Mitofsky y los recuerdos del porvenir
Ernesto Hernández Norzagaray
Mazatlán.- Acaba de aparecer el sondeo mensual de la empresa encuestadora Mitofsky correspondiente a la elección presidencial. Al margen de la ficha técnica, grosso modo el PRI va en caballo de hacienda; el PAN sigue sin remontar y el PRD en la olla. Son datos duros que muestran que en este país las campañas mediáticas surten efectos multiplicadores. Lo que parecería chocar con la opinión expresada en otras encuestas –creo, de la misma empresa Mitofsky- donde la gente no tiene en buen concepto a las grandes televisoras.
Recuérdese que en las encuestas de percepción lo frecuente es que salvo la iglesia y el ejercito el resto de actores no pasa más allá de un seis o cuando mucho siete puntos de diez. Están por lo general reprobados. Entonces cuando ve uno los resultados de esta, y otras casas encuestadoras, suscita cierta duda por lo contradictorio que resulta con otros sondeos. ¿Será que la gente como la Chilindrina, un día dice una cosa y al día siguiente otra? Quizá esa puede ser una lectura. Pero, también, puede ser que las firmas encuestadoras no estén pulsando y trasmitiendo lo que realmente piensa muestras más significativas y diversas de la población.
O, bien, como los resultados aparecen tan planos mes a mes, pareciera para algunos que están preguntando a los mismos universos incluso a los mismos encuestados del mes pasado.
Vamos, sobre todo, cuando el interés por la política es muy pobre. Pues, como bien informa Mitofsky, sólo uno de cada diez mexicanos en esta encuesta mostró un alto interés por la política.
Aun, con nuestras dudas, incursionemos en el camino del análisis de los datos más duros que presenta en este mes la empresa de nuestro paisano Roy Campos.
Bloques electorales
Cómo decíamos en las encuestas de Mitofsky el PRI va en caballo de hacienda. Casi cuatro de cada diez encuestados manifiesta su preferencia por el tricolor. Dos por el PAN y prácticamente uno y medio por el PRD. Sumados globalmente nos da un siete y medio de esos votantes definidos ante el encuestador. Quedaría el 25% de ellos que no manifiestan su preferencia electoral a favor de partido alguno. Si la mayoría de este numeroso grupo de indecisos se inclina de último momento por cualquiera de los tres partidos grandes. Para el PRI sería definitivo garantizando un triunfo aplastante de las otras opciones. El PAN podría alcanzar al PRI. Y, el PRD, si va solo –es decir, si la dirigencia de este partido, se aferra en apoyar a Marcelo Ebrard, aun con las encuestas en contra- iría a un escenario competitivo con el PRI. O con el PAN. Depende como se mueva el tablero.
Más aún, el PRI en su alianza con el PVEM llega al 40% de las preferencias y aunque no aparece la posible coalición parcial o total con el Panal, es indudable que este partido, en caso de ir con el PRI –o con el PAN e incluso con el PRD “chuchista”- agregaría a cualquier fórmula 4 o 5 puntos porcentuales en la elección presidencial gracias a su estructura operativa. Así, si va con el PRI, que es la opción más viable por su relación histórica con Carlos Salinas, que como bien lo dijo el senador perredista Carlos Navarrete, es el principal operador de Peña Nieto, los pronósticos serían exponenciales sobre todo en estados donde está más que probada la efectividad electoral de los maestros aglutinados en el SNTE (aunque, ojo, ahí están también los comicios recientes de Sinaloa y Oaxaca, donde el apoyo fue insuficiente).
El PAN, igual, si suma una buena tajada de los indecisos con el apoyo pragmático de las huestes de la maestra Elba Esther Gordillo los números podrían favorecer al partido incluso con cualquiera de los precandidatos (Cordero, Vázquez O Creel). Claro a unos más que otros.
En el caso de una eventual alianza PRD-Panal que no es imposible si lleva a Marcelo Ebrard como candidato, y claro a cambio de mucho de lo poco que le queda de prestigio al partido del sol azteca, más una buena tajada de indecisos podría ser casi definitivo para garantizar la llegada a Los Pinos de esta coalición ideológicamente contranatura.
Pero, estos son sueños guajiros, aun cuando la “maestra” ha dicho que Marcelo es el mejor candidato de todos los que están en la palestra. Sin embargo, las lealtades y sumas del Panal están por otro lado.
