofrecer justificaciones. Logró en su primera participación en PISA el primer lugar en las tres categorías. Quizá es injusto que los resultados de una ciudad se comparen con los de todo un país, como México. Si el Distrito Federal o Monterrey, en lugar de todo el País, hubiesen competido en las pruebas, el desempeño habría sido sin duda mejor”.

Concluye señalando que “ninguna ciudad mexicana habría obtenido un resultado siquiera cercano al de Shanghai. Por lo pronto, los estudiantes mexicanos son superados por los de casi todos los países que participan en las pruebas de PISA y eso nos coloca en una posición de desventaja en una economía globalizada”.

Si la anterior es una percepción crítica del asunto, muy distinta es la del presidente Calderón que eufórico aprovechó las últimas horas de la “Cumbre sobre el Cambio Climático” en Cancún, para dos días después de que la SEP dio a conocer los resultado, pregonar ante los representantes de diferentes países del mundo que “en México sí se está elevando la calidad educativa, particularmente en Matemáticas y Español.”

Por si hubiera alguna duda del fondo del manejo informativo, de manera contundente dijo que de los “64 países evaluados México es la nación con mayor avance en matemáticas.” En su euforia mediática agregó que en esta ocasión “los resultados son satisfactorios y es pertinente reconocerlos porque en 2003 México tenía un puntaje de 385 en matemáticas y en 2009 subió a 419 y en Español de 400 en 2003 pasó a 425 puntos en 2009.”

Independientemente de filias o fobias, la realidad es que México en este campo sufre un estancamiento y los resultados por más que se maquillen indican que el costo, para avanzar unos cuantos puntos, es demasiado alto no sólo en lo económico, sino en lo que a las nuevas generaciones de mexicanos se refiere y que tienen ante sí un azaroso futuro y que requiere una profunda reforma de todo su sistema educativo.

 

 

 

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