EL CRISTALAZO
Los alcaldes panistas
Rafael Cardona
Ciudad de México.- Fracasados en el afán de “renunciar” al alcalde Fernando Larrazábal, los panistas lograron, sin embargo, un aparente y tardío momento de justicia útil para su imagen: le echaron el guante al ex alcalde de Monterrey, Adalberto Madero, cuya larga mano se metió en todos los cepos del ayuntamiento con la consecuente gordura de sus bolsillos.
Total, si no pudieron echar al insumiso Larrazábal; cuyo hermano Jonás (también detenido como Madero) vendía quesos a precio de caviar Beluga en los negocios protegidos por amos ediles, sí fue posible detener a quien por meses se le había escabullido.
Adalberto Madero llevó la corrupción a niveles escandalosos hasta para el Partido Acción Nacional y eso ya es decir algo. Hasta las moneditas de los parquímetros iban a dar a su opulenta cartera, ya no se diga cómo se desviaban los cobros por permisos de todo tipo, ya fueran de transporte; licencias mercantiles o permisos para vender alcohol.
Sin embargo no fueron estas raterías (“desvíos”, les llaman quienes aman el eufemismo), el único motivo de su captura. Lo aprehendieron por los antecedentes del “Casino Royale” durante su administración y la investigación de los hechos posteriores en pesquisas atraídas por la Procuraduría General de la República.
Pero como todo en este país tiene una intención y a veces una repercusión política, ya puede el PAN declararse satisfecho y protegido pues antes de conocerse la acción justiciera de la Procuraduría, ya el Comité respectivo había tomado una espada en llamas y echado del paraíso azul a tan indecente caballero.
No le queda por desgracia al PAN la felicidad completa: a pesar de la decisión del Comité Ejecutivo Nacional por la cual Fernando Larrazábal debía solicitar licencia (renunciar, pues) el alcalde los mandó a paseo y se aferró a la silla del ayuntamiento con la desesperación de un náufrago a la tabla.
Como todos sabemos la solicitud de licencia ordenada a Larrazábal no tenía como finalidad moralizar la política azul sino golpear al gobernador Rodrigo Medina, dejándolo como única figura con responsabilidad en el incendio del Casino Royal, cuya licencia original fue expedida por el hoy detenido.
Pero Medina ha librado esos hachazos y hasta ha logrado defensores ocasionales cuya intervención quizá le favorezca a la larga, pues si no halló consuelo antes, sí lo encuentra en las palabras de don Francisco Robles, cardenal y obispo, quien en Monterrey ha dicho:
“también debemos de ser justos, tomar conciencia de que ha puesto empeño, se ha comprometido… si no hemos visto la solución definitiva que todos esperaríamos, no creo yo que sea justo que le demos toda la culpa a él, porque es un tema que rebasa la circunscripción de un estado, es un tema no sólo nacional, sino internacional.
“¿Qué le falta hacer? Yo creo que siempre habrá un ‘plus’ que dar en el servicio (¿el “Fuá”, señor Cardenal?), pero en este momento difícil que nos ha tocado vivir, lo considero positivo.
“En primer lugar todos somos conscientes de que el tiempo que le ha tocado en su desempeño de su cargo ha sido un tiempo especialmente crítico, no solamente para el estado, sino para todo el contexto crítico de nuestra patria, ya que en momentos se ha visto rebasado su gobierno”.
Ya lo sabemos, bienaventurados los gobiernos rebasados pues de ellos será el reino de la comprensión. Por eso agregó el señor cardenal:
“Creo que el tema prioritario será la seguridad, pero también arrastra otros temas, por ejemplo, el trabajo, la vida de inversión, el negocio, la paz social. El tema de la seguridad es básico, pero sin descuidar el tema del trabajo y las fuentes de trabajo, especialmente favoreciendo a los jóvenes, para que no sientan el atractivo fácil de sumarse a las fuerzas del crimen”.
Ridículo
Con la misma credulidad de una señora gorda con zapatos mágicos para hacerse de una figura envidiable hasta para “La reata” (de Brozo), el gobierno mexicano desesperado en la lucha contra el crimen organizado compró un centenar de aparatos sorprendentes: los “Detectores Moleculares GT200”, cuya definición más simple puede ser “narco-detectores”, pero cuya descripción más precisa los ubica como máquinas del “vacilón, muy rico vacilón” como cantaba Xavier Cougat en aquel célebre chachachá.
Usted encuentra a un señor de aspecto sospechoso (eso no lo dice el GT200, lo dice cualquiera a quien tal descripción le convenga) y lo pone frente a una caja con una antenita bailarina.
Le pasa el juguete por delante como quien hace una “limpia” del siglo XXI y si el alambrito se mueve y lo señala: ¡órale!, ha caído un indeseable en sus manos.
Después refunde usted al infeliz en el bote y manda un boletín de prensa en el cual se ufana de la captura lograda con el auxilio tecnológico de esa maravilla mágica fabricada por la empresa Global Technical LTD, cuyos promotores nos recuerdan al apache con la horqueta en busca de agua en medio del desierto.
Total, ni sirve para algo ni tiene valor probatorio, según ha dicho la juez de Distrito (en Veracruz) Karla Macías Lovera, quien acaba de liberar a un detenido (diez meses preso), cuya mala fortuna fue cruzarse con el tal GT.
O con algún “OGT”.