No obstante, la situación podría ser diferente de avanzar el intento todavía no cerrado de lograr una gran coalición electoral PAN-PRD, no necesariamente teniendo como candidato al jefe de gobierno del DF, sino a otro u otra candidatura ciudadana, que disminuya las asimetrías. Y los recelos.
En ese escenario bipolar todo estaría perfecto si no fuera por la presencia indubitable de Andrés Manuel López Obrador que está también en caballo de hacienda en la disputa por la candidatura no sólo en el PRD, sino en todo la izquierda partidaria y social.
Los mismos números de Mitofsky así los indican: 65% entre los militantes perredistas contra 26% de Marcelo Ebrard; y por fuera poco lo que era la ventaja del alcalde del DF entre los simpatizantes de izquierda, ha disminuido a un empate técnico con 30.1% contra 30.8%, respectivamente.
Entonces, el escenario real que se prefigura es de tres candidatos, el PRI-PV-Panal con Peña Nieto, el PAN sólo con Vázquez Mota y la izquierda toda con López Obrador. En caso de confirmarse esta agregación, la contienda no sólo se pone más atractiva sino amenaza con mover no sólo los números de esta casa encuestadora, también los de otras que están haciendo lo propio con los mismos resultados.
El PRI difícilmente va a seguir creciendo y existe más bien el riesgo de disminuir en un escenario polarizado (las polarizaciones electorales siempre pone a prueba la credibilidad mediática de las televisoras e incluso de las propias empresas encuestadoras). El PAN podría crecer llevando a la única mujer pues está visto que estas candidaturas despiertan el apoyo de franjas de la mitad de la naranja poblacional. Así se vio en el 2006 con la candidatura de Patricia Mercado, una mujer prácticamente sin partido, que logró la chicha del registro del Partido Socialdemócrata, pero que en 2009 lo perdió en una disputa fraticida por el control del aparato y el manejo del financiamiento público.
La izquierda
La izquierda en caso de llevar a López Obrador, como lo pronostica la encuesta de Mitofsky, pondrá a prueba tanto la memoria de los agraviados en el 2006, como la estructura del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).
En 2006, recordemos, a López Obrador le votaron más de 14 millones de ciudadanos y si bien una franja de ellos luego prefirió la estabilidad antes que vivir en permanente conflicto con el poder, aceptó a Felipe Calderón que fue envestido como Presidente por el TEPJF, aun con todos los bemoles del computo y calificación de aquella elección, considerada como la más polémica de la historia política del país (léase para documentar el pasado el libro 2006: Hablan las actas, las debilidades de la autoridad electoral, del investigador académico en el CIDE, José Antonio Crespo).
La pregunta que tendría que hacerse hoy es, ¿cuáles podrían ser las razones para que la mayoría de esta franja de ciudadanos no volviera a votarle a este candidato de la izquierda? O si se quiere para estar a tono con sus detractores, ¿a este candidato populista? No hay muchas razones sobre todo en un país donde las cosas en muchos sentidos han empeorado.
Y, que decir de los leales, incluso los fanáticos lopezobradoristas. No mucho, seguirán votándole, mientras el tabasqueño se postule a un cargo de elección popular.
Lamentablemente, mucha gente por razones culturales, sigue esperando al líder providencial que habrá de venir a resolver sus problemas. Y eso nos guste o no, estará en juego en la elección presidencial, y no sólo eso, también el subproducto clientelar que está visto es práctica corriente en todos los partidos.
Reflexión final
En definitiva, la postulación de estos tres candidatos a la Presidencia de la República, habrá de dilucidar hasta que punto los ciudadanos estamos inermes ante el bombardeo mediático de las grandes televisoras que evidentemente han votado desde mucho antes que la mayoría de los mexicanos, y hoy buscan sugerirnos su propio candidato, renunciando al rol que deben tener los medios de comunicación en una sociedad democrática y no debe ser otro distinto al de favorecer la discusión pública para que los ciudadanos en el ejercicio de la responsabilidad pública decidan por quien o quienes votar.
Incluso, si así juzgan pertinente, anular su voto, cómo ocurrió en la elección de 2009 y con menos efectos mediáticos en los comicios locales posteriores.
Afortunadamente la posible candidatura de López Obrador estemos o no de acuerdo con él será un contrapunto ideológico, pero también programático. Y eso, es una buena noticia, en medio de la bruma mediática, como también para el canto de los que ya saben todo.
